Iglesia Catedral. Sábado 8 de julio de 2023
Hermanas y hermanos:
“Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak: Derechos humanos, legado y misión”, es el lema que motivó esta celebración del 22° Aniversario de la pascua de nuestro primer pastor.
Ante todo, traigo el saludo del Padre Armando Dessy, nuestro Canciller, que se encuentra internado, impedido de participar físicamente, pero que nos sigue por las redes. Para vos, Padre Armando, uniéndonos en la oración por tu recuperación, va este sentido aplauso fraterno.
Agradezco la presencia de nuestro Padre Obispo Emérito Luis. Éste es también nuestro afecto filial.
Entre las muchas enseñanzas del Obispo Jorge, sobresale su amor a la Palabra de Dios. Fue el tema del Primer Sínodo de Quilmes. Fue además un maestro de oración, ante todo con su ejemplo de una vida orante y piadosa.
El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús en oración. Reza con confianza al Padre. Hemos escuchado el contenido de su oración. Tan oportuno en este momento crítico de la humanidad y de nuestro país, donde experimentamos sufrimientos y problemas que angustian. De nuestro corazón más de una vez ha surgido, casi en silencio, el gemido y el grito por el sufrimiento y la impotencia.
Jesús alaba al Padre, Señor del cielo y de la tierra, por revelar las cosas del Reino a “los pequeños”. Son los que están abiertos a la enseñanza de Jesús. Alaba al Padre que ha ocultado esas cosas a “los sabios y prudentes”. Es desconcertante la enseñanza.
Se ha cumplido lo anunciado por el profeta Zacarías: “Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna. Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén”.
Los que tendrían que saber más de los misterios de Dios, los escribas y fariseos, en realidad tienen tapados los ojos, son ciegos. Ellos creen que saben todo, que pueden todo, que tienen los hilos del poder, esa lógica del fuerte que domina al débil, que dominan y quieren que los sirvan. Desprecian y se oponen a lo que no entra en su sistema. No se dan cuentan que esa lógica es la que produce violencia, injusticia y muerte. No necesitan a Dios; sólo lo usan.
El Reino tiene otra lógica. Los “pequeños”, los pobres, los humildes, pueden abrir su corazón a Dios y entender la propuesta de Jesús. A ellos, Dios les revela su misterio, les quita la venda de sus ojos. Entienden que la cosa no pasa por saber mucha teoría, doctrina religiosa, sino por recibir y poner en práctica la propuesta liberadora de Jesús.
La oración de Jesús es gratuita; no pide nada. Es adhesión a la voluntad y al proyecto del Padre. Una oración que sólo pretende transformar nuestros pensamientos y sentimientos para identificarnos con los pensamientos y deseos de Dios, manifestados en Jesús. Para decir con Jesús: “Sí, Padre, porque así lo has querido”.
Como discípulos misioneros miramos a Jesús. De Él aprendemos, nuestro Maestro. La única atadura que nos propone, la única ley, es la ley del amor. Su “yugo es suave”, y su “carga liviana”. Tiene fuerte exigencias de humildad y honestidad, pero no oprime. Sus enseñanzas atraen y seducen; hacen vivir las bienaventuranzas. Sólo siguiéndolo a Él, encontrará paz y alivio nuestro corazón afligido y agobiado.
“Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak: Derechos humanos, legado y misión”.
Desde niño Jorge Novak se enamoró de Jesús y su Palabra. Sintió en el corazón el llamado de llevar su nombre a lejanas tierras. La Congregación del Verbo Divino sería el instrumento. También el Padre Obispo Jorge tuvo que decir “Sí, Padre, porque así lo has querido”. Se le pidió dedicarse al estudio y a la enseñanza. La Historia de la Iglesia fue su pasión. Sabiamente conocía que el alma de la Iglesia es el Espíritu Santo. En su familia había recibido la semilla del evangelio, sembrada con el ejemplo de sus padres y abuelos.
El Concilio Vaticano II avivó en él la esperanza. Una Iglesia pueblo de Dios, misionera por esencia, defensora de la dignidad de la persona humana, criatura preciosa de Dios. Una Iglesia ecuménica, en diálogo con el mundo contemporáneo. Conocedor de las atrocidades que el ser humano es capaz de realizar, por su estudio de la historia, desde la fe compartida con los hermanos de otras Iglesias cristianas, se unió con ellos para defender los derechos humanos conculcados en la oscura década del 70. A poco de iniciada la dictadura militar de 1976, es creada esta diócesis de Quilmes y Jorge Novak es elegido y nombrado su primer obispo.
Inexperto en el servicio episcopal diocesano, sin conocer a nadie, empieza a dar sus primeros pasos de pastor en esta ribera del Río de la Plata. Empieza a escuchar. Su alma de humilde, de pobre, hace que se le acerquen esas personas que estaban estigmatizadas y silenciadas por la omnipotencia de las armas: los familiares de los desaparecidos. Atinó sólo a abrir las puertas del obispado, para escucharlos, enjugar sus lágrimas y rezar con ellos y por sus hijas e hijos desaparecidos. Empezó a correr la suerte de los pobres, de los que estorban, de los “distintos” o “diferentes”, los que tienen otra voz. Aprendió a escuchar, y a ser voz de los que no tienen voz. En una sociedad que estaba dominada por el miedo y la desconfianza, Novak confió sólo en Dios, y en el amor de su pueblo.
Lo invocamos como “defensor de los Derechos Humanos”, de todos los derechos. El primero de ellos el de la dignidad de la persona humana. Allí están condensados todos los derechos. Lo hizo en unión con las demás iglesias cristianas. Cuando se cumplieron los 25 años del Concilio Vaticano II, escribía: “Lo más relevante de nuestra puesta en marcha del ecumenismo ha sido la posición asumida en el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) sobre todo en el período 1976-1983. Ha sido un ecumenismo en marcha, a su modo original y eficaz, que trascendió los límites del país y del continente”.
Fueron muy valoradas las Misas que el Padre Obispo celebraba con los familiares de los desaparecidos. En la homilía del 12 de agosto de 1979, dijo: “Hermanos, no se tome a vanidad lo que me atrevo a decir. Lo digo en la presencia de Dios, antes que en la de ustedes. Como el gran Pablo VI, ofrezco formalmente mi libertad, mi integridad física, mi vida, para que se solucione el terrible flagelo de las desapariciones en nuestra patria. Si hace falta sangre, tómese la del Pastor y ahórrese la de las ovejas. Un obispo no puede olvidar las palabras del Maestro, selladas en la cruz con torrentes de sangre: ´el buen pastor da la vida por sus ovejas´. ´El Padre me ama por eso, porque yo me desprendo de mi vida para recobrarla de nuevo´ (Juan 10, 11-17)”
En el discurso pronunciado el 5 de noviembre de 1985, en el Simposio Interamericano sobre Derechos Humanos, encontramos este párrafo: “La Iglesia llega, con la humanidad, al término de este siglo XX con cicatrices y arrugas… como el hombre que la mira, la espera y necesita. ¿Hemos aprendido lo suficiente? ¿Dejaremos para otros una causa tan cristiana como la dignidad de la persona humana?… El amor recíproco, mandato del Señor, asume, antes que nadie, y más que nadie, los derechos humanos, porque sin ellos, simplemente no hay quien pueda llamarse persona, destinataria y depositaria del afecto de mi amistad cristiana”.
La sociedad argentina y más allá de las fronteras, organismos internacionales han reconocido en Novak uno de los más claros defensores de los derechos humanos, y la vigencia de las instituciones democráticas. En reconocimiento de su labor, en marzo de 1986, la Universidad Nacional de Lomas de Zamora lo designa profesor titular de la cátedra de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho. En 1993 es declarado ciudadano ilustre del Partido de Quilmes “por su lucha en tiempos difíciles, contrarios a la dignidad del ser humano”. En 1994, por la misma razón, la Universidad de Quilmes lo nombra Profesor Honorario.
En la Clase Magistral abierta en la Universidad de Lomas de Zamora, el 26 de marzo de 1985, dijo: “Quiero agregar mi empeño para que muchos lleguen a comprometerse por el hombre… La sociedad no se rescata de la injusticia con bellas palabras y libros eruditos, sino con gestas y acciones serias, valientes y continuas. Sólo es hombre en plenitud quien ayuda a otro a serlo”. Este año, en diciembre, se cumplen los 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El Padre Obispo Jorge Novak para conmemorar los 50 años de la misma, celebró una Eucaristía en esta Catedral, el 20 de diciembre de 1998. En su homilía leemos estos párrafos:
“El Magisterio de la Iglesia sobre los Derechos Humanos ha sido mi guía obligada en la acción pastoral que hube de desplegar en estos 22 años. En mi contacto con los familiares de los desaparecidos hice la opción por la vida, por la verdad, por la juventud. En los conflictos con nuestro país hermano de Chile y en la conflagración bélica por las Malvinas me pronuncié invariablemente por la paz. En la creciente problemática en el campo laboral proclamé el Evangelio del trabajo. Al organizar la “Marcha del hambre” (30/08/81), en la homilía, reclamé por “Paz, pan y trabajo”. En todas estas manifestaciones y acciones la comunidad diocesana me comprendió, me acompañó, me alentó. Desde aquel diciembre de 1976, en la Celebración Ecuménica de la Palabra y de Oración por las víctimas de la violencia hasta diciembre de 1998, el Señor nos ha dado la gracia de su Espíritu para defender y promover los Derechos Humanos”.
“Es preciso continuar en esta convicción y en este servicio en favor de la dignidad personal de todos nuestros fieles y de todos nuestros conciudadanos. Hay muchos niños que comen una vez al día; hay muchos padres afectados por la epidemia de la desocupación; hay muchos chicos de la calle sin afecto; hay muchos jóvenes sin esperanza; hay muchos ancianos sin acompañamiento. ¡No bajamos los brazos! Oigamos al Señor que nos habla en la Biblia: “Fortalezcan los brazos débiles; robustezcan las rodillas vacilantes. Digan a los que están desalentados: ¡Sean fuertes, no teman, ahí está su Dios! (Isaias 35, 3-4)”
“Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak: Derechos humanos, legado y misión”.
Hermanas y hermanos: demos gracias a Dios por tener la dicha de contar en los inicios de esta Iglesia diocesana a este Pastor, verdadero profeta de la justicia, de la paz, de la verdad y del amor. Su asistencia desde el Cielo, con sus perennes enseñanzas y su valiosa intercesión, nos encienden en gran esperanza para construir el Reino en nuestra tierra, en estos tiempos desafiantes, de una manera sinodal. Este camino que estamos haciendo en todas las comunidades, para que el Evangelio del Reino transforme la realidad de nuestros hermanos y hermanas, con la fuerza del amor. “Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio”, comprometámonos a defender los derechos, cuidarlos y proclamarlos, haciéndolos carne en nuestro compromiso personal y comunitario.
La Virgen santa, cuide de cada una de nuestras familias y comunidades, especialmente de aquellas personas que son vulneradas en sus derechos fundamentales.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes