HOMILIA DE LA MISA DE ORDENACIONES DIACONALES
Iglesia Catedral, lunes 20 de noviembre de 2023


“Quien entre ustedes quiere ser grande,
Que se haga servidor de todos”
 (Mt. 20, 26)

Hermanas y hermanos:

Para la Diócesis de Quilmes hoy es un día de fiesta. Es una fecha de trascendental importancia para la vida de ustedes, queridos hermanos Sergio, Jorge, Daniel, Marcelo, Mauro y Raúl, alegría que comparten con sus esposas e hijos.

“Quien entre ustedes quiere ser grande, que se haga servidor de todos” (Mt. 20, 26), es el lema que ustedes han elegido para sus vidas, tomado del evangelio que se ha proclamado.

El don del Espíritu Santo los fortalecerá para que ayuden al Obispo y al presbiterio, anunciando la Palabra de Dios, actuando como ministros del altar y atendiendo las obras de caridad, como servidores del pueblo de Dios. Como ministros del altar, proclamarán el Evangelio, prepararán el sacrificio de la Eucaristía, y repartirán el Cuerpo y la Sangre del Señor a todos los fieles.

De acuerdo con el mandato recibido del Obispo les corresponde evangelizar en esta sociedad, catequizar a los creyentes. También podrán dirigir las celebraciones litúrgicas, administrar el bautismo, autorizar y bendecir los matrimonios, llevar la comunión a los enfermos y moribundos y presidir las exequias.

Consagrados por la imposición de las manos, practicada desde el tiempo de los apóstoles, y estrechamente unidos al altar, cumplirán el ministerio de la caridad en nombre del Obispo y del párroco.

Con la ayuda de Dios, deberán obrar de tal manera que los reconozcan como discípulos de Aquél que no vino a ser servido sino a servir. Serán ordenados para el servicio, para hacer presente a Jesús que lava los pies de la humanidad hambrienta de fe, de esperanza, de consuelo y misericordia. Lavar los pies cansados de caminar sin rumbo y heridos por la injusticia y el maltrato. Los pies de los pobres y descartados, de los que son despreciados y olvidados. Los pies de los que se han embarrado en tantas miserias humanas, y de los que viven el encierro de la soledad. Son nuestros pies; los que el mismo Jesús quiere lavar con su amor.

Sean hombres alegres y disponibles. Personas que en la comunidad tienden puentes y no levantan muros. Que escuchan antes de hablar. Apasionados por servir a la verdad, con serenidad y dulzura. Despojados de ambiciones de poder y de privilegios. Generosos y comprensivos. Dispuestos a colaborar con las causas justas de los vecinos. Hombres de diálogo con sus fieles, con los sacerdotes y el obispo. Constructores de la unidad y de la paz.

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Francisco. Discurso en el 50° Aniversario del Sínodo de los Obispos. 17/10/2015)

“En una Iglesia sinodal, los ministros ordenados están llamados a vivir su servicio al Pueblo de Dios con actitudes de cercanía a las personas, de acogida y de escucha a todos y a cultivar una profunda espiritualidad personal y una vida de oración. Sobre todo, están llamados a repensar el ejercicio de la autoridad desde el modelo de Jesús que, “a pesar de su condición divina (…) se rebajó a sí mismo, tomando la condición de esclavo” (Fil 2, 6-7). La Asamblea (del Sínodo) reconoce que muchos presbíteros y diáconos, con su entrega, hacen visible el rostro de Cristo, Buen Pastor y Siervo” (Relación de síntesis del XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, II parte, n. 11)

Todos ustedes han sido llamados por el Señor para ser ministros ordenados para la Iglesia de este tiempo; una Iglesia que definitivamente transita el camino de la sinodalidad para ser los primeros responsables, juntos con todos nosotros, de vivir y servir a la comunión, la misión y la participación en nuestra Iglesia diocesana, unidos al sentir de la Iglesia universal. Es la Iglesia del Concilio Vaticano II que nuestro primer pastor, el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak, gestó e implementó a lo largo de su pastoreo en esta Diócesis de Quilmes.

Vivimos tiempos difíciles, como lo decía el sábado en la Misa de la Esperanza. Es preciso fijar la mirada en Jesús, el único Mesías. Repito palabras del futuro beato Cardenal Pironio, que cité: “Los tiempos difíciles exigen hombres fuertes; es decir, que vivan en la firmeza y la perseverancia de la esperanza. Para ello hacen falta hombres pobres y contemplativos, totalmente desposeídos de la seguridad personal para confiar solamente en Dios, con una gran capacidad para descubrir cotidianamente el paso del Señor en la historia y para entregarse con alegría al servicio de los hombres en la constitución de un mundo más fraterno y más cristiano” (Card. Pironio. “Meditación para tiempos difíciles”. Ed. Patria Grande. Pg. 62-63) No se dejen arrancar del corazón la esperanza del Evangelio, al que deben no sólo escuchar, sino además servir. Viviendo el misterio de la fe con alma limpia, muestren en sus obras la palabra que proclaman para que el pueblo cristiano, vivificado por el Espíritu Santo, sea oblación agradable a Dios, y ustedes, en el último día, puedan salir al encuentro del Señor, y oír de Él estas palabras: “Bien, servidor bueno y fiel, entra en el banquete de tu Señor”.

Agradezco a las esposas de ustedes. El matrimonio los ha consagrado para ser signos del Dios que hizo alianza con nosotros. Gracias a ustedes esposas y madres. Gracias a sus hijos. Ellos, que son regalo de Dios, como fruto del amor, los han hecho hombres generosos, cercanos, con amor tierno, fuerte y fiel. Gracias a todos sus hijos. Gracias a las Comunidades de donde proceden. En medio de ellas experimentaron el llamado a este servicio diaconal. Gracias a sus párrocos y acompañantes espirituales. Gracias al Instituto Diaconal “San Lorenzo, diácono y mártir”, a sus formadores. Gracias a los hermanos diáconos que los han acompañado en la formación inicial, y que serán mentores importantes en su formación permanente. ¡Gracias!

La Virgen, mujer fiel y servidora del Señor, los acompañe en su ministerio.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILÍA DE LA XXVIII MISA DE LA ESPERANZA
“No apartes tu rostro del pobre” (Tb. 7,4)
Cruce Varela – Sábado 18 de noviembre de 2023

Hermanas y hermanos:

Desde aquel año 1996, convocados por el P. Obispo Jorge Novak, se celebra aquí la Misa de la Esperanza. Desde el año 2017, luego del Año de la Misericordia, unimos esta Misa a la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco como gesto concreto del amor a los pobres.

Venimos también para dar gracias a Dios por la próxima beatificación de un querido pastor de la Iglesia argentina, que fue nuestro obispo cuando pertenecíamos a Avellaneda, el Cardenal Eduardo Francisco Pironio. Se lo ha llamado “el profeta de la esperanza”.

También hoy nos convoca a rezar el momento actual de la Argentina, donde el pueblo elegirá democráticamente a sus legítimas autoridades nacionales. Rezamos hoy por nuestra querida Patria Argentina.

Venimos a participar de la Eucaristía, memorial perpetuo de la Pascua de Jesús. Él se hizo hombre para hacer presente el amor de Dios a la humanidad, y en su entrega en la Cruz selló su pacto con nosotros. “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13). El amor es más fuerte que la muerte. Su amor fortalece nuestra esperanza.

En el evangelio hoy hemos escuchado a Jesús contándonos la parábola de los talentos. Los talentos representan la gran riqueza que Jesús nos ha confiado: su Palabra, el proyecto del Reino, la fuerza de su Resurrección y el don del Espíritu Santo. La parábola nos confronta con nuestra vida. ¿Cómo aprovecho ese patrimonio cristiano en mi vida personal y comunitaria? ¿De qué manera compartimos y difundimos este gran regalo de Dios a la humanidad? ¿Cómo los cristianos construimos el Reino de justicia, de verdad, de amor y paz en estos momentos de la humanidad?

El tercer servidor conoce sólo al Dios del miedo y del castigo; no conoce al Dios Padre lleno de misericordia y ternura; tampoco confía en sí mismo.

La esperanza nos libera del miedo, del aislamiento, del egoísmo y la comodidad. La esperanza nos enciende para iluminar en medio de la noche del dolor y de la impotencia; ella nos anima para sostenernos unos a otros y gestar lo nuevo, lo inédito, eso que sólo el amor puede hacer: una nueva humanidad.

“No apartes tu rostro del pobre” (Tb. 7,4) Este lema de la Jornada Mundial de los Pobres, elegido por el Papa Francisco. En su Mensaje para hoy leemos:

“La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre, llega por séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio. Cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres”. (Mensaje de la 7ª Jornada de los pobres)

En la Diócesis de Quilmes estamos haciendo nuestro Camino Sinodal, en consonancia con el que va haciendo la Iglesia de Latinoamérica y de todo el mundo.

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Francisco. 17/10/2015).

“Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. Respiración y paso sinodal revelan lo que somos y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones. Solo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; solo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el recorrido realizado y decididos a continuarlo con parresía (Francisco. 22/05/2017).

“No apartes tu rostro del pobre”

En octubre se realizó en Roma la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Tenemos ya la Relación de Síntesis: “Una Iglesia sinodal en misión”. La primera parte es titulada: “El rostro de la Iglesia universal”. El apartado N° 4 se llama: “Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia”. Los participantes del Sínodo llegaron a varias convergencias en este tema. Dicen:

“A la Iglesia, los pobres le piden amor. Por amor se entiende respeto, acogida y reconocimiento, sin los cuales, proporcionar comida, dinero o servicios sociales representa una forma de asistencia, ciertamente importante, pero que no se hace plenamente cargo de la dignidad de la persona”.

“La opción preferencial por los pobres está implícita en la cristología. Jesús, pobre y humilde, hizo amistad con los pobres, caminó con los pobres, compartió la mesa con los pobres y denunció las causas de la pobreza. Para la Iglesia, la opción por los pobres y los descartados antes que una categoría cultural, sociológica, política o filosófica, es una categoría teológica”.

Hace diez años Francisco nos regaló la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Nos dijo a todos los católicos que era un documento programático para estos años de la Iglesia. En su capítulo IV de dicado a la “Dimensión social de la Evangelización”, esto dice sobre los pobres:

“La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar… Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”. (EG202)

Escuchamos estas afirmaciones y no podemos menos que decir que nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak fue un pastor que se adelantó en su época; fue un verdadero profeta. Esto decía treinta años antes, en 1986, recordando el martirio del obispo Angelelli en su Carta pastoral sobre la opción preferencial por los pobres:

“Cuando nos anima el Espíritu de Cristo, la ´opción preferencial por los pobres´ entraña un servicio tan solidario que llega hasta el martirio, en caso necesario”.

También decía Novak en 1997: “La población tendrá fe, mientras sienta que su Iglesia se juega por los pobres. Mientras haya pastores que arriesgan su vida por el Evangelio y por el pueblo de Dios como los Romeros y los Angelelli. Mientras haya sacerdotes, entresacados del pueblo de Dios y puestos nuevamente a su servicio, compartiendo la pobreza y el peligro, como los Mujica y tantos otros. Mientras haya religiosos y religiosas que siguen al Señor hasta el Calvario, como los Palotinos asesinados en julio de 1976…” (Segundas jornadas “Justicia y Esperanza en la opción por los pobres”, 08/08/1997).

“No apartes tu rostro del pobre”

Hoy damos gracias por la beatificación del Cardenal Pironio. Cuando se creó ésta Diócesis, él ya se encontraba sirviendo en Roma, junto al Papa Pablo VI. Tuvo un vínculo por muchos años con quien fue después el obispo coadjutor de la Diócesis de Quilmes, el Padre Obispo Gerardo Farrell. Se conocían desde la época del Concilio Vaticano II, prestando ambos importantes servicios a la pastoral de las Iglesia en Argentina; muy cercanos a conocidos obispos, como Enrique Angelelli, Vicente Zaspe, Juan José Iriarte, etc.

Para conocer la sencillez y la calidad humana del Cardenal Pironio, tengo unas cartas suyas dirigidas a su amigo el P. Gerardo Farrell. En marzo de 1976 le escribe: “Acabo de enterarme que se te ha muerto un hermano: Santiago. Lo encomiendo al Señor. Pido por ti y toda tu familia. Quiero que me sientas muy cerca de ti en este momento. Pienso que son estos los momentos en que uno se siente más fraternalmente cercano a sus amigos. Por eso, aún en la distancia, quiero reiterarte la sinceridad de mi afecto y la seguridad de mi oración. Quisiera que transmitieras a todos tus familiares mis sentimientos muy fraternos y eclesiales. Para ti mi cariño de siempre, mi disponibilidad para lo que pudiera serte útil” (13/3/1976).

Dos meses después, responde los saludos del P. Gerardo Farrell, con ocasión de su nombramiento de cardenal, a cargo de la Congregación de la Vida religiosa y de los Institutos seculares: “Siento la bondad de Dios y la confianza del Papa. Pero experimento más que nunca mi pobreza y la responsabilidad de esta nueva tarea. Creo que el cardenalato no es una simple dignidad o un premio. Es, sobre todo, la invitación a un servicio que exige más profundidad de oración, mayor configuración con Cristo en la cruz y más alegría en la entrega a mis hermanos. Por eso te ruego me sigas acompañando muy de cerca con tu afecto y oración”. (10/05/1976)

Desde joven me sentí acompañado por la predicación y escritos del Cardenal Pironio, como tantos de mi generación. Conservo la primera edición de su libro: “Meditación para tiempos difíciles”, publicado en diciembre de 1976. En estos tiempos que vivimos los argentinos, que bien nos vienen estas palabras de Pironio:

“Los tiempos difíciles exigen hombres fuertes; es decir, que vivan en la firmeza y la perseverancia de la esperanza. Para ello hacen falta hombres pobres y contemplativos, totalmente desposeídos de la seguridad personal para confiar solamente en Dios, con una gran capacidad para descubrir cotidianamente el paso del Señor en la historia y para entregarse con alegría al servicio de los hombres en la constitución de un mundo más fraterno y más cristiano.

Es decir, hacen falta hombres nuevos, capaces de saborear la cruz y contagiar el gozo de la resurrección, capaces de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, capaces de experimentar la cercanía de Jesús y de contagiar al mundo la esperanza. Capaces de experimentar que «el Señor está cerca» (Flp. 4,4), y por eso son imperturbablemente alegres, y de gritar a los hombres que «el Señor viene» (1 Cor. 16, 22), y por eso viven en la inquebrantable solidez de la esperanza”. (Card. Pironio. “Meditación para tiempos difíciles”. Ed. Patria Grande. Pg. 62-63)

El Papa Francisco con sus palabras y sus gestos, nos anima cada día a vivir en la esperanza. En estos momentos de decisiones patrióticas, sus enseñanzas nos alientan a construir un país mejor, no sólo con el voto cada tanto, sino con la acción comprometida de todos los días. Hay deseos del Papa Francisco que son nuestros deseos. Así se expresa en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium:

“¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica, que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social”. (EG 205)

En Fratelli Tutti dice: “El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí”. (FT 30)

También allí dice Francisco: “No se debería ignorar ingenuamente que ´la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca´. El ´sálvese quien pueda´ se traducirá rápidamente en el ´todos contra todos´, y eso será peor que una pandemia”. (FT 36)

“No apartes tu rostro del pobre”

Somos mujeres y hombres de esperanza. La enseñanza de nuestro querido Siervo de Dios Jorge Novak nos alienta a seguir siéndolo, cada día. Esto decía en su última Misa de la Esperanza (2000):

“Hay esperanza porque miles de padres de familia alimentan y aman con ternura a sus hijos. Hay esperanza porque muchos servidores y servidoras organizan comedores, para que niños y ancianos tengan por lo menos una comida al día. Hay esperanza porque muchos voluntarios y voluntarias están junto a la cama de los enfermos, como auxiliares de las familias y de los hospitales. Hay esperanza porque muchos docentes forman con amor el cerebro y el corazón de las nuevas generaciones. Hay esperanza porque quedan todavía funcionarios y profesionales honestos”.

Nos dice Pironio: “María nos acompaña. Ciertamente son momentos duros y difíciles, pero claramente providenciales y fecundos… Sólo hace falta que vivamos en la esperanza; por eso mismo, en la pobreza, la contemplación y la fortaleza del Espíritu. Más concretamente aún, en la humilde, gozosa y total disponibilidad de María, la Virgen fiel, que dijo al Padre que Sí, y cambió la historia. Por eso ahora –alumbrada por el Espíritu y Madre del Salvador- es para nosotros Causa de la alegría y Madre de la Santa Esperanza”. (id. Pag. 68)

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes


Viernes 29 de septiembre de 2023

Hermanas y hermanos:

Hoy mismo CARITAS QUILMES cumple 40 años. El decreto de creación del 29 de septiembre de 1983, fue firmado por el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak. De su corazón pleno de amor paternal nació la decisión de organizar las obras y los servicios de caridad para los más pobres y frágiles del populoso pueblo de la Diócesis de Quilmes, conformado por los habitantes de los partidos de Quilmes, Florencio Varela y Berazategui.

Seguramente el Padre Obispo Jorge nos está invitando en esta ocasión a DAR GRACIAS A DIOS. Hacia Él se dirige nuestra acción de gracias por estos 40 años de nuestra Caritas.

Y el gracias grande a la Virgen de Luján, a quien Novak le prometió hacer la Casa de la Caridad, sede de Caritas de la Diócesis, pidiéndole la paz en medio de la guerra de las Malvinas. GRACIAS VIRGENCITA DE LUJÁN.

En aquel septiembre de 1983, el corazón de Novak palpitaba con las esperanzas de los argentinos que, luego de la oscura noche de la dictadura militar, veía renacer la participación ciudadana ejerciendo el derecho de elegir las autoridades de un gobierno democrático. Se asomaba el sol de la libertad y de la justicia.

La opción preferencial por los pobres, el compromiso misionero, la defensa de los derechos humanos y la fraternidad cultivada con hermanas y hermanos de otras Iglesias cristianas en un ecumenismo efectivo, fueron los cuatro cauces de la acción pastoral del Padre Obispo Novak.

“¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor. 9, 16) fueron las primeras palabras de Novak en el día de su ordenación como primer obispo de Quilmes. Nadie como él estaba convencido que al evangelio se lo predica con la vida. Porque Novak vivía el evangelio fundó Caritas. Damos gracias a nuestro querido Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Noval.

Agradezco, en nombre de toda la Diócesis, a las hermanas y hermanos que formaron parte de la Comisión diocesana y de otras expresiones de Cáritas de la Diócesis. Tantas y tantos voluntarios. Los de ayer, y a los de hoy. Todos somos Caritas en la Iglesia, pero los voluntarios y los que prestan su servicio en las diferentes áreas, en los Centros Comunitarios, en las Caritas Parroquiales, en los diferentes equipos, son los que merecen nuestro agradecimiento de corazón.

Quiero nombrar a los actuales integrantes de la Comisión Diocesana:
A ustedes, y en ustedes, les agradezco su tiempo y su vida entregada en el servicio a los pobres. Gracias por el trabajo diario. Y gracias por organizar este evento.

Estamos muy contentos de celebrar este aniversario, pero esto no mengua el dolor que nos causa el crecimiento de la pobreza, en nuestro país y en el mundo entero. La ciencia y la técnica han crecido en un modo exponencial pero ¡vaya contradicción! ha aumentado escandalosamente la pobreza y la miseria en el mundo. Por eso, la labor de Cáritas es desafiante.

Cuarenta años son significativos. Motivo para agradecer, sin duda, pero “hay que seguir andando nomás”. Hay como tres caminos que, parafraseando al Papa Francisco, me atrevo a proponer mirando adelante. Ellos son: el camino de los últimos, el camino del Evangelio y el camino de la creatividad.

El primero es el camino de los últimos. La caridad es la misericordia que va en busca de los más débiles, que avanza hasta las fronteras más difíciles para liberar a las personas de la esclavitud que las oprime y hacerlas protagonistas de su propia vida. Es hermoso ensanchar los senderos de la caridad, manteniendo siempre la mirada fija en los últimos de todos los tiempos. Ampliar la mirada, sí, pero partiendo de los ojos del pobre que tengo delante. Ahí es donde se aprende. Son los pobres los que ponen el dedo en la llaga de nuestras contradicciones e inquietan nuestra conciencia de forma saludable, invitándonos a cambiar. Y cuando nuestro corazón, nuestra conciencia, mirando al pobre, a los pobres, no se inquieta… detengámonos… tendríamos que detenernos: algo no funciona.

Un segundo camino irrenunciable: el camino del Evangelio. Me refiero al estilo que hay que tener, que es sólo uno, el del Evangelio. Es el estilo del amor humilde, concreto, pero no vistoso, que se propone, pero no se impone. Es el estilo del amor gratuito, que no busca recompensas. Es el estilo de la disponibilidad y del servicio, a imitación de Jesús que se hizo nuestro servidor. Seremos juzgados en el amor. El protocolo que Jesús expone en la parábola del Juicio final: “tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber; estuve de paso y ustedes me alojaron…” etc., es también de donde nace la parresía de la denuncia que nunca es una polémica contra alguien, sino una profecía para todos: es proclamar la dignidad humana cuando es pisoteada, es hacer que se escuche el grito sofocado de los pobres, es dar voz a los que no la tienen.

Y el tercer camino es el camino de la creatividad. La rica experiencia de estos cuarenta años no es un bagaje de cosas que hay que repetir; es la base sobre la que hay que construir para generar de manera constante lo que san Juan Pablo II llamaba la imaginación de la caridad (cf. Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte, 50). No nos dejemos desanimar por el creciente número de nuevos pobres y nuevas pobrezas. ¡Hay tantas y aumentan! Sigamos cultivando sueños de fraternidad y seamos signos de esperanza. Contra la tentación del pesimismo, reaccionemos compartiendo la alegría de ser una gran familia. En este ambiente fraterno el Espíritu Santo, que es creador, creativo y poeta, sugerirá nuevas ideas, adecuadas a los tiempos que vivimos.


Esos son los tres caminos que el Papa Francisco propuso y que comparto con ustedes.

El himno que compuso el P. Germán Pravia para los 40 años de la diócesis dice

“Iglesia que trabaja por la unidad:
hay un Pastor y hay una sola humanidad.
Los pobres en el centro de la misión:
la dignidad no se negocia, es don de Dios.
¡Qué mucho se ha sembrado,
y cuánto se ha servido!
¡Memoria agradecida,
que impulsa a más amor!”

Gracias por tu presencia, querido hermano y amigo Padre Obispo Maxi, obispo referente de Caritas de la Región Buenos Aires. ¡GRACIAS!

Gracias autoridades presentes de la Provincia de Buenos Aire, de nuestra Municipalidad de Quilmes, de la Municipalidad de Florencio Varela, de la Municipalidad de Berazategui. Autoridades del Ministerio de Desarrollo de Nación.

Muy querido ciudadano ilustre de Quilmes: embajador Carlos Cúster ¡Gracias por tu cercanía de siempre y tu presencia!

Amigas y amigos de la Comisión Nacional y del Equipo Nacional de Caritas Argentina.

Amigos y amigos colaboradores y benefactores, ¡muchas gracias!

Voluntarios y voluntarias de Caritas de todos nuestros Centros y Caritas Parroquiales, ¡muchas gracias!

¡MUCHAS GRACIAS!

Como sigue diciendo ese himno:

“Cuarenta años de amor,
Cuarenta años de alianza,
Iglesia pueblo de Dios,
en Quilmes, pasión y esperanza”

Quiero ahora pedirles su atención. Porque hay un amigo nuestro y amigo del mundo que nos quiere saludar: https://youtube.com/shorts/y9OmDVrv46c

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Domingo 10 de septiembre de 2023

«Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján»

Hermanas y hermanos:

Hemos venido hasta aquí acompañados esta vez con el lema: “Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”. Como buena madre, Ella recibe a todos sus hijos, sin distinción, para brindarnos el cobijo de su tierno amor y mostrarnos a Jesús, “fruto bendito de su vientre”. Es Jesús quien revela el amor del Padre. Hoy, como en cada encuentro, nos habla. Esa Palabra de vida nos ilumina y nos enciende en su amor.

Tanto el evangelio de Mateo (Mt. 18, 1-20), como las otras dos lecturas, nos habla de la caridad en la comunidad, de manera muy práctica y sencilla. Por ejemplo, la corrección fraterna hecha en un clima de amistad. La caridad es fuente de la vida nuestra. Sin caridad (solidaridad, reconciliación, fraternidad) a la iglesia le falta el alma. Porque la caridad es la presencia misma del Espíritu Santo. Donde hay amor, allí está Dios. Es el Espíritu de Cristo, como él mismo lo dice hoy: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos”.

La caridad fraterna le da fuerza y valor a la oración. Por eso es que la iglesia privilegia la oración comunitaria. Esta peregrinación, por ejemplo, es expresión de la piadosa oración y de la comunión de la Iglesia de Quilmes. La Peregrinación fortalece nuestra unidad en la fe. Tan claro lo tenía en su corazón de pastor el Padre Obispo Jorge Novak quien, desde 1979, organizó con la ayuda de sacerdotes y fieles esta Peregrinación anual. Siempre había motivos comunitarios, situaciones de la vida de las familias y del pueblo que animaban a venir a Luján, la mayoría “juntando moneditas” para celebrar juntos la fe en la casa de la Madre del pueblo argentino.

Siempre pidiendo: “Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”.

El mismo Padre Obispo Jorge Novak nos cuenta de ese lazo indisoluble existente entre la fe y la caridad, fuente de la enseñanza social de la Iglesia. En su homilía de la 10ª Peregrinación a Luján (1988), leemos:

“En la 4ª Peregrinación diocesana, en el Camarín de la Virgen hice el voto de levantar la Casa de la Caridad. Este centro de operaciones de la solidaridad cristiana habría de ser el ex voto de reconocimiento de la diócesis en momentos en que se cernía (la guerra) amenazante sobre el cielo de nuestra patria. Tres años más tarde encaramos la «Campaña del amor y de la esperanza» para ofrecer una solución a los «chicos de la calle». Tras sortear muchas dificultades pudimos inaugurar este año los primeros Hogares «Madre Teresa de Calcuta». Hemos de considerarlos como manifestación viva de la «Casa de la Caridad». Como ramificación del árbol de la vida plantado en el centro mismo de la diócesis… Tengamos también en cuenta que, al inaugurar la Casa de la Caridad hace un año (1987), le dí el nombre de «Juan Pablo II», como memoria bien expresiva de la visita apostólica que el Papa acababa de hacernos a los argentinos. Entonces dije y lo recalco ahora, que no eran las placas de bronce o de mármol las que habrían de perpetuar el recuerdo del «maestro de la fe», sino instituciones vivientes, ya que la fe ha de mostrarse operativa por la caridad”.

En estas palabras de nuestro primer obispo contemplamos el corazón del buen pastor que da la vida por sus ovejas. La unión entre fe y las obras; la fe y la caridad. Las huellas que marcó nos comprometen a seguir andando, sin sacar los ojos de Jesús. En él vemos reflejado anticipadamente lo que el Papa Francisco nos dice en su Exhortación Evangelii gaudium: (EG 183)

“Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de Santa Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia».

Estas palabras del Papa Francisco nos invitan a recordarlo hoy ante la Virgen de Luján. Ayer ha estado compartiendo con él nuestro querido Padre Obispo Eduardo Redondo, quien está unido a esta celebración diocesana. Vaya desde aquí la plegaria y el aplauso para ellos dos.

“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

En estos días hubo una clara adhesión de sacerdotes y fieles al Papa Francisco ocasionada por los dichos insultantes de un candidato presidencial referidos al Papa y descalificativos de la enseñanza social de la Iglesia. Las declaraciones públicas de los dos grupos de sacerdotes nos ayudan a discernir en estos momentos tan importantes de nuestro país. Es necesario seguir fortaleciendo, con nuestro compromiso, el estilo de vida democrático que hace 40 años el pueblo argentino reconquistó con mucho sufrimiento y dolor, como lo atestiguó la vida y el ministerio de nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak.

“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

También hace 40 años, nuestra Iglesia de Quilmes celebró su primer Sínodo. Lo celebramos siguiendo nuestro Camino Sinodal Diocesano, en consonancia con el Sínodo sobre la Sinodalidad de toda la Iglesia, cuya asamblea general tendrá lugar en Roma durante el mes de octubre. El título es: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Las parroquias han ido realizando sus encuentros en estos meses. A partir de octubre, los tres obispos y miembros del Consejo Sinodal Diocesano nos reuniremos con las hermanas y hermanos de cada decanato. Serán muy lindos encuentros, con un mínimo de 15 personas de cada parroquia. Ya están las fechas. La convocatoria es amplia y libre.

“El proceso sinodal ofrece una oportunidad de encuentro en la fe que hace crecer el vínculo con el Señor, la fraternidad entre las personas y el amor a la Iglesia. El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo”.

“De hecho, los problemas, las resistencias, las dificultades y las tensiones no se ocultan ni se esconden, sino que se identifican y se nombran gracias a un diálogo auténtico que permite hablar y escuchar con libertad y sinceridad”. (Del Instrumento de trabajo del Sínodo).


“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

Queremos también dar gracias por los 40 años que cumple CARITAS QUILMES. El viernes 29 de septiembre lo celebraremos festivamente en las instalaciones de UOYEP (Unión Obreros y Empleados Plásticos) Avda. de la Plata. Quilmes Oeste.

Demos gracias al Señor y a la Virgen por nuestro Seminario Diocesano “María, Reina de los Apóstoles” que también cumple sus 40 años. Recemos por nuestros seminaristas y por quienes están a cargo de su formación. No nos olvidemos de pedir en nuestras comunidades por las vocaciones en la Iglesia y para que la pastoral vocacional sea parte integrante de la vida de nuestras comunidades parroquiales.

Pidamos a María que nos enseñe a escuchar mejor la Palabra de Dios y a los hermanos; que nos ayude a construir hoy el Reino de justicia, de amor y de paz en esta sociedad argentina; que escuche las plegarias que hacemos por los que no han venido y nos pidieron recordarlos, especialmente a los enfermos y mayores.

Abriendo nuestro corazón a todas y todos decimos:

“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILIA DE LA MISA 25° ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA PARROQUIA
«EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ DE LOS QUILMES»
Domingo 30 de julio de 2023

Hermanas y hermanos:

Con profunda alegría estamos celebrando las Bodas de Plata de esta Parroquia “Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes”, creada por nuestro primer pastor el Padre Obispo Jorge Novak, por decreto del 9 de julio de 1998. En esta ribera de Quilmes, donde se encontraba la Capilla de Nuestra Señora de la Merced, desde 1968, y las otras dos capillas de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y de la Asunción de María.

El mismo Padre Obispo Novak contaba en un programa radial que ese 9 de julio fue luminoso, de sol radiante. Día patrio, de la Virgen de Itatí y el día elegido para celebrar solemnemente la creación de esta nueva Parroquia.

En la mente del Padre Obispo, conocedor de la historia de la Iglesia, estaba el deseo de mantener viva la memoria de nuestros orígenes como pueblo en esta ribera del Río de la Plata. Es una muestra de las luces y sombras que tiene nuestra historia. En estas tierras fueron deportados los Quilmes, procedentes de Tucumán. Aquí se estableció la reducción con esas “doscientas sesenta familias de indios Quilmes, con un agregado posterior de hualfines; y se formó con ellos, por noviembre de 1666, la reducción y curato de la Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes”, en el lugar donde está el centro histórico de nuestra ciudad, precisamente en la manzana de nuestra Iglesia Catedral. (Cfr.P. Cayetano Bruno. “Historia de la Iglesia en la Argentina”, vol. III, pag. 110-111)

Nuestro cancionero diocesano ha querido cuidar el hermoso legado del P. Germán Pravia, con el canto que rememora nuestra historia: “En la cruz diste la vida”. En una de sus estrofas leemos:

“Hay un pueblo caminando, son los Kilmes rumbo al sur,
reducidos por la fuerza de la espada y de la cruz.
Procesión de condenados, con Jesús van a morir;
nuestra diócesis de Quilmes con su sangre va a vivir”

El Padre Obispo Jorge, en su homilía de hace 25 años, en este mismo lugar, nos decía:

“A lo largo de su historia la Iglesia experimenta la victoria de la Cruz dolorosa. En los miembros de su cuerpo se abren constantemente las heridas de la persecución, las llagas de la pobreza, los sufrimientos de la enfermedad. Pero siempre, por la fuerza divina del Espíritu de Jesús, la cruz dolorosa se transfigura en gloria. En la gloria de la caridad, en la gloria de la santidad, en la gloria de la fraternidad. En los albores de la evangelización de América, los aborígenes hubieron de sufrir lo indecible. Por algo hablamos de la Santa Cruz de los Quilmes. En México la Virgen y Madre María se apareció al beato Juan Diego con un mensaje de misericordia: “deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él morar, y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen”. Ya sabemos de la irradiación del amor misericordioso de Cristo, por mediación de María, desde el Santuario de Guadalupe (…) Por eso la Cruz, con su realismo de dolor, de marginación, de enfermedad, es una invitación a quienes gozamos de salud, de relativo bienestar y de la sensibilidad de un corazón que palpita al unísono con el de Jesús, a transformar la pena en alegría. Con que quienes podemos hagamos un pequeño esfuerzo, la guerra dará paso a la paz, la mentira a la verdad, el odio al amor” (9/7/1998)

El Siervo de Dios nos regaló esta parroquia para que los que tenemos la dicha de vivir en Quilmes, en esta querida diócesis, siempre mantengamos fijos nuestros ojos en Jesús. En este Jesús de la cruz que nos revela el gran amor de Dios, misericordioso y perdonador. El que da la vida por sus amigos. El que es fiel hasta la muerte. Este Jesús Camino, Verdad y Vida. Jesús que da sentido a nuestra vida entera, con sus dolores y sufrimientos, con sus logros y sus realizaciones.

Hoy, 30 de julio, es el Día Mundial contra la Trata de Personas. El recuerdo de la esclavitud de los Quilmes y tantos malos tratos, nos lleva a pensar que este flagelo del sometimiento, de la compra y venta de personas, lamentablemente también hoy está presente.

“La trata constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, por lo que debe considerarse un crimen de lesa humanidad” (Francisco, 12/12/2013)

“Es una herida abierta y profunda en el cuerpo de Cristo, en el cuerpo de la humanidad entera.” (Francisco, 08/02/2022).

Tomemos conciencia de esta triste realidad. Cuidemos de la vida de los demás. Denunciemos estos atropellos. Recemos por los que sufren estas injusticias. Apoyemos a todos los que trabajan por desterrar este flagelo.

Hoy, hemos escuchado en la palabra que Dios se le aparece en sueños a Salomón y le dice que le pida lo que desee. Hoy ¿Qué le pido a Jesús?

En el evangelio encontramos una pista, una sugerencia. Está bueno pedirle a Dios que siempre tengamos la mirada puesta en Él, que tanto nos ama. Que como el hombre que encontró el tesoro en el campo y lo volvió a esconder, para luego, lleno de alegría salir corriendo, vender todo lo que tenía, y luego comprar ese terreno, también nosotros relativicemos todo para quedarnos siempre con lo más importante: la amistad con Jesús. Vivir enamorados de Él. Que todo lo hagamos con Él, y para Él. Y ese Jesús nos dirá a cada uno, lo que expresa una bella canción:

“Conozco tu corazón.
Conozco tu realidad, sé todo de ti.
Vengo a saciar tu necesidad porque te amo,
porque te amé y te amaré con toda mi fuerza”

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.” (DA 29).

El Camino Sinodal que vamos haciendo, requiere esta alegría del seguimiento de Jesús, ensanchando el espacio de nuestra carpa, para incluir a todos como destinatarios y como protagonistas, en la construcción del Reino de Dios. Reino de justicia, de verdad, de libertad, de amor y de paz.

Agradezco al P. Oscar Marchessi, a los diáconos Héctor Salatino y Demián Mariño, a todas y todos los agentes pastorales de esta Parroquia por el servicio que permanentemente brindan a la Comunidad Parroquial, a la vez que, en nombre de toda la Diócesis, les felicito en este 25° aniversario.

Tenemos presente a todas las personas que dieron inicio a nuestra Comunidad parroquial, a todos los que prestaron su servicio ministerial aquí; algunos están presentes aquí, otros no han podido venir. Recordamos especialmente a los que el Señor ha llamado a su presencia; nuestra plegaria por ellos. Desde el Cielo acompañan nuestro caminar.

Que la Virgen Madre, en sus advocaciones de La Merced (vice patrona parroquial), la Medalla Milagrosa y de la Asunción, cuide de todas las familias de la Ribera de Quilmes.

María que “se levantó y partió sin demora” para servir, nos acompañe cada día en nuestra misión de llevar el Evangelio a tantas y tantos que nos rodean, en la familia, en el vecindario, en las comunidades, en los lugares de trabajo y de estudio, en la calle y las esquinas.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes


Domingo 9 de julio de 2023
Iglesia Catedral – Quilmes

Sres. Integrantes del Ejecutivo Municipal
Sres. Legisladores
Sres. Concejales
Autoridades del Poder Judicial
Hermanas y hermanos de otras confesiones cristianas y de otros credos
Autoridades Militares y Policiales
Representantes de las asociaciones intermedias 
Instituciones del Partido de Quilmes
Abanderados, Docentes y alumnos
Personas de los Medios de prensa
Sr. Cura Párroco

Hermanas y hermanos:

El pasaje del Evangelio que hemos escuchado nos presenta a Jesús orando al Padre; alabándolo al sentirse Hijo muy amado, y hermanado con aquellos pequeños a quienes Jesús les ha manifestado ese amor del Padre.

Dios, en Jesucristo, nos hace hermanos. Su amor nos cuida, nos hace pacientes, nos estimula y nos libera de la ceguera de nuestro orgullo y vanidad. Nos revela que, en ese amor, una vida distinta es posible. 

Estamos aquí dando gracias a Dios por esa generación de hombres y mujeres argentinas que, interpretando un creciente sentimiento de libertad de los pueblos a quienes representaban, asumieron la grave responsabilidad de encauzar los ideales americanistas. No pensaron en sí mismos mezquinamente, sino que despojados de ambiciones personales no ahorraron sacrificios para unirse en la causa de la Independencia.

Se solidarizaron con los ideales de otros estados que surgían con la misma vocación. José de San Martín, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes y tantos otros Padres de la Patria animaron incondicionalmente a los congresales y cifraron su esperanza en aquel Congreso soberano de julio de 1816.

La independencia y libertad proclamadas hace más de dos siglos, no siempre se tradujeron en tiempo de paz y progreso para todos. Provincias sin recursos y familias pobres sin casa, con muchos argentinos al borde o fuera del sistema laboral, no reflejan las aspiraciones federales de los congresales en Tucumán.

Me hago eco de la declaración que han hecho los Equipo de Curas de Villas y Barrios Populares de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, titulada: “No se olviden de las y de los pobres”.

“El anuncio del Evangelio de Jesús, nos invita al compromiso por el otro y a apostar por la vida comunitaria. Los derechos humanos hoy son ineludiblemente derechos sociales. La democracia no debe dejar a nadie afuera, debe incorporar a todos, especialmente a los rotos, hacerles lugar. ¡No dejemos que nos roben esa esperanza! Muchas veces vemos a las dirigencias de diversos ámbitos desconectadas de la vida concreta de las mayorías, envueltas en internismos, buscando ocupar espacios de poder. No abundan las propuestas concretas que expresen vocación de transformar, de imaginar un sueño que ayude a poner de pié y caminar tras de él. Las y los más pobres se volvieron casi invisibles para la agenda política y mediática, cuando no son objeto de declaraciones insensibles que denotan violencia y aporofobia (rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre)

Siguiendo la encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco, afirmamos que es imperiosa una política de fraternidad y amistad social arraigada en la vida del pueblo. Sobre todo se trata de encontrar mecanismos para garantizar a todas las personas una vida digna de llamarse humana. Por eso valoramos profundamente la vocación política, la política como servicio, que abre cauces nuevos para que el pueblo se organice y se exprese. Una política no solo para el pueblo sino con el pueblo, arraigada en sus comunidades, y en sus valores, también los religiosos. 

La principal herramienta de transformación que tiene el que gobierna es el Estado. En las villas o barrios populares necesitamos de una presencia inteligente del Estado, de un Estado emprendedor, pero sobre todo de un Estado que entre en la lógica del cuidado de los más frágiles. Es verdad que hay algunas políticas que se vienen enfocando en este sentido, como las vinculadas a la integración socio-urbana de los barrios populares o los programas de abordaje comunitario de las personas que padecen adicciones, pero entendemos que resultan insuficientes. 

La pobreza no es solo escasez de recursos materiales. El lazo social que se rompe en las crisis no se recupera automáticamente en tiempos de bonanza económica. Para revertir las heridas de la crisis, la violencia, la vida en calle, la marginalidad, la adicción, las fatales consecuencias de la desesperanza, la falta de educación, no solo se necesita dinero, sino también poner mucho el cuerpo y mucho tiempo. Urge consolidar y profundizar los programas de cuidado, que organizan la comunidad para la reconstrucción del tejido social.

Para abordar la pobreza multidimensional hay que profundizar estos caminos: techo, tierra, trabajo y reconstrucción de la comunidad. Otra vez el pueblo argentino debe volver a saber que es posible alcanzar una tierra para trabajar, para construir un techo y así cuidar de una familia. Debe redescubrir el camino de la educación como la mejor política de seguridad. Debemos recuperar el cuidado de las infancias, respetar a los abuelos y abuelas, cuidándolos, y aprendiendo de su sabiduría de vida. En definitiva en este tiempo electoral el resumen de lo que queremos expresar es: «No se olviden de las y los pobres».”


Desde esta ciudad de Quilmes, que fue partícipe de las grandes gestas de la Patria, queremos dar gracias en estos 207 años de la Independencia. La imagen de la Casa histórica de Tucumán nos compromete a hacer de este lugar en que vivimos una casa para todos, donde nadie esté excluido. Porque para nosotros la Patria es un regalo de Dios, un don de su amor que estamos llamados a cuidar y a desarrollar. La tierra donde nacimos es símbolo de los brazos de Dios que nos han acogido en este mundo, y el pueblo del que formamos parte es una trama que nos contiene, nos otorga una identidad y un sentido de pertenencia. (Cfr. “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”. Cap. I, II y V. CEA. 2016)

Hoy hacemos memoria de un argentino que sirvió como pastor a la causa de la justicia y de la fraternidad: el Padre Obispo Jorge Novak, a veintidos años de su muerte. Su ejemplo de ciudadano nos estimula en el compromiso de hacer “una patria de hermanos”.

Que la Virgen de Itatí a quien hoy celebramos, nos inspire los caminos para cuidar la fragilidad de nuestro pueblo”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILIA EN LA MISA CRISMAL 2023
Catedral de Quilmes, 5 de abril de 2023

Hermanas y hermanos aquí presentes y a quienes lo hacen virtualmente:

Les transmito el saludo del P. Obispo Emérito Luis Stöckler, que debido a las limitaciones propias de su edad, no puede hoy estar presente acá. Está unido espiritualmente, como siempre, a toda la Comunidad Diocesana.

Esta celebración de la Misa Crismal, en el marco del Jueves Santo, c. En esta misa son consagrados los óleos para la celebración de los sacramentos.

La palabra de Dios nos invita a mirar a Jesús, centro de este Triduo Pascual que iniciaremos en todas las comunidades. En la sinagoga de Nazaret, aquel sábado, “todos tenían los ojos fijos en Él”.

Cada Semana Santa es una bella ocasión que tenemos, como pueblo cristiano, para renovar nuestro seguimiento de Jesús, como sus discípulos misioneros.

Dos veces hemos escuchado:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres” (Is. 61, 1 y Lc. 4, 18) Palabras para todo el pueblo cristiano y, de modo particular, para nosotros sacerdotes y diáconos, quienes tenemos la misión de evangelizar, exhortando a todos al seguimiento de Jesús.

Como Iglesia diocesana y universal, estamos en el Camino Sinodal. El lema que nos abraza a todos es: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

Comunión y misión son expresiones teológicas que designan el misterio de la Iglesia. San Pablo VI quiso condensar precisamente en estas dos palabras —comunión y misión— «las líneas maestras, enunciadas por el Concilio». Conmemorando la apertura, afirmó en efecto que las líneas generales habían sido «la comunión, es decir, la cohesión y la plenitud interior, en la gracia, la verdad y la colaboración […], y la misión, que es el compromiso apostólico hacia el mundo contemporáneo» (Ángelus, 11 octubre 1970), que no es proselitismo (Francisco. 9/10/21)

La otra palabra es participación“Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad de manera concreta a cada paso del camino y del obrar, promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos” (ídem)

Al iniciar este proceso sinodal, el Papa Francisco nos ha dicho que es un tiempo de gracia que, en la alegría del Evangelio, nos permite al menos captar tres oportunidades. Primera: encaminarnos estructuralmente hacia una iglesia sinodal: un lugar abierto, donde todos se sientan en casa y puedan participar. Segunda oportunidad: para ser una Iglesia de la escucha: Escuchar el Espíritu en la adoración y la oración. Escuchar a los hermanos y hermanas acerca de las esperanzas y las crisis de la fe en las diversas partes del mundo, las urgencias de renovación de la vida pastoral y las señales que provienen de las realidades locales. Y tercera: tenemos la oportunidad de ser una Iglesia de la cercanía“Volvamos siempre al estilo de Dios, el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Dios siempre ha actuado así. Si nosotros no llegamos a ser esta Iglesia de la cercanía con actitudes de compasión y ternura, no seremos la Iglesia del Señor. Y esto no sólo con las palabras, sino con la presencia, para que se establezcan mayores lazos de amistad con la sociedad y con el mundo. Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios. No olvidemos el estilo de Dios que nos ha de ayudar: la cercanía, la compasión y la ternura”(Francisco: ídem)

No son actitudes novedosas en la historia de la evangelización. Si bien muchas veces la Iglesia se alejó del cauce del Evangelio, muchas mujeres y hombres cristianos llevados por el Espíritu sacudieron a la Iglesia de sus letargos, brindando un testimonio de fidelidad al estilo de Jesús. Por ejemplo, en algo que nos compete particularmente, como es la predicación, tenemos la enseñanza del santo que hoy, 5 de abril, conmemoramos: San Vicente Ferrer. Sacerdote dominico, nacido en 1350, en Valencia (España) y que muere en Bretaña (Francia) en 1419. Se destacó como teólogo y predicador. De profunda vida de oración; denunció las costumbres ajenas al Evangelio, y convirtió a muchos judíos y moros. En su tratado de la vida espiritual, se refiere al modo de predicar. Leemos allí: “En la predicación y exhortación debes usar un lenguaje sencillo y un estilo familiar, bajando a los detalles concretos. Utiliza ejemplos, todos los que puedas, para que cualquier pecador se vea retratado en la exposición que haces de su pecado; pero de tal manera que no des la impresión de soberbia o indignación, sino que lo haces llevado de la caridad y espíritu paternal, como un padre que se compadece de sus hijos cuando los ve en pecado o gravemente enfermos, o que han caído en un pozo, esforzándose para sacarlos del peligro y acariciándoles como una madre. Hazlo alegrándote del bien que obtendrán… Hablar de las virtudes y los vicios no produce impacto en los oyentes. En el confesionario debes mostrar sentimientos de caridad, lo mismo si tienes que animar a los pusilánimes… el pecador ha de sentir siempre que tus palabras proceden de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder siempre a las recomendaciones punzantes. Si quieres ser útil a tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus actividades” (San Vicente Ferrer, presbítero, “Tratado sobre la vida espiritual”. Cap. 13)

Los aceites que vamos a consagrar nos hablan de ese amor de Cristo que se derrama sobre nosotros, de modo suave y penetrante, y que quiere llegar a todos. Que nuestros corazones se inunden de los sentimientos de Cristo Jesús, como nos exhorta Pablo en Filipenses en el bello capítulo 2: “les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo buen unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás. Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp. 2, 2-5) Contemplando estos recipientes con aceite, imaginemos a todas aquellas personas que serán ungidas por ellos de manos de nuestros sacerdotes, diáconos y obispos: los enfermos, los nuevos bautizados y catecúmenos, los confirmandos, los futuros sacerdotes… Todo el pueblo de Dios ungido por el amor misericordioso de Dios. Seamos como ese aceite que es fortaleza para los débiles y frágiles, siendo buenos samaritanos con nuestras actitudes, gestos, acciones concretas y nuestras palabras sostenidas por una profunda oración. En estos días hemos rezado por la salud de nuestro querido Papa Francisco. Dios ha oído nuestras súplicas. Hoy damos gracias también por estos diez años de pontificado; él preside en la caridad a toda la Iglesia. No cabe duda que Dios lo eligió para ser el Papa para acompañarnos en este cambio de época que vive la humanidad. En el camino sinodal, Francisco nos invita a “ensanchar el espacio de nuestra carpa” para albergar a todas y todos sin distinción alguna. Su enseñanza siempre nos invita a fijar los ojos en Jesús. Así lo ha hecho el domingo de Ramos, luego de haber estado internado. Así se expresaba en su homilía: “El amor de Jesús, es capaz de transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne. Es un amor de piedad, de ternura, de compasión. Este es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. Así es Dios. Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana. Está con cada uno de ellos, abandonados hasta la muerte. Pienso en aquel hombre alemán, indigente, que murió en la columnata de la plaza, solo, abandonado. Ese es Jesús para cada uno de nosotros. Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados. Yo también necesito que Jesús me acaricie y se me acerque, es por eso que voy a buscarlo en los que están abandonados, solos. Él quiere que cuidemos de los hermanos y de las hermanas que más se asemejan a Él, en el momento extremo del dolor y la soledad. Hoy, queridos hermanos y hermanas, hay tantos “cristos abandonados”. Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; hay emigrantes que ya no son rostros sino números; hay presos rechazados, personas catalogadas como problema. Pero también hay tantos cristos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco: niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos ―que tal vez pueden ser tu papá, tu mamá, tu abuelo o tu abuela, abandonados en los institutos geriátricos―, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor. Y no encuentran otro camino más que el del suicidio. Los abandonados de hoy. Los cristos de hoy.

Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte. Porque, recordémoslo, las personas rechazadas y excluidas son iconos vivos de Cristo. Nos recuerdan la locura de su amor, su abandono que nos salva de toda soledad y desolación. Hermanos y hermanas, pidamos hoy la gracia de saber amar a Jesús abandonado y saber amar a Jesús en cada persona abandonada. Pidamos la gracia de saber ver, de saber reconocer al Señor que sigue gritando en ellos. No dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia. Dios no nos ha dejado solos; cuidemos de aquellos que han sido dejados solos. Entonces, sólo entonces, haremos nuestros los deseos y los sentimientos de Aquel que por nosotros «se anonadó a sí mismo»
 (Flp 2,7). Se anonadó totalmente por nosotros” (Francisco; 2/4/2023)

En nombre del P. Obispo Eduardo, del P. Obispo Juan Carlos, les damos las gracias por estar aquí. Que Dios nos conceda a todos vivir una feliz Pascua y que la Virgen Inmaculada nos mantenga unidos muy junto a su Hijo Jesús ¡Así sea!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
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Homilía de la Misa de Ordenación Diaconal
Catedral de Quilmes, 25 de marzo de 2023

“He aquí la servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1,38)

Hermanas y hermanos:

“¡Alégrate!” es lo primero que María escucha de parte de Dios según el relato de la anunciación. Es la invitación para cada uno de nosotros hoy. Es la primera palabra de Dios a toda criatura. Porque en todo momento, en toda circunstancia de la vida, Dios nos ama. Hoy venimos a celebrar ese amor de Dios que no nos abandonó en la tristeza del pecado y de la muerte, sino que para salvarnos se hace uno de nosotros. Se hizo carne y habitó entre nosotros. Gracias al “sí” de María, que aceptó el designio amoroso de Dios. Ella es causa de nuestra alegría.

“El Señor está contigo”. La alegría no es un simple optimismo. María es invitada a alegrarse porque no está sola. Dios está con ella. Es una alegría que nace de la fe en Dios que se ha fijado en ella para derramar todo su amor, y por ella inundar de amor a toda la humanidad.

“No temas” La fragilidad humana teme ante lo desconocido. Muchos son los miedos que pueden despertarse en el corazón. También en María. Es humana. La presencia del Espíritu disipará toda duda y todo temor.

“Has hallado gracia ante Dios” No sólo María, también para nosotros es la invitación a escuchar estas palabras. Todos vivimos y morimos sostenidos por la gracia y el amor de Dios. La vida seguirá teniendo dificultades y preocupaciones, pero todo es diferente cuando vivimos buscando en Dios luz y fuerza para enfrentarlas.

“Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” El estupor de María es total. En su desconcierto hilvana unas palabras queriendo entender lo absurdo de ser madre sin haber tenido relaciones con un hombre. Pero el plan de Dios supera su pequeñez. Todo será obra del Espíritu Santo. El signo de Isabel embarazada, la anima a confiar.

“Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho” María se define como servidora del Señor, expresando su entrega sin reservas a la voluntad de Dios. María no dice: “voy a hacer”, sino “hágase”. Es total disponibilidad. Es abrir las puertas de su corazón para que Dios haga su obra. Es maravilloso ver esta mutua confianza: Dios le confía a María ser madre del Salvador, lo deja a su cuidado, le confía esa misión única, incomparable. A la vez, María se confía a Dios para lo que disponga. Es el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Misterio que revela el amor inmenso que Dios nos tiene.

El santo cura Brochero lo expresa así en su Plática sobre la última Cena: “En virtud de ese amor eterno hacia el hombre, apareció entre nosotros el Hijo de Dios hecho hombre, y tomó la apariencia de esclavo, para llorar como hombre, como puedo llorar yo. Para sufrir persecuciones como hombre, como puede sufrirlas cualquiera de ustedes. Para padecer hambre, sed, tristeza. Para experimentar los desprecios de la vanidad, la indiferencia del orgullo, las burlas de la impiedad… Para beber la hiel de la calumnia. Para apurar las heces de la maledicencia. Para sufrir en su persona… Todo cuanto debía padecer el hombre, a fin de que el hombre experimentase las riquezas de su misericordia y las dulzuras de su amor” (CEA. “El Cura Brochero”. Cap. I, 2 “Plática sobre la última Cena de Jesús”, pag. 79-80)

Queridos Sergio, Roberto y Lautaro: Por la Ordenación ustedes serán identificados con Jesús Servidor. Serán reflejos de ese amor de Jesús que lava los pies a los discípulos. Es la misma actitud que aprendemos de María, la servidora del Señor.

El 25 de marzo de 1983, hace 40 años, el Padre Obispo Jorge Novak ordenaba diácono a los seminaristas Daniel Moreno y Carlos Vázquez, junto a otros compañeros. En su homilía el Siervo de Dios dijo:

“(Ellos) Asumirán una nueva relación con la santa Palabra de Dios: serán sus ministros, sus servidores, sus administradores. Esa Palabra divina, gracias al ministerio de estos diáconos, obrará maravillas de salvación en las parroquias y barrios en que actúen.

Serán colaboradores del Obispo y de los presbíteros en la celebración eucarística. Por ellos, la Eucaristía actuará mejor en la unidad de la Iglesia y en su irradiación evangelizadora y testimonial. Serán delegados para activar el servicio a los pobres, según el ejemplo de los primeros diáconos. Gracias a su dedicación crecerá en la Diócesis la eficacia y la pureza de un esfuerzo comunitario, más urgente que nunca.

Queridos hermanos: Ustedes serán ministros sagrados dentro de unos instantes. Revístanse de los sentimientos del más grande de los servidores, Cristo Jesús. No se borre de su corazón la escena del lavatorio de los pies
 (Jn. 13, 1 ss), que es el mejor comentario a la advertencia del mismo Salvador: “el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos” (Mc. 10, 44)

Toda nuestra diócesis está de fiesta por “Sí” de ustedes y por el gran amor de Dios y de María. Es la alegría del Seminario y de nosotros que los conocemos de hace varios años. Seguiremos caminando juntos, sostenidos por la oración del pueblo de Dios y de cada uno de nosotros.

Gracias a la familia de cada uno. Gracias porque ustedes también dicen “Sí” como lo hacen Roberto, Sergio y Lautaro. Ellos han nacido y crecido en sus familias. Con ustedes damos gracias a Dios porque pasó por casa y se fijó en ellos para invitarles a seguirlo en la misión de anunciar el Evangelio y ser testigos del Señor resucitado.

Al Seminario y a su equipo de formadores, nuestras felicitaciones en este día, y nuestro agradecimiento por la tarea de acompañar a estos hermanos en su formación como creyentes y como futuros ministros de la Iglesia. Recemos por todos aquellos que el Señor llama a una especial consagración, para que nuestra oración y el acompañamiento de las comunidades los anime a dar su “sí” generoso y confiado.

Lautaro: mucho has soñado con este momento; tus ansiedades y las ganas de vivir con intensidad te ayuden a servir con entusiasmo, aprendiendo de María que luego de recibir el anuncio de Gabriel, se dispone a ayudar a su prima Isabel y con prontitud se pone en camino.

Sergio: en la mitad de tu vida te ves ya consagrado plenamente al Señor. Que esta plenitud de amor que Dios derrama en tu vida, te ayude para vivir este presente de tu existencia con total docilidad a la voluntad de Dios, a la manera de María, obediente en la fe y con plena esperanza.

Roberto: el llamado que desde muy joven estaba vivo en tu corazón, fue tomando distintas maneras de vivirlo. Hoy, tu “sí” es incondicional. La gracia de Dios, que nunca falta, te ayudará a que esa palabra de alianza, se vaya haciendo carne en tu vida, al modo que Dios quiera, como la Palabra se hizo carne en el seno de María.

Hermanas y hermanos: en este Camino Sinodal Dios nos regala estos nuevos diáconos, consagrados para servir al pueblo de Dios. Nos muestra así que hemos sido llamados todos para formar parte de una Iglesia diaconal, encarnada en el hoy de nuestro pueblo, sanando las heridas de los hermanos que están a la orilla del camino, “con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

Llenos de alegría en esta mañana, animados por el Espíritu Santo, agradecidos por el “sí” de María, digamos juntos:

“El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Catedral de Quilmes – viernes 17 de febrero de 2023

Hermanas y hermanos:

El evangelio proclamado nos presenta a Jesús a orillas del lago, llamando a sus primeros discípulos en el marco de la pesca milagrosa. Texto tan querido para todos nosotros, particularmente los consagrados. Pareciera que la brisa fresca del lago nos abraza en esta tarde y nos llena de profunda alegría y paz, renovando su Palabra que suena clara, profunda, fuerte, a la vez que suave, como prolongándose en nuestro camino discipular: “¡Sígueme!”.

Jesús, el que caminó por la periférica Galilea, es el centro de esta celebración. ¡A Él toda gloria y bendición!

Hace dos años, haciendo nuestro Camino Sinodal Diocesano, les proponía a todos como ícono otra escena junto al lago: “Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato” (Mc. 6, 34)

Así transitamos el doloroso tiempo de la pandemia viral y existencial, que fue sembrando tanta muerte y desolación. Éramos como los pescadores de aquella mañana cargados de cansancio y desilusión, limpiando las redes del desencanto, del trabajo sin fruto. Nuestras comunidades fueron visitadas por la enfermedad y la muerte; la pobreza de medios y la situación social amenazante, nos pusieron a prueba. Como familia diocesana, presbiteral y diaconal, lloramos la muerte de hermanos muy queridos. Los sentimientos de los apóstoles en la orilla del mar, eran los nuestros. Pero Dios nunca abandona. Jesús se acercó como siempre a nuestra orilla, como uno más. Su voz se hizo sentir: “Navega mar adentro”. Como Pedro, pusimos nuestra confianza en la Palabra del Maestro: “si Tú lo dices…”. Las oraciones y celebraciones, hechas de la manera que se podía; el riesgo de arremangarse y ponerse a cocinar, hacer las compras, ir a los hospitales o centros de atención; docentes que acompañaban ingeniosamente a niños y adolescentes; voluntarios que surgían espontáneos. Manos que se unían para socorrer y aliviar en el dolor. La palabra viva del Señor se adueñó de los corazones para hacer frente al mar de lo desconocido y amenazante, sólo guiados por la Palabra salvadora: “ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn. 15, 12) “Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt. 225, 40)

Dice el evangelio de hoy: “sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían” .

Los discípulos pidieron ayuda a sus compañeros. Recuerdo que el año pasado, reunido con los sacerdotes antes de viajar a Roma y visitar al Papa Francisco, hicimos un discernimiento sobre la situación que vivíamos. Consideramos que era importante que fuera y le contara de nuestras desolaciones y nuestras esperanzas. Así fue. El corazón pastoral del obispo de Roma (que hace once años estuvo en este mismo lugar, al inicio de mi caminar como obispo de Quilmes) recibió mi confesión y mi pedido de luz para el camino. Inmediatamente me dijo: “Tenés que pedir un obispo auxiliar”. Hermanas y hermanos, acá lo tenemos: el Padre Obispo Eduardo Gonzalo. ¡Gracias Papa Francisco! ¡Gracias Señor Jesús, porque seguís invitándonos a navegar mar adentro y a tirar las redes! ¡Gracias, Eduardo, por tu respuesta al llamado!

Este sí lleva consigo una renuncia dolorosa: el desprendimiento de una actividad y un servicio vivido por tantos años en la Hermandad de los Operarios Diocesanos. Es algo que jamás estuvo en tu perspectiva. Pero, el Espíritu que siempre te animó, es el que te llevó a confiar, como lo hizo Pedro… “pero, si Tú lo dices”. Ante la maravilla de la pesca, Pedro experimenta su nada y su pecado: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. Simón tuvo la audacia de echar las redes al mar fiándose de la palabra del Maestro; luego tuvo que tener la audacia de permanecer en la compañía de Jesús fiándose de su palabra alentadora.

Las palabras del libro del profeta Isaías que vos has elegido, son más que apropiadas: “No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces… Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador… Porque tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y yo te amo” (Is. 43, 1.3.4)

Volviendo al evangelio de Lucas, Jesús le dice a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres» Pescar hombres es una empresa mucho más noble y difícil que pescar peces. Es una misión maravillosa. Vos Eduardo lo has experimentado en tantos destinos pastorales; desde ahora, lo harás con nosotros, en Quilmes. Como lo expresas en tu lema de ordenación episcopal, citando a San Pablo: “Todos somos compañeros de trabajo de Dios” (1 Cor. 3, 9)

Muchas gracias a la Hermandad de los Operarios Diocesanos. Lo hago en la persona del Director General, el P. Florencio Abajo Núñez, que ha querido venir desde España para acompañar a Eduardo y a nuestra Iglesia diocesana. ¡Muchas gracias! ¡Qué desafío también para su pastoreo! No puedo olvidar a algunos de los sacerdotes operarios que he conocido. El Padre Vicente Zueco, tan importante en la pastoral vocacional en nuestro país, y también en la formación de Eduardo. Desde el Cielo nos acompaña. Al P. Arsenio Barrionuevo, que desde Tucumán nos acompaña espiritualmente, con sus 91 años de vida entregada a Dios, importante también en la formación permanente del clero argentino. A vos, querido Padre Lucas Smiriglia, nacido, criado e incardinado en esta Diócesis, y siempre cercano a nosotros. A la Hermandad le confiamos desde este año la formación de los nuevos seminaristas, en la Comunidad de las diócesis de la Patagonia, en Villa Devoto. Querida Hermandad: ¡Muchas gracias! Dios les pague tanta generosidad. Rezamos por sus vocaciones y también para nuestra diócesis. Lo hacemos invocando al Beato Mosén Sol, “el santo apóstol de las vocaciones”, fundador de la Hermandad.

Querido Cardenal Pedro Ricardo Barreto, muchas gracias por estar aquí, acompañando al P. Eduardo y a nosotros. Sabemos que este nombramiento ha significado una renuncia de parte suya y de la Arquidiócesis de Huancayo, en comunión con otras diócesis peruanas, porque el Padre Eduardo ha sido hasta ahora el rector de su Seminario. ¡Muchas gracias también a los sacerdotes peruanos que le acompañan! A ustedes y al pueblo hermano de Perú queremos expresarles nuestra solidaridad en estos momentos de dolor y de incertidumbre que están viviendo.

Gracias hermanos Obispos presentes y a los que no pudieron asistir hoy. Gracias a los co-consagrantes, cercanos al camino vocacional de Eduardo: Mons. Jorge Lozano, Mons. Carlos Sánchez y Mons. Juan Carlos Ares.

Muchas gracias a la querida familia de Eduardo: su hermana Silvia y su esposo Fabián; sus sobrinos Julián y Germán. ¡Ya tienen en Quilmes su casa!

También gracias a todos los sacerdotes, religiosas y religiosos, diáconos, familiares y amigos de Eduardo que han viajado hasta este sur de Buenos Aires. Varios sacerdotes han venido de Brasil para esta celebración ¡Gracias por estar aquí!

A las hermanas y hermanos de otras confesiones cristianas, queridas pastoras y pastores, de corazón les agrademos su presencia.

Agradezco, en nombre de toda la Diócesis, a las autoridades presentes del gobierno nacional, provincial y municipal. Destaco y agradezco la presencia del Intendente de Florencio Varela, Andrés Watson, y demás autoridades de los tres Partidos de nuestra Diócesis.

A ustedes, miembros del Presbiterio de Quilmes, Diáconos Permanentes, Religiosas y Religiosos de la diócesis, miembros de los Institutos de Vida Consagrada, Orden de Vírgenes, seminaristas, y a todas y todos los fieles cristianos de la Diócesis les quiero decir: reciban al Padre Obispo Eduardo con el mismo afecto y confianza que tienen conmigo. Sé que lo harán. Somos una gran familia, sencillos y hospitalarios. Con Eduardo, nos desgastaremos para servirles y acompañarles de la mejor manera. ¡Muchas gracias!

Con el Padre Obispo Luis Stöckler, emérito de Quilmes, y el Padre Obispo Juan Carlos Romanín, emérito de Río Gallegos, que me acompañan siempre, te doy la bienvenida, querido hermano Eduardo, a esta amada Diócesis de Quilmes.

Hace más de 46 años, en este lugar, era ordenado obispo nuestro primer Pastor: el Padre Obispo Jorge Novak. Ese 19 de septiembre de 1976, en este mismo altar pronunció las palabras de San Pablo: “¡Pobre de mí si no predicara el Evangelio!” Su vida y su testimonio, querido Eduardo, te animen cada día. Al decir del Papa Francisco: “Novak es una luz que brilla en el episcopado argentino” Que siempre sea nuestro guía y nos acompañe en el Camino Sinodal de la Iglesia de Quilmes.

María Inmaculada, la tierna Madre de Dios siempre te cuide.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILIA DEL TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
Parroquia Sagrado Corazón de Jesús
Entrega de la misma por parte de los SIERVOS DE MARÍA

Domingo 11 de diciembre de 2022

Hermanas y hermanos:

En este tercer domingo de Adviento, nos alegramos ante la proximidad de la Navidad. El evangelio nos presenta a Juan el Bautista que está preso, corriendo la suerte de todos los profetas, perseguido por haber denunciado la corrupción del reinado de Herodes. Enterado de las obras de Jesús, un tanto desconcertado por lo que oye decir, manda a sus discípulos a preguntar a Jesús si es él el Mesías esperado, o hay que esperar a otro. No se ha presentado Jesús como el Dios que hace justicia con todo su poder, aniquilando a los corruptos, sino que se ha mostrado cercano a los enfermos, a los ciegos y paralíticos, curándolos y devolviendo la vida a los muertos. Se junta con los publicanos y pecadores, invitándolos a la conversión. Éstas son las obras que Jesús realiza y manda a que se lo cuenten a Juan Bautista. Jesús viene a cumplir las profecías también, revelando el corazón misericordioso de Dios, que viene a buscar lo que estaba perdido.

Luego Jesús elogia a la persona de Juan diciendo que es el más grande de los nacidos de mujer. Sin embargo, agrega, el más pequeño del reino de los Cielos es más grande que Juan. También éste necesitará del Mesías para entrar en el Reino de Dios.

Con el corazón centrado en Jesús que viene en cada persona necesitada de amor y de cercanía, nos aprestamos a iniciar muy pronto la novena de Navidad. Ya vamos preparando en nuestras casas, en nuestros templos el pesebre para celebrar este gran misterio del amor de Dios, manifestado en Jesús niño.

En esta Misa también queremos unirnos en la acción de gracias por todos los años que la Orden de los Siervos de María han estado en esta Diócesis de Quilmes. Como ya sabemos, el año pasado, por medio de su superior provincial, Fray Marcelo, se nos comunicó que a fin de este año la Orden se ausentaría de la Diócesis y, por tanto, entregaría esta Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús que se les confió en 1939. Naturalmente, tanto para ellos como para todos nosotros, es una noticia que nunca hubiéramos querido tener, pero lamentablemente la carencia de miembros de la Orden ha llevado a redimensionar sus servicios en América, y una de las decisiones ha sido retirarse de este lugar para fortalecer otras comunidades.

Son muchos años de trabajo pastoral que ha dado tantos frutos en este Quilmes Oeste. Remontándonos en el tiempo, desde fines de mil ochocientos, esta parte de la ciudad fue creciendo de manera exponencial, conocida con el nombre de “La Colonia”. El establecimiento de la cervecería y de otras industrias en años siguientes, hizo que gran cantidad de familias se radicaran en la zona, muchas de ellas inmigrantes europeos.

La parroquia de la Inmaculada Concepción, hoy Catedral, ya había establecido una pequeña capilla junto a la calle Calchaquí, que se llamó “Nuestra Señora de Lourdes”; funcionaba en el Colegio Niño Obrero, chacra de Doña Carolina Senillosa de Harilaos, la madre de Adelia María Harilaos de Olmos, la donante de todo lo que vemos en las manzanas donde está el actual Santuario de Lourdes.

El poblado en estas cuadras junto al ferrocarril se había hecho muy denso. Cuenta la historia que en 1911, los domingos se celebraba Misa en casa de la familia Maggi, en calle Baranda entre Pellegrini y Entre Ríos. Luego, entre 1913 y 1914, en la casa de la familia Cairo, en calle 12 de octubre y Bernardo de Irigoyen. Alrededor de 1913, se empezó a celebrar la Misa en un galpón de madera y cinc, propiedad de la familia ladrillera de Miguel Onetto, ubicado en este lugar que ocupa el templo parroquial.

El P. Ángel Banfi, teniente cura de la parroquia Inmaculada Concepción, desde 1922 se abocó a construir el templo del Sagrado Corazón de Jesús. El párroco era el Pbro. Bruzzone. El 22 de marzo de 1925 se consagró el templo. Fue sede de la Conferencia Vicentina del Sagrado Corazón, época en que se hermoseó el templo con el techado, el armonio, imágenes del via crucis y de los santos. La señora Luisa G. de Borro donó el altar mayor con la imagen del Sagrado Corazón.

En el año 1939, el arzobispo de la Plata, Mons. Juan Chimento, creó la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Debido a la escasez de clero existente en la Arquidiócesis, se confía la atención pastoral a los Padres de la Orden de los Siervos de María. El 4 de junio de 1939 toman posesión de la casa y de la Iglesia del Sagrado Corazón.

La primera comunidad estaba integrada por el P. Damián Spagnolo, como superior y párroco, quien había llegado a la Argentina en 1937, destinado a la parroquia de Avellaneda (Santa Fe). Fue párroco hasta 1941. Luego fueron varios los sucesores: P. Alfredo Segafredo, P. Mario Zanella, P. Domingo Polo, P. Alejando Belló, P. Antonio Picco, P. Agustín Poier, P. Roberto Braida, P. Antonio Picco, P. Benito Moresco, P. Agustín Poier, P. Benito Moresco, P. Agustín Poier y P. Sergio Mendoza. Todos ellos acompañado por otros sacerdotes y hermanos.

Es momento para recordar a todos ellos y agradecerles de corazón por sus vidas entregadas por el Reino.

Fray Marcelo Henríquez Trujillo osm, en nombre de la diócesis de Quilmes, deseo agradecer a la Orden de los Siervos de María la gran obra que han realizado en este lugar durante tantas décadas. El servicio en la obra evangelizadora potenció el desarrollo integral de toda esta zona de Quilmes Oeste, concretada en la creación de tantos centros misioneros, capillas, centros vecinales y tantas instituciones inspiradas en los valores del evangelio, principalmente el Colegio Felipe Benizi, hoy propiedad de nuestro Obispado. En ese establecimiento educativo muchas generaciones se formaron bajo la guía de los sacerdotes y hermanos de la Orden de los Servitas.

Personalmente, quiero expresar mi sentido agradecimiento al P. Agustín Poier, por estar hoy presente. Su testimonio sacerdotal ha hecho mucho bien a esta Comunidad y a nuestra diócesis. Junto con vos, P. Agustín, quiero hacer memoria de esos grandes sacerdotes italianos que han dejado una huella imborrable en todas las familias de la zona: especialmente el P. Benito Moresco y el P. Antonio Picco, recientemente fallecido. A ellos, y a todos los miembros de la Orden ya fallecidos, Dios les regale la gloria del Cielo.

A todos ustedes, queridos Padres y Hermanos de la Orden de los Siervos de María, nuestro agradecimiento profundo, y el deseo de que su misión evangelizadora sea muy fructífera en esta querida América Latina y en todo el mundo.

A ustedes, fieles de la Parroquia del Sagrado Corazón, quiero decirles que no quedan huérfanos. La diócesis de Quilmes asumirá la responsabilidad de la conducción pastoral de la parroquia a partir del 1° de enero de 2023. En un decreto que firmaré en los próximos días, nombraré administrador parroquial al P. Sergio Mendoza, quien ha pedido estar fuera de la Orden por un año, y con gusto le confiaré la atención pastoral de la Parroquia, acompañado por los diáconos Alberto Mansilla y Guilllermo Bizín.

Que el Sagrado Corazón, Nuestra Señora de los Dolores, San José y San Mauro nos bendigan y acompañen siempre.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes