HOMILIA DE LA MISA DEL 24° ANIVERSARIO DE LA PASCUA DEL PADRE OBISPO JORGE NOVAK
Catedral de Quilmes, martes 8 de julio de 2025
Hermanas y hermanos:
Hemos participado recién de un momento histórico de nuestra Iglesia diocesana y del partido de Quilmes: la inauguración del pasaje Papa Francisco, que comprende el tramo de la calle Rivadavia entre las calles Mitre y Sarmiento. Lo hacemos a casi tres meses de su pascua, en el contexto del Año Santo que él inauguró con el lema: “Peregrinos de la esperanza”.
Como cada año, hoy nos hemos congregado para hacer memoria agradecida en el 24° aniversario de la pascua de nuestro primer pastor, el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak, convocados por el lema: “Novak, peregrino de esperanza”.
El evangelio que se ha proclamado nos presenta a Jesús peregrino. Luego del sermón de la montaña, Jesús recorre Galilea predicando el Reino con palabras y señales milagrosas. La presencia del reinado de Dios, sin embargo, es y seguirá siendo signo de contradicción: mientras que la multitud de los pobres y sencillos se asombra con profunda alegría, los fariseos de siempre, ciegos y sordos de profesión, se confirma en su ceguera y sordera, y chismosean: “expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios”.
En el peregrinar por pueblos y ciudades, Jesús predica en las sinagogas “proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor”. Los destinatarios de la misericordia de Jesús son los marginados de la sociedad, especialmente por los grupos de dirigentes y religiosos: el ancho mundo de los maltratados y abatidos, esos hombres y mujeres de todos los tiempos ante los que Jesús siente una compasión que le revuelve las entrañas, y a los que hace destinatarios privilegiados del anuncio y de la realidad del reinado de Dios. Destinatarios privilegiados de Jesús son, sobre todo, los pobres. Es justamente en la opción preferencial por el pobre donde la Iglesia se juega la credibilidad de su misión, como continuadora en cada tramo de la historia del proyecto de Jesús, el reinado de Dios; así manifestará la urgencia y universalidad de su misión.
Jorge Novak desde muy pequeño fue atraído por la misión de Jesús. De joven se consagró totalmente para ser misionero del Reino. Como todo peregrino, fue un soñador. Soñaba con ir a lejanas tierras, para hacer presente el nombre de Jesús entre los no creyentes. Así lo contaba al inaugurar el Primer Sínodo Diocesano, el 21 de septiembre de 1981: “Al ordenarme presbítero, en 1954, había pedido a mis superiores ser enviado a Nueva Guinea, la gran isla de Oceanía. Mi sueño misionero me había llevado muchas veces ahí… había deseado vivir en el anonimato del servidor del Evangelio. No fue ése mi itinerario… El Concilio Vaticano II despertó en mí el más vivo y sincero interés. Con espontaneidad asumí el cambio que comportaba…”.
“Novak, peregrino de esperanza”. Nuestro primer pastor fue un misionero de pura cepa, por decir una “antigüedad”. Sus sueños juveniles fueron potenciando su misión episcopal. Así lo expresó en su primer mensaje en el día de su ordenación episcopal: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (2 Co. 9, 16) Así lo expresa en una carta promocionando las Obras Misionales Pontificias: “Aunque con altibajos, la Iglesia ha sido fiel al mandato de Cristo, recorriendo incansablemente las rutas del mundo, en busca del hombre, para anunciarle y ofrecerle la salvación de Cristo” (21/09/1982)
Misionero incansable, Novak supo formar su Iglesia en un espíritu acorde a los tiempos postconciliares, lo podemos apreciar en las palabras de inicio del Primer Congreso Diocesano Misional: “La inserción misionera es la forma más eminente de la misericordia, ya que ofrece por sobre todo la liberación más radical de la miseria humana: la del pecado, la falta de amor fraterno y la muerte eterna… Por el amor de misericordia, la tarea del misionero se hace activa y liberadora, capaz de transformar las realidades de miseria en fraternidad y santidad…” (10/10/1992) Es bueno recordar esta enseñanza en tiempos que desde adentro y fuera de la Iglesia se cuestiona tan farisaicamente la justicia social predicada por la Doctrina Social de la Iglesia.
El año pasado, el Papa Francisco, en su catequesis sobre la virtud de la justicia decía: “Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino personas rectas que «tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5,6), soñadores que custodian en su corazón el deseo de una fraternidad universal. Y de este sueño, especialmente hoy en día, todos tenemos una gran necesidad. Necesitamos ser hombres y mujeres justos, y esto nos hará felices”. (03/04/2024)
En su Mensaje en el Simposio “Plantando bandera frente a la deshumanización”, expresó esta propuesta, entre otras: “Luchar por los derechos de tierra, techo y trabajo como derechos sagrados”, y agregó: “estos son pilares fundamentales para la justicia social. Nuestro camino sigue soñando y trabajando juntos para que trabajadores tengan derechos; todas las familias, techo; todos los campesinos, tierra; todos los niños, educación; todos los jóvenes, futuro; todos los ancianos, una buena jubilación; todas las mujeres, igualdad de derechos; todos los pueblos, soberanía; todos los indígenas, territorio; todos los migrantes, acogida; todas las etnias, respeto; todos los credos, libertad; todas las regiones, paz; todos los ecosistemas, protección. Es un camino permanente, habrá avances y retrocesos, habrá errores y aciertos, pero no tengan duda: es el camino correcto”. (23/09/2024)
Con dolor y esperanza de buen pastor, también escuchamos decir de nuestro primer obispo: “Un país, como el nuestro, que continúa llamándose cristiano, ha de ver realizado el proyecto divino que brilla en cada página del Evangelio. Cuando respetemos esta enseñanza de Cristo habrán desaparecido situaciones intolerables como la desocupación, el abuso de los niños, la desesperanza de los jóvenes, el abandono de los ancianos” (Celebración Ecuménica, 01/08/1997) Sus palabras nos siguen resonando, invitándonos a la conversión y a la esperanza. Como hoy Jesús nos dice, que roguemos al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. En nuestras comunidades acompañemos, alentemos, con la oración y cercanía, a nuestras chicas y chicos que quieren consagrar su vida entera al servicio del Reino.
Jesús sigue caminando junto a nosotros, derramando su Espíritu Santo para que encarnemos su Evangelio. Nos ha regalado la vida y el ministerio episcopal de nuestro primer pastor diocesano. Desde el Cielo, como lo fue en esta tierra, el Siervo de Dios sigue mostrando el camino hacia la Patria eterna, construyendo en esta Iglesia de Quilmes, el Reino de justicia, de verdad, de paz y de amor. Claramente así lo decía: “Queremos ser la Iglesia de los pobres, la Iglesia para los pobres. Pero sin sectarismos, sin falsos mesianismos, sin ideologizaciones. Nos remitimos al juicio de Dios, que conoce nuestras intenciones y nos da la fuerza de su Espíritu para el cumplimiento de la misión confiada” (Misa en la Parroquia Nuestra Señora de Itatí. 20/12/1990)
Queremos ser “Peregrinos de la esperanza” acompañados y pastoreados por nuestro Papa León XIV, que el pasado 29 de junio nos decía: “Los santos Pedro y Pablo nos interpelan también sobre la vitalidad de nuestra fe. En la experiencia del discipulado, de hecho, siempre existe el riesgo de caer en la rutina, en el ritualismo, en esquemas pastorales que se repiten sin renovarse y sin captar los desafíos del presente. En la historia de los dos apóstoles, en cambio, nos inspira su voluntad de abrirse a los cambios, de dejarnos interrogar por los acontecimientos, los encuentros y las situaciones concretas de las comunidades, de buscar caminos nuevos para la evangelización partiendo de los problemas y las preguntas planteados por los hermanos y hermanas en la fe”.
El próximo 19 de septiembre, al celebrar los 49 años de la creación de la Diócesis y de la Ordenación episcopal del Padre Obispo Novak, comenzaremos el Año Jubilar celebrando las Bodas de Oro de la Diócesis. Un hecho de singular importancia será la celebración del Tercer Sínodo Diocesano. Pidamos al Siervo de Dios nos acompañe en esta preparación, en este peregrinar juntos. Que él, desde el Cielo, nos anime a ser mujeres y hombres de la sinodalidad. Fieles y pastores, unidos en la misma fe, esperanza y amor, renovando la Iglesia que Novak soñó.
Agradeciendo una vez más la presencia de ustedes en esta tarde, vísperas del día de la Independencia, en el que Novak vivió su pascua, miramos a la Virgen Inmaculada, patrona de la Diócesis de Quilmes. Ella guía nuestro peregrinar. Ante la Virgen, renovemos nuestro propósito de ser discípulos misioneros, “peregrinos de esperanza”.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
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«Pasaje Papa Francisco.» Nuevo nombre de la calle del frente de la Catedral de Quilmes.
El Papa Francisco trasciende las fronteras de la fe, de una religión, de un país. Nos queda en el corazón el sentimiento de que Francisco es de todos, todas.
Hablar, pensar y rumiar la memoria viva del Papa Francisco, lleno de gestos y palabras que nos ayudaron y nos ayudan a descubrir, a profundizar, a recuperar la dimensión de la fe en nuestra vida; con el diario del lunes no es difícil.
Parece que de repente, con su partida se nos abrieron los ojos y el corazón y nos encontramos con una catarata de signos, expresiones y convicciones que nos deja atónitos con tanta humanidad, profetismo, sentido común y profundidad. Está bueno también que nos caiga la ficha de que, en algún punto, esto ocurre solamente en nuestro país. Para la mayoría de la humanidad Francisco fue y es el único referente ético y religioso creíble que marcó la pauta, con su palabra y su presencia, delante de las situaciones más injustas que ocurren en nuestro planeta en la última década, los más pobres, los migrantes, las guerras y sus víctimas, la venta de armas, la trata de personas, el narcotráfico, el cuidado de la casa común. Sin embargo, muchos, en nuestra patria, como dijo un obispo poco después de su muerte, «a Bergoglio en Argentina no lo dejamos ser Francisco».
Muchísimos lo sentimos y lo vivimos como cercano, amigo y confidente. Podemos decir que nos cambió la vida. Cuando estaba vivo, pensamos que lo cuidábamos si no compartíamos la cercanía con él. Ahora descubrimos que esa distancia corta, ese trato cercano y paternal, esa cartita que alguna vez recibí, donde me habla personalmente… ese trato lo tenía con todos. Escuchaba con atención y respondía con corazón. Es por eso que a tantos nos conmovía su presencia, y sus gestos. En un mundo que despersonaliza, fue un hombre con corazón.
Escucharlo, procesarlo y asimilarlo nos llevara tiempo. Francisco nos provoca, desde la locura del seguimiento de Jesús, a asumir procesos y caminos nuevos en el ámbito y la vida de cada uno, en la Iglesia, en la familia, en la política, en nuestros valores y posturas delante de tantas situaciones que nos toca transitar cotidianamente. Tenemos que ir asumiendo que hay estructuras, mentalidades y prácticas que son caducas, que no suman, que tienen que morir para que pueda resucitar la buena noticia de Jesús, que siempre se traduce en vida en abundancia, con tierra, techo y trabajo para todos, en este momento y en este lugar donde vivo y comparto a vida con otros. En la Iglesia llamamos a este proceso «conversión», que tiene una dimensión personal, Comunitaria, social, política, religiosa estructural. Y este proceso dura toda la vida. Sinónimo de conversión en palabras de Francisco podríamos decir:
“El amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Donde está Dios, hay esperanza; y donde hay esperanza, las personas encuentran su dignidad. Hagamos la revolución de la ternura”.
Su mirada y su corazón tienen en el centro el amor a Dios y a su Pueblo. Nos hace soñar con una Iglesia de puertas abiertas y en salida misionera:
– Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional. Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo.
– Una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente, se convierte en barrera. La Iglesia no es una aduana. Es la casa paterna, donde hay lugar para cada uno. La Iglesia es la portera de la casa del Señor, no es la dueña.
– ¡Quiero que la iglesia salgo a la calle! Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.
– Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio.
– ¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero! ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!
– ¡No nos dejemos robar el Evangelio! ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
Nos lleva a pensar criterios globales con una mirada concreta y realista en lo que nos toca vivir cotidianamente:
– Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social. Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres.
– El sistema social y económico es injusto en su raíz. ¡No a una economía de la exclusión! Esa economía mata. ¡No a la inequidad que genera violencia!
– ¡No a la nueva idolatría del dinero! ¡No a un dinero que gobierna en lugar de servir! El dinero debe servir y no gobernar. Parece que lo hubiera escrito para nosotros en el hoy de nuestro país.
“La causa principal de la pobreza es un sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha puesto al dios dinero, un sistema económico que excluye, excluye siempre, excluye a los niños, ancianos, jóvenes sin trabajo… y que crea la cultura del descarte en la que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver personas descartadas. Esta es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas.
Debemos inmiscuirnos en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los cristianos deben trabajar en política.
Trabajar por el bien común es un deber del cristiano. Y muchas veces para trabajar, el camino a seguir es la política
¡No a la guerra entre nosotros! ¡Si a las relaciones nuevas que genera Jesucristo! (No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno. No nos dejemos robar la comunidad)
Descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos”.
– El Papa ama a todos, pera tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos.
– De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.
– El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre. La pobreza está en el centro del Evangelio. ¡Cómo quisiera una iglesia pobre y para los pobres!
– Hoy y siempre, las pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio. Para la iglesia, la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica.
– Estamos llamados a descubrir a Cristo en los pobres, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.
– Sin la opción preferencial por los más pobres, el anuncio del Evangelio corre el riesgo de ser incomprendido. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por los pobres.
Finalmente, queriendo aprender de los errores y de los aciertos del pasado, asumamos el desafío que Francisco nos dejó para este tiempo: «Ser peregrinos de esperanza.»
– Aprendamos a mezclarnos, encontrarnos, tomarnos de los brazos, apoyarnos, participar de una verdadera experiencia de fraternidad.
– «Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo» (GE. n.6)
Pidámosle a Dios, por intercesión de Francisco y de nuestro Siervo de Dios el Padre Obispo Jorge Novak, del que hoy celebramos también su Pascua, que nos regale el coraje que nace de sabernos acompañados y sostenidos por otros y el coraje de animarnos a confiar y hacer camino juntos. Amén
+ Eduardo Gonzalo Redondo
Obispo Auxiliar de Quilmes