Iglesia Catedral de Quilmes

“El Espíritu del Señor está sobre mí” (Lc 4,18)

Hermanas y hermanos:

En la lectura del libro Isaías y en el Evangelio según san Lucas, hemos escuchado: “El Espíritu del Señor está sobre mí” (Is. 61, 1; Lc. 4, 18) En el principio está el Espíritu del Señor.

“Cada uno de nosotros puede decir esto; y no es presunción, es una realidad, pues todo cristiano, especialmente todo sacerdote, puede hacer suyas las siguientes palabras: «porque el Señor me ha ungido» (Is 61,1). Hermanos, sin méritos, por pura gracia hemos recibido una unción que nos ha hecho padres y pastores en el Pueblo santo de Dios. Consideremos, pues, este aspecto del Espíritu: la unción” (Francisco, Misa Crismal del 2023) El Crisma, los óleos de los catecúmenos y de los enfermos que serán consagrados hoy, nos hablan de esta realidad que somos, mujeres y hombres, ungidos por el Espíritu.

Reunidos en esta Catedral, acompañados de nuestro predecesor, el P. Obispo Luis Stöckler, del querido Padre Obispo Juan Carlos, junto con el Padre Obispo Eduardo queremos celebrar con ustedes, queridos sacerdotes y diáconos, religiosas y religiosos, y todos los fieles presentes de los tres partidos, el gran amor de Dios manifestado en Cristo Jesús: el Ungido del Padre.

Hoy, junto a nuestro pueblo, diáconos y sacerdotes queremos renovar nuestras promesas ministeriales, así como en la Vigilia Pascual todos renovaremos las promesas de nuestro Bautismo. Delante de ustedes, hermanas y hermanos, queremos manifestar que “hemos creído en el amor que Dios nos tiene” (1 Jn. 4, 16) y que, de nuestra parte, sólo podemos decir: “Señor, tu lo sabes todo, sabes que te quiero” (Jn. 21, 17)

Algunas consideraciones que pueden ayudarnos a contemplar el gran regalo que Dios nos hace.

Primero, el diácono, el sacerdote, el obispo somos signos de un Dios que es amor. “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes, Permanezcan en mi amor” (Jn. 15, 9) Esta es nuestra experiencia más bella y profunda sentirnos amados, escogidos, consagrados y enviados por Él. “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes” (Jn. 20, 21) “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los eligió a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero” (Jn. 15, 16) Esta experiencia del amor de Cristo, renovada cada día, conserva la frescura y el ardor de nuestro sacerdocio, de nuestro diaconado.

Segundo, somos llamados a ser pastores y servidores de nuestro pueblo. Para eso hemos sido ordenados. Cristo es el don del Padre para la vida del mundo. “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas” (Jn. 10, 11) Como Cristo –pastor, servidor, esposo- ofrecemos nuestra vida por la salvación del mundo. En el corazón de nuestra espiritualidad está la caridad pastoral, hecha de profundidad contemplativa, de serenidad de cruz pascual, de generosa disponibilidad para el servicio. Dice el apóstol Pablo: “Nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús” (2 Cor. 4, 5) A ustedes, hermanas y hermanos, les pedimos que recen siempre para que el Señor aumente en nosotros la caridad pastoral.

Por último, sacerdotes y diáconos somos constructores de comunión. Somos los elegidos de Dios y consagrados por el Orden para ser constructores de la comunidad eclesial; en comunión profunda con el Obispo, con el presbiterio, con los demás diáconos, con las religiosas y religiosos y con los fieles laicos. Nuestra vida y ministerio están al servicio de la comunión eclesial, por medio de la Palabra, la Eucaristía y la caridad pastoral. La comunión exige una gran capacidad de donación, hecha con humildad de servidor y con alegría de amor fraterno. Como dice Juan: “Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn. 4, 7-8) (Cfr. Cardenal Pironio, homilía del 22 de junio de 1995)

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió” —continúa la profecía—, «y me envió a llevar una buena nueva, liberación, curación y gracia» (cf. Is 61,1-2; Lc 4,18-19); en una palabra, a llevar armonía donde no la hay. Porque como dice san Basilio: “El Espíritu es armonía”, es Él el que crea la armonía. Esta es una consideración que el Papa Francisco hacía en la Misa Crismal del año pasado. “Crear armonía es lo que Él desea, especialmente a través de aquellos en quienes ha derramado su unción”. “Ayudémonos, hermanos, a custodiar la armonía, custodiar la armonía —esta es la tarea—, empezando no por los demás, sino por uno mismo; preguntándonos: mis palabras, mis comentarios, lo que digo y escribo, ¿tienen el sello del Espíritu o el del mundo?»

Queridos sacerdotes, gracias por el sí de cada uno, por la entrega de cada día, por el servicio a sus comunidades y a la Iglesia de Quilmes. Son también los sentimientos del Padre Obispo Eduardo. En ustedes agradezco a aquellos que no están presentes, pero sí los tenemos en nuestro corazón unidos a esta Eucaristía. Vaya el recuerdo agradecido de los sacerdotes que nos han precedido en el encuentro definitivo con Dios, y que recordaremos en el momento de los difuntos.

Nuestro agradecimiento a los diáconos, a sus esposas y familias. Gracias por el testimonio de servicio generoso en sus destinos pastorales. Tenemos en cuenta a aquellos que están enfermos o imposibilitados de participar en esta celebración, que expresa la comunión de todo el pueblo cristiano junto a su Pastor.

Hermanas y hermanos: Rezaremos por nuestros diáconos y sacerdotes, como se hace en todas las Catedrales del mundo en la Misa Crismal. Recemos también por nuestros seminaristas, por los que se forman en el Instituto Diaconal, y por el aumento de las vocaciones.

Oremos también por todo nuestro pueblo que vive momentos de crisis social y política, de incertidumbre, de inseguridad, de empobrecimiento, de ataque sistemático a los valores culturales de la solidaridad y justicia social, para que nada ni nadie nos aleje de los grandes cauces de nuestra Iglesia diocesana de Quilmes: la opción preferencial por los pobres, el ardor misionero, la defensa de los derechos humanos y la fraternidad ecuménica.

Que María Inmaculada nos acompañe a vivir con alegría nuestra vocación de servicio al pueblo de Dios, consagrados para testimoniar el amor de Dios y ser factores de comunión fraterna.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Quilmes, 27 de marzo  de 2024


Parroquia “San Juan Bautista” – Florencio Varela
“Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”

Hermanas y hermanos:

Estamos participando de la Misa con la que iniciamos la Semana Santa. Al comenzar, conmemoramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, días antes de su muerte y resurrección. Entrada que está llena de contrastes. La ciudad está llena de gente venida de todas partes para celebrar la Pascua de los judíos. Esta celebración despertaba cada año ese sueño de la venida de un mesías nacionalista que con poder los liberara del poder opresor. Así es que reciben a Jesús con todos los honores y desbordantes de alegría cantan: “¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito que ya viene el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!”

Parece que Jesús acepta estos homenajes, pero hay manifestaciones suyas despegándose de ese mesianismo. Él ha enviado al pueblo a sus discípulos a buscar un asno. Da precisiones: “un asno atado cerca de una puerta, en la calle”. No hace como los reyes de entonces que montaban a caballo, con aire de conquistador, como jefe de un ejército triunfador luego de dar muerte a los enemigos. Todo lo contrario, el asno en esos tiempos era signo de vida. Era el animal compañero del hombre en su trabajo, vivía en la misma casa de su amo y lo ayudaba en sus tareas. Era su transporte para los viajes. El “asno atado y que nadie ha montado” es un signo de verdadera novedad. Jesús viene con una misión. Hasta entonces ningún jefe en Israel había entrado en la ciudad de Jerusalén como Jesús. Nadie había hecho la opción de hacer el camino de la humildad y de servicio a la vida, como Jesús que va a ofrecer su vida por el pueblo. Las autoridades religiosas sólo conocían el camino del interés, del poder, de las vanaglorias de los honores, de la explotación y de la violencia. El pueblo quería algo así, un rey o mesías poderoso. Cuando se dan cuenta que Jesús tiene otro proyecto distinto, lo rechazan y abandonan. Se dejarán engañar y muy pronto, al mismo que aclamaron como liberador estarán pidiendo al poder romano que lo crucifique. Será tratado como un delincuente y llevado a morir fuera de la ciudad, colgado en la cruz como un esclavo. No van a creer, salvo algunos, que esa era la máxima manifestación del amor, una vida entregada para que todo el mundo tenga vida, y vida en abundancia.

Comenzamos la Semana Santa. Las celebraciones de estos días, particularmente las del Triduo Pascual, son ocasión para que cada uno de nosotros renovemos nuestra vida de fe, contemplando el gran misterio de amor manifestado en Jesús muerto y resucitado. Es el núcleo vital de nuestra fe. Esto es lo que celebramos en cada Eucaristía, en cada Misa y de modo especial, el domingo. A todos los fieles cristianos de la diócesis los invito, en la medida de sus posibilidades, a participar de las celebraciones que se han organizado en las parroquias y capillas. Participemos en familia. Necesitamos todos unirnos como pueblo cristiano a celebrar y expresar nuestra fe. Los momentos difíciles que vive la Patria y el mundo entero requiere que fortalezcamos nuestro espíritu. No nos dejemos llevar por el odio, la desesperanza, el inmovilismo del individualismo que nos tienta a pensar y decir: que cada uno se las arregle: sálvese quien pueda. Jesús nos ha salvado, pero nadie se salva solo. Es la hora de la solidaridad, de la lucha por la justicia que es el camino de la paz. La hora de hacernos prójimo, mirando al costado del camino y socorrer al que necesita ayuda y consuelo. Atrevámonos a transitar la senda de la ternura para vencer la insensibilidad, el cinismo y la crueldad, tan en boga en muchos discursos y conversaciones. Ese es el camino del bien, de la verdad, de la justicia y la paz. No es el camino de los poderosos y comerciantes de la muerte.

Sepamos estar junto a las víctimas de la injusticia, de la ambición, de la prepotencia y soberbia de aquellos que sólo buscan servir al dios dinero y no tienen en cuenta el bien común de la sociedad. 

Este domingo de Ramos coincide con una fecha que ya ocupa un lugar en nuestra historia argentina, es el “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”, conmemorando el trágico golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Fueron años de oscuridad, dolor y muerte para los argentinos. El miedo cundió en la sociedad como pocas veces en los doscientos años de la vida de la Patria. Del seno de la Iglesia nacieron voces proféticas, como también de otros sectores de la sociedad. Fueron luces en medio de las tinieblas. Nuestra Diócesis de Quilmes fue creada en ese mismo año, y tuvo como primer pastor al Padre Obispo Jorge Novak, quien recibiera la ordenación episcopal en nuestra Catedral el 19 de septiembre de 1976. Ya en los primeros días de su ministerio empezaron a golpear a su puerta aquellas personas que nadie quería recibir ni escuchar: los familiares de las personas detenidas y muchas desaparecidas hasta el día de hoy. Hay cientos de testimonios escritos del accionar de nuestro obispo junto a esas familias, buscando saber algo de sus hijos e hijas. Esa actitud no era la de la mayoría de los dirigentes, más bien, muy pocos fueron los que se comprometieron a riesgo de sus propias vidas. 

He traído para tener en este altar hoy, una carta del Padre Obispo Jorge dirigida a los detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, respondiendo a cartas que los presos le habían hecho llegar. Es un saludo que les hace con motivo del comienzo de la Semana Santa, fechada el 12 de abril de 1981. Leeré algunos párrafos.

“Queridos hermanos:

En la imposibilidad de escribirles a cada uno de ustedes, extendiéndome como quisiera en consideraciones que fueran respuesta a las inquietudes expresadas en sus cartas, les hago este saludo, que ojalá les llegue para la Pascua.

Ustedes me agradecen la preocupación que les he exteriorizado en mi acción pastoral como obispo de esta diócesis de Quilmes. Al respecto, hay que tener presente que todo Obispo es ordenado, en primer lugar, para demostrar inequívocamente una actitud de paternal afecto hacia los necesitados…

Que estas líneas que les escribo a una semana de la Pascua, interpreten mis deseos de que ustedes gocen de salud, de la visita de sus seres queridos y de un trato acorde a su condición de hijos de Dios y hermanos nuestros por la fe en el Señor Jesucristo…

El criterio que me guía es el del Apóstol Pablo que escribió: “¿Quién es débil, sin que yo me sienta débil? ¿Quién está a punto de caer, sin que yo me sienta sobre ascuas? (1 Cor. 11, 29) …. 

Siempre que me otorguen el permiso las autoridades responsables, los visitaré personalmente. Porque no se me borran del corazón las graves sentencias de Jesús: ´Estaba preso, y me vinieron a ver´ (Mt. 25, 36), en base a lo cual como a las otras correlativas, seremos juzgados todos, sin excepción alguna.

Nada mejor para concluir esta carta pascual que una fórmula que nos llega de la primera comunidad cristiana (2 Cor. 13, 11-13)

´Finalmente, hermanos, estén alegres, trabajen para ser perfectos, anímense, tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso santo. Todos los hermanos les envían saludos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes.

Afmo. 
+ J.N.

Quilmes, 12 de abril de 1981, comienzo de la Semana Santa”



Hermanas y hermanos, es un verdadero regalo que tengamos tan cerca de nuestro corazón el testimonio de este Siervo de Dios, que muchos han conocido y que tantas veces celebró la Eucaristía en este templo principal de Florencio Varela. Él vivió su seguimiento de Jesús en un momento preciso de la historia de nuestro pueblo argentino. Hoy nosotros, a más de cuarenta años, en otro siglo, somos protagonistas de otro momento histórico.

Comencemos esta Semana Santa con los ojos fijos en Jesús. Nos preguntamos: ¿cuáles serán mis actitudes en estos días? Como sugerencia, diría:

– Imitar el silencio y la humildad de Jesús, como hoy lo presenta la Palabra que escuchamos. ¿Cómo puedo hacer este silencio? ¿En qué situaciones podré vivir esa humildad? ¿En qué momentos puedo estar a solas y comunitariamente con Jesús?   
– Contemplando el mayor servicio de Jesús, al entregar su propia vida por amor a mí ¿Cuáles serán mis decisiones para servir mejor a los demás? En este momento de nuestra vida ¿cómo puedo ser reflejo del amor de Jesús? ¿Qué veo a mi alrededor? ¿Agradezco las muestras de amor hacia mi persona? ¿Cómo retribuyo a Dios y a los demás lo que recibo cada día? Ante la crisis alimentaria que vivimos ¿sé compartir con los más necesitados lo que tengo y puedo dar? 
– Mirando a Jesús que también me mira, me animo a dejar que Él me pregunte ¿qué puedo hacer por ti? ¿Qué le pediría en estos días a Jesús que me muestra su corazón traspasado?
 
Que María nos conceda tener también sus sentimientos de Madre para estar con Jesús, para estar de pie junto a los crucificados de hoy. Que San Juan Bautista nos conceda ser profetas de este Reino de justicia, de amor y de paz que Jesús inauguró para siempre en su misterio pascual.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Florencio Varela, 24 de marzo  de 2024


Catedral de Quilmes, jueves 07 de diciembre de 2023

“Apacienta a mis ovejas” (Jn. 21, 7)
“Somos simples servidores” (Lc. 17,10)

Queridos Joaquín y Lautaro:

En este altar, ante la mirada de la Inmaculada Concepción, muchos hermanos han sido ordenados diáconos, sacerdotes y obispos. El más destacado es nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak, Siervo de Dios.

Nuestra diócesis de Quilmes, como en tantos lugares de la patria y del mundo, cuenta con un pueblo fervientemente mariano. En esta fiesta de la Inmaculada, cuántas familias la celebran en los barrios, en las comunidades de distintas procedencias. La alegría y la fiesta es una de las características de esta profunda devoción de nuestro pueblo. Muchos peregrinan a sus santuarios y tantas niños y niñas se acercan gozosos a hacer su Primera Comunión. “Mi Purísima” como la llamaba el Santo Cura Brochero, está grabada en el corazón creyente de nuestro pueblo cristiano.

Nadie como los santos han experimentado el tierno amor de la Virgen. Muchos de ustedes han sido testigos del amor a la Virgen que profesaba el Padre Obispo Jorge. Celebrar la Inmaculada Concepción de María significa reconocer la mirada de predilección de Dios hacia ella, que al elegirla como Madre para su Hijo la preparó con su gracia como una digna morada. Así la hizo plenamente disponible a Dios, liberada de las resistencias del orgullo humano y del deseo de autonomía frente a Dios. Ella es modelo de toda vocación, de respuesta al llamado de Dios.

Santa Teresita del Niño Jesús, que en este año celebramos los 150 años de su nacimiento y los 100 años de su beatificación, fue una joven que vivió la caridad en la pequeñez, en las cosas simples de la vida cotidiana; y lo hace en compañía de María, aprendiendo de ella que “amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo”. Dice en uno de sus escritos: “Yo sé que en Nazaret, Madre llena de gracia, viviste pobremente sin ambición de más. ¡Ni éxtasis, ni raptos, ni sonoros milagros tu vida embellecieron, Reina del Santoral…! Muchos son en la tierra los pequeños y humildes: sus ojos hacia ti pueden alzar sin miedo. Madre, te place andar por la vía común, para guiar las almas al feliz Más Allá” (Cfr. Francisco. “C´Est la confiance”, 36-37)

Joaquín y Lautaro, esto que cuenta Santa Teresita, nos sirve para contemplar la humildad de la fe. Si bien a nuestra gente le gusta visitar los grandes santuarios y admirar las bellas vestimentas y adornos de la Virgen, cada uno de ellos miran a María en la pobreza y sencillez de la vida diaria. Sus estampas o imágenes quizás no sean de un gran escultor o tengan la firma de algún famoso pintor, pero con sus ojos del alma ven a la Virgen que comparte la estrechez de sus viviendas, las vicisitudes del dolor y las alegrías sencillas de la vida común de cada uno. María, de modo misterioso, va ayudando a formar esas santas y santos “de la puerta de al lado”. Esas personas les ayudarán a vivir su fe y su ministerio. Ustedes lo han aprendido en sus familias. Diferentes son las historias familiares de ustedes dos. Pero proceden de hogares de gente de trabajo y de lucha, que les dieron abrigo de amor y ejemplo de paciencia y sacrificio. Es el gran capital que les regalaron para ser la persona que hoy son. ¡Gracias a ustedes, los padres de Lautaro y Joaquín, y a sus familias!

La Iglesia, cada uno en su lugar, les ayudó a escuchar a Jesús y a seguirlo.

La comunidad eclesial la componen personas concretas. Por eso, cómo no recordar hoy al P. Francisco Urbanija que a vos, Lautaro, te vió crecer y que te acompañó en tu formación sacerdotal. No sólo con sus palabras y consejos, sino con el ejemplo de un ministerio vivido en fidelidad hasta el final.

Vos, Joaquín, experimentaste la Iglesia como una mamá servicial, generosa, fuerte y tierna a la vez; esa persona es la Hermana Renza, referente de tantas y tantos en nuestras barriadas, no sólo de Berazategui, sino de toda nuestra diócesis.

¡Gracias a tantas y tantos que con sus vidas entregadas nos hablan de Jesús y nos invitan a seguirlo!

A los pies de la Virgen, a días de la beatificación del Cardenal Pironio, recordamos sus palabras:

“A la luz de Nuestra Señora nosotros comprendemos tres cosas: que la felicidad consiste en decirle al Señor siempre Sí, que hay que ser fieles al Padre en el silencio y la cruz, y que la fidelidad está hecha de pobreza, de confianza y de disponibilidad. Sólo los pobres pueden confiar plenamente en el Señor y apoyarse en la infalible certeza de su amor para decirle que Sí con toda el alma. Nos entregamos porque Dios es fiel. Los temores y límites de nuestra fidelidad humana están iluminados por la infinita e inquebrantable fidelidad de Dios. Nos hemos entregado a un Dios que nunca falla, que mantiene su promesa y que está siempre con nosotros” (Pironio, “Vida consagrada”. Ed. Patria grande. Pg. 90-91)

Gustemos ahora del Ritual de Ordenación que, con gestos y palabras, nos revela el gran amor de Dios, que no deja de proveer hombres para servicio suyo y de su Pueblo santo.

¡Ave María Purísima!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILIA MISA DE ORDENACIÓN SACERDOTAL

LUCAS CHIAPPE
Sábado 25 de noviembre de 2023

Santuario de Dios Padre, Schöenstatt. Florencio Varela
“Permanezcan en mi amor” (Jn. 15, 9)

Hermanas y hermanos; querido Lucas:

Las palabras de Jesús “permanezcan en mi amor” han sonado muy fuertes en tu corazón y en nosotros hoy. En la tarjeta de invitación que nos acercaste, has querido plasmar los grandes amores de tu vida, expresión de ese amor permanente del Señor.

Has elegido para esta Misa preciosos textos que hablan de tu experiencia del amor de Dios.

Escuchamos unos versículos del capítulo 15 del evangelio según san Juan. Jesús se compara con la parra, la vid, de la cual nosotros somos sus ramas. El Padre es el que cuida la vid, podándola y limpiándola para que dé más fruto (15,2). Esa comparación hace que repetidas veces Jesús diga: “¡permanezcan en mí!”. El acento puesto por Jesús está en dar fruto. De la unión con Él depende la fecundidad de nuestra vida. Los discípulos glorifican a Cristo y al Padre cuando permiten que la vida de Cristo dé fruto en sus vidas: “La gloria del Padre está en que den mucho fruto” (Jn. 15, 8). La fecundidad del hombre glorifica al Dios que al crearlo le pidió: “Sé fecundo” (Gn. 1, 28). Y en esta fecundidad tiene mucho que ver la oración: “pidan lo que quieran y lo conseguirán” (Jn. 15, 7)

Nuestra unión con Cristo no es buscada sólo con un fin utilitarista, eficientista; no tiene sólo la finalidad de producir, sino que comporta una relación de diálogo y amor. Con gran ternura Jesús dirá: “Como el Padre me amó, yo también los amé” (Jn. 15, 9) Y continúa: “permanezcan en mi amor” (Jn. 15, 9), precioso versículo que ilustra tu tarjeta.

Si continuáramos leyendo el texto de Juan, veremos cómo Jesús abre su corazón a los discípulos. Al decir del Santo Cura Brochero: “en la última Cena el Corazón de Jesús explotó de amor”. Allí los llama amigos; nos llama amigos. Nos pide lo que puede hacernos felices, lo que nos conviene: que nos amemos. Ese es el fruto que él espera de nosotros, esa es la fecundidad que produce su vida en nuestra vida; y para eso nos ha elegido: “Lo que les mando es que se amen unos a otros” (Jn. 15, 17)

“La fecundidad de la vida no está simplemente en producir, en multiplicar obras, en desgastar energías, en acumular éxitos y sumar planes y proyectos. La fecundidad del hombre está en la intensidad de su amor al hermano. San Maximiliano Kolbe abandonó todos los maravillosos proyectos de su vida por un solo acto de amor a un hermano. Él sabía que ese único acto de amor por el cual él ofrecía su vida en favor de un hermano, valía más que todos sus planes apostólicos, y todo lo que pudiera producir en muchos años de vida. Y sabía que ese acto de amor podía producir mucho más en bien de la humanidad, de un modo misterioso, que todo lo que su mente había planificado”. (Card. Víctor M. Fernández. “San Juan y su mundo”. Ediciones Paulinas. Bs. As. 1992. Pg. 148)

Desde hoy, serás quien presidirá la comunidad de los discípulos misioneros de Jesús, partiendo el Pan de Vida. Por tus gestos y palabras consagrarás el Cuerpo y la Sangre de Cristo para los hermanos. Signo del amor de Dios y alimento del amor fraterno. ¡Misterio de amor!

En esa escuela del amor eucarístico, el Señor, Pan de Vida, te irá formando sacerdote para su pueblo. Dejate amasar por Él y por el pueblo santo de Dios, para ser pan de bondad para “todos, todos, todos”, como insistentemente nos dice el Papa Francisco.

El P. José Kentenich te diría hoy: “Quien quiera conquistar los corazones, debe dar a cambio su propio corazón. ¡En la humildad, por debajo de todos! ¡En el amor, por encima de todos! El amor exige amor recíproco, por eso es incansable en pruebas de amor”. Él también ha dicho: “Mi profesión principal, mi deber principal y mi oración principal, es y seguirá siendo: ¡Amar!

La alegría que hoy tenés, es como la de aquel niño y adolescente que “retozaba” por los campos de Bragado, y de los días felices compartidos con tus amados padres Gloria y Carlos, y con tus queridos hermanos. Tu familia fue la primera y fecunda escuela de amor, donde Jesús te abrazó tiernamente, despertando en vos un sencillo amor a los seres queridos, amigos y compañeros, a la vez que cultivabas un profundo amor a la tierra bendita del campo argentino que te vió crecer.

El texto que elegiste de San Pablo, segunda carta a los Corintios (2 Cor. 12, 7-10) también habla de tu historia de seguimiento de Jesús. Tomado de su mano, has podido experimentar el barro de las miserias humanas, fuera y dentro de la Iglesia, y también tu propio barro. Qué fuerte suena también en vos la palabra: “Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: ´Te basta mi gracia¨, porque mi poder triunfa en la debilidad”. Y si mal no recuerdo, fueron tres veces (y si no le pego en el palo…) que esa exclamación salió de tu alma como un grito fuerte y confiado, a lo largo de estos años de seguimiento del Señor. La presencia de tus formadores, de tu familia y de la gente del pueblo fueron instrumentos de Dios para que reconocieras la voz del Señor en la historia concreta de tu vida, sin escandalizarte, sin cerrarte en tus ideas o en tus percepciones, sino que escuchaste la Palabra y abrazaste la fragilidad humana, como Jesús lo hizo; así comprendiste lo de Pablo: “Me complazco en mi debilidad… soportada por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.

Y por eso mismo, elegiste el salmo 115, que dice: “Amo al Señor porque Él escucha el clamor de mis súplicas. Porque inclina su oído hacia mí cuando yo lo invoco”. El Señor te ha escuchado, querido Lucas. Hoy serás Sacerdote para siempre. Todo de Dios y todo de su pueblo. Por eso, también con el salmo decís: “¿Con qué pagaré al Señor, todo el bien que me hizo?”

La mano del Señor te trajo este último tiempo a la casa de la Virgen en Argentina, la Basílica de Luján. La Virgencita es testigo de todo este tiempo valioso de tu vida. Junto a Ella has aprendido a amar, como Ella ama. Has contemplado el amor de María a su pueblo, y has compartido las alegrías y las penas de tantas mujeres y tantos hombres que peregrinan al Santuario para ser cubiertos por el manto de la Madre, abrazados por su ternura y consolados con su presencia. Has ido aprendiendo, más que en los libros, lo que es saborear en el corazón ese gusto de ser pueblo de Dios. Bien decía el Cardenal Pacelli, futuro Papa Pío XII, en 1934: “Cuando subía al camarín de la Virgen de Luján, me parecía estar tocando el alma del pueblo argentino”.

Providencialmente, durante tu tiempo de misión pastoral en Luján, asistirás muy de cerca a la beatificación del Cardenal Eduardo Francisco Pironio. Seguramente has rezado varias veces junto a su tumba. Tengo hermosos recuerdos de él; un verdadero profeta de la esperanza. Me parece muy bueno traer palabras suyas para vos, Lucas, y para todos, claro.

Esto escribía a un sacerdote días antes de su ordenación (1970):

¿Qué puedo decirte ahora? Serás sacerdote: ´el amigo de Dios para los hombres´, el que sabe escuchar con interés, hablar con oportunidad, hacer cotidianamente el camino con los otros. Serás ´la presencia del Señor´ entre tus hermanos: el que sabe revelar a los hombres los secretos del Padre, comunicarles la gracia de su Amor; conducirlos en la Luz y la serenidad hacia la Pascua consumada. Serás el Servidor de Yavé: con el oído y lengua de discípulo para anunciar la Buena Noticia a los de corazón oprimido; sabedor de dolencias para comprender a los que ignoran y yerran; dispuesto siempre a morir para ser alianza de los pueblos y luz de las naciones.

¿Qué puedo desearte? Lo que siempre he deseado para mí:

  • Que seas “hombre de Dios”: que vive siempre en la intimidad gozosa del Padre para comunicar incesantemente a Dios a los demás, en la Palabra, en la Eucaristía, en la simple presencia;
  • Que seas “hombre de la Iglesia”: con una perfecta fidelidad a su misterio, con un inmenso cariño por tu Obispo, (tu superior), con una generosa entrega de servicio a todo el pueblo de Dios que te fuere encomendado.
  • Que seas “hombre de los hombres”: que los sepas comprender e interpretar, que tengas gran capacidad para asumir sus gozos y esperanzas, que les muestres siempre un corazón pobre y bueno de padre, hermano y amigo; que les sepas decir siempre, sin decirlo, qué bueno es Dios y qué lindo es ser sacerdote”.

Acercándose el día de su pascua, acaecida el 5 de febrero de 1998, escribía:

“Pediría al Señor un poco de tiempo no para seguir viviendo, sino para poder escribir cosas breves y sencillas que a mí ahora me parecen simplemente maravillosas… Cómo me gustaría escribir sobre la cruz y el amor del Padre pensando en los jóvenes”. Decía frecuentemente: “Sufro mucho, pero estoy feliz y tranquilo en las manos de un Padre que me ama y en el corazón de María, mi Madre”.

Querido Lucas: hoy estas rodeado de tu familia, amigos, compañeros y miembros de la gran familia de Schöenstatt. Siempre llevanos en tu corazón sacerdotal, para rogar por nosotros. Desde el Cielo, tus seres más queridos te agradecerán que los hagas presentes en tu altar. Que el Señor Jesús resucitado te llene de alegría pascual y seas incansable apóstol de tantos jóvenes que no encuentran un sentido para sus vidas, un motivo para amar con todo su ser.

En este mundo de tensiones y violencias, angustiados por las guerras que hieren de muerte a la humanidad, hoy serás, como sacerdote, un sencillo artesano de la paz. Llamado por Jesús para llevar un mensaje de esperanza y de alegría. La hora actual nos pide generosidad, fortaleza y equilibrio. Seguimos llevando en vasijas de barro el precioso tesoro del sacerdocio de Jesús, mediador entre Dios y los hombres.

“En la pobreza y el silencio virginal de Nuestra Señora encontraremos siempre, los sacerdotes, el camino de la sencilla disponibilidad para ser fieles: ¡Feliz de ti porque has creído! (Lc. 1, 45) (Pironio. “Espiritualidad sacerdotal”. Del libro “Iglesia pueblo de Dios”. Bogotá. 1970. Pg. 81)

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILIA DE LA MISA DE ORDENACIONES DIACONALES
Iglesia Catedral, lunes 20 de noviembre de 2023


“Quien entre ustedes quiere ser grande,
Que se haga servidor de todos”
 (Mt. 20, 26)

Hermanas y hermanos:

Para la Diócesis de Quilmes hoy es un día de fiesta. Es una fecha de trascendental importancia para la vida de ustedes, queridos hermanos Sergio, Jorge, Daniel, Marcelo, Mauro y Raúl, alegría que comparten con sus esposas e hijos.

“Quien entre ustedes quiere ser grande, que se haga servidor de todos” (Mt. 20, 26), es el lema que ustedes han elegido para sus vidas, tomado del evangelio que se ha proclamado.

El don del Espíritu Santo los fortalecerá para que ayuden al Obispo y al presbiterio, anunciando la Palabra de Dios, actuando como ministros del altar y atendiendo las obras de caridad, como servidores del pueblo de Dios. Como ministros del altar, proclamarán el Evangelio, prepararán el sacrificio de la Eucaristía, y repartirán el Cuerpo y la Sangre del Señor a todos los fieles.

De acuerdo con el mandato recibido del Obispo les corresponde evangelizar en esta sociedad, catequizar a los creyentes. También podrán dirigir las celebraciones litúrgicas, administrar el bautismo, autorizar y bendecir los matrimonios, llevar la comunión a los enfermos y moribundos y presidir las exequias.

Consagrados por la imposición de las manos, practicada desde el tiempo de los apóstoles, y estrechamente unidos al altar, cumplirán el ministerio de la caridad en nombre del Obispo y del párroco.

Con la ayuda de Dios, deberán obrar de tal manera que los reconozcan como discípulos de Aquél que no vino a ser servido sino a servir. Serán ordenados para el servicio, para hacer presente a Jesús que lava los pies de la humanidad hambrienta de fe, de esperanza, de consuelo y misericordia. Lavar los pies cansados de caminar sin rumbo y heridos por la injusticia y el maltrato. Los pies de los pobres y descartados, de los que son despreciados y olvidados. Los pies de los que se han embarrado en tantas miserias humanas, y de los que viven el encierro de la soledad. Son nuestros pies; los que el mismo Jesús quiere lavar con su amor.

Sean hombres alegres y disponibles. Personas que en la comunidad tienden puentes y no levantan muros. Que escuchan antes de hablar. Apasionados por servir a la verdad, con serenidad y dulzura. Despojados de ambiciones de poder y de privilegios. Generosos y comprensivos. Dispuestos a colaborar con las causas justas de los vecinos. Hombres de diálogo con sus fieles, con los sacerdotes y el obispo. Constructores de la unidad y de la paz.

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Francisco. Discurso en el 50° Aniversario del Sínodo de los Obispos. 17/10/2015)

“En una Iglesia sinodal, los ministros ordenados están llamados a vivir su servicio al Pueblo de Dios con actitudes de cercanía a las personas, de acogida y de escucha a todos y a cultivar una profunda espiritualidad personal y una vida de oración. Sobre todo, están llamados a repensar el ejercicio de la autoridad desde el modelo de Jesús que, “a pesar de su condición divina (…) se rebajó a sí mismo, tomando la condición de esclavo” (Fil 2, 6-7). La Asamblea (del Sínodo) reconoce que muchos presbíteros y diáconos, con su entrega, hacen visible el rostro de Cristo, Buen Pastor y Siervo” (Relación de síntesis del XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, II parte, n. 11)

Todos ustedes han sido llamados por el Señor para ser ministros ordenados para la Iglesia de este tiempo; una Iglesia que definitivamente transita el camino de la sinodalidad para ser los primeros responsables, juntos con todos nosotros, de vivir y servir a la comunión, la misión y la participación en nuestra Iglesia diocesana, unidos al sentir de la Iglesia universal. Es la Iglesia del Concilio Vaticano II que nuestro primer pastor, el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak, gestó e implementó a lo largo de su pastoreo en esta Diócesis de Quilmes.

Vivimos tiempos difíciles, como lo decía el sábado en la Misa de la Esperanza. Es preciso fijar la mirada en Jesús, el único Mesías. Repito palabras del futuro beato Cardenal Pironio, que cité: “Los tiempos difíciles exigen hombres fuertes; es decir, que vivan en la firmeza y la perseverancia de la esperanza. Para ello hacen falta hombres pobres y contemplativos, totalmente desposeídos de la seguridad personal para confiar solamente en Dios, con una gran capacidad para descubrir cotidianamente el paso del Señor en la historia y para entregarse con alegría al servicio de los hombres en la constitución de un mundo más fraterno y más cristiano” (Card. Pironio. “Meditación para tiempos difíciles”. Ed. Patria Grande. Pg. 62-63) No se dejen arrancar del corazón la esperanza del Evangelio, al que deben no sólo escuchar, sino además servir. Viviendo el misterio de la fe con alma limpia, muestren en sus obras la palabra que proclaman para que el pueblo cristiano, vivificado por el Espíritu Santo, sea oblación agradable a Dios, y ustedes, en el último día, puedan salir al encuentro del Señor, y oír de Él estas palabras: “Bien, servidor bueno y fiel, entra en el banquete de tu Señor”.

Agradezco a las esposas de ustedes. El matrimonio los ha consagrado para ser signos del Dios que hizo alianza con nosotros. Gracias a ustedes esposas y madres. Gracias a sus hijos. Ellos, que son regalo de Dios, como fruto del amor, los han hecho hombres generosos, cercanos, con amor tierno, fuerte y fiel. Gracias a todos sus hijos. Gracias a las Comunidades de donde proceden. En medio de ellas experimentaron el llamado a este servicio diaconal. Gracias a sus párrocos y acompañantes espirituales. Gracias al Instituto Diaconal “San Lorenzo, diácono y mártir”, a sus formadores. Gracias a los hermanos diáconos que los han acompañado en la formación inicial, y que serán mentores importantes en su formación permanente. ¡Gracias!

La Virgen, mujer fiel y servidora del Señor, los acompañe en su ministerio.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILÍA DE LA XXVIII MISA DE LA ESPERANZA
“No apartes tu rostro del pobre” (Tb. 7,4)
Cruce Varela – Sábado 18 de noviembre de 2023

Hermanas y hermanos:

Desde aquel año 1996, convocados por el P. Obispo Jorge Novak, se celebra aquí la Misa de la Esperanza. Desde el año 2017, luego del Año de la Misericordia, unimos esta Misa a la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco como gesto concreto del amor a los pobres.

Venimos también para dar gracias a Dios por la próxima beatificación de un querido pastor de la Iglesia argentina, que fue nuestro obispo cuando pertenecíamos a Avellaneda, el Cardenal Eduardo Francisco Pironio. Se lo ha llamado “el profeta de la esperanza”.

También hoy nos convoca a rezar el momento actual de la Argentina, donde el pueblo elegirá democráticamente a sus legítimas autoridades nacionales. Rezamos hoy por nuestra querida Patria Argentina.

Venimos a participar de la Eucaristía, memorial perpetuo de la Pascua de Jesús. Él se hizo hombre para hacer presente el amor de Dios a la humanidad, y en su entrega en la Cruz selló su pacto con nosotros. “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13). El amor es más fuerte que la muerte. Su amor fortalece nuestra esperanza.

En el evangelio hoy hemos escuchado a Jesús contándonos la parábola de los talentos. Los talentos representan la gran riqueza que Jesús nos ha confiado: su Palabra, el proyecto del Reino, la fuerza de su Resurrección y el don del Espíritu Santo. La parábola nos confronta con nuestra vida. ¿Cómo aprovecho ese patrimonio cristiano en mi vida personal y comunitaria? ¿De qué manera compartimos y difundimos este gran regalo de Dios a la humanidad? ¿Cómo los cristianos construimos el Reino de justicia, de verdad, de amor y paz en estos momentos de la humanidad?

El tercer servidor conoce sólo al Dios del miedo y del castigo; no conoce al Dios Padre lleno de misericordia y ternura; tampoco confía en sí mismo.

La esperanza nos libera del miedo, del aislamiento, del egoísmo y la comodidad. La esperanza nos enciende para iluminar en medio de la noche del dolor y de la impotencia; ella nos anima para sostenernos unos a otros y gestar lo nuevo, lo inédito, eso que sólo el amor puede hacer: una nueva humanidad.

“No apartes tu rostro del pobre” (Tb. 7,4) Este lema de la Jornada Mundial de los Pobres, elegido por el Papa Francisco. En su Mensaje para hoy leemos:

“La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre, llega por séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio. Cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres”. (Mensaje de la 7ª Jornada de los pobres)

En la Diócesis de Quilmes estamos haciendo nuestro Camino Sinodal, en consonancia con el que va haciendo la Iglesia de Latinoamérica y de todo el mundo.

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Francisco. 17/10/2015).

“Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. Respiración y paso sinodal revelan lo que somos y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones. Solo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; solo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el recorrido realizado y decididos a continuarlo con parresía (Francisco. 22/05/2017).

“No apartes tu rostro del pobre”

En octubre se realizó en Roma la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Tenemos ya la Relación de Síntesis: “Una Iglesia sinodal en misión”. La primera parte es titulada: “El rostro de la Iglesia universal”. El apartado N° 4 se llama: “Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia”. Los participantes del Sínodo llegaron a varias convergencias en este tema. Dicen:

“A la Iglesia, los pobres le piden amor. Por amor se entiende respeto, acogida y reconocimiento, sin los cuales, proporcionar comida, dinero o servicios sociales representa una forma de asistencia, ciertamente importante, pero que no se hace plenamente cargo de la dignidad de la persona”.

“La opción preferencial por los pobres está implícita en la cristología. Jesús, pobre y humilde, hizo amistad con los pobres, caminó con los pobres, compartió la mesa con los pobres y denunció las causas de la pobreza. Para la Iglesia, la opción por los pobres y los descartados antes que una categoría cultural, sociológica, política o filosófica, es una categoría teológica”.

Hace diez años Francisco nos regaló la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Nos dijo a todos los católicos que era un documento programático para estos años de la Iglesia. En su capítulo IV de dicado a la “Dimensión social de la Evangelización”, esto dice sobre los pobres:

“La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar… Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”. (EG202)

Escuchamos estas afirmaciones y no podemos menos que decir que nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak fue un pastor que se adelantó en su época; fue un verdadero profeta. Esto decía treinta años antes, en 1986, recordando el martirio del obispo Angelelli en su Carta pastoral sobre la opción preferencial por los pobres:

“Cuando nos anima el Espíritu de Cristo, la ´opción preferencial por los pobres´ entraña un servicio tan solidario que llega hasta el martirio, en caso necesario”.

También decía Novak en 1997: “La población tendrá fe, mientras sienta que su Iglesia se juega por los pobres. Mientras haya pastores que arriesgan su vida por el Evangelio y por el pueblo de Dios como los Romeros y los Angelelli. Mientras haya sacerdotes, entresacados del pueblo de Dios y puestos nuevamente a su servicio, compartiendo la pobreza y el peligro, como los Mujica y tantos otros. Mientras haya religiosos y religiosas que siguen al Señor hasta el Calvario, como los Palotinos asesinados en julio de 1976…” (Segundas jornadas “Justicia y Esperanza en la opción por los pobres”, 08/08/1997).

“No apartes tu rostro del pobre”

Hoy damos gracias por la beatificación del Cardenal Pironio. Cuando se creó ésta Diócesis, él ya se encontraba sirviendo en Roma, junto al Papa Pablo VI. Tuvo un vínculo por muchos años con quien fue después el obispo coadjutor de la Diócesis de Quilmes, el Padre Obispo Gerardo Farrell. Se conocían desde la época del Concilio Vaticano II, prestando ambos importantes servicios a la pastoral de las Iglesia en Argentina; muy cercanos a conocidos obispos, como Enrique Angelelli, Vicente Zaspe, Juan José Iriarte, etc.

Para conocer la sencillez y la calidad humana del Cardenal Pironio, tengo unas cartas suyas dirigidas a su amigo el P. Gerardo Farrell. En marzo de 1976 le escribe: “Acabo de enterarme que se te ha muerto un hermano: Santiago. Lo encomiendo al Señor. Pido por ti y toda tu familia. Quiero que me sientas muy cerca de ti en este momento. Pienso que son estos los momentos en que uno se siente más fraternalmente cercano a sus amigos. Por eso, aún en la distancia, quiero reiterarte la sinceridad de mi afecto y la seguridad de mi oración. Quisiera que transmitieras a todos tus familiares mis sentimientos muy fraternos y eclesiales. Para ti mi cariño de siempre, mi disponibilidad para lo que pudiera serte útil” (13/3/1976).

Dos meses después, responde los saludos del P. Gerardo Farrell, con ocasión de su nombramiento de cardenal, a cargo de la Congregación de la Vida religiosa y de los Institutos seculares: “Siento la bondad de Dios y la confianza del Papa. Pero experimento más que nunca mi pobreza y la responsabilidad de esta nueva tarea. Creo que el cardenalato no es una simple dignidad o un premio. Es, sobre todo, la invitación a un servicio que exige más profundidad de oración, mayor configuración con Cristo en la cruz y más alegría en la entrega a mis hermanos. Por eso te ruego me sigas acompañando muy de cerca con tu afecto y oración”. (10/05/1976)

Desde joven me sentí acompañado por la predicación y escritos del Cardenal Pironio, como tantos de mi generación. Conservo la primera edición de su libro: “Meditación para tiempos difíciles”, publicado en diciembre de 1976. En estos tiempos que vivimos los argentinos, que bien nos vienen estas palabras de Pironio:

“Los tiempos difíciles exigen hombres fuertes; es decir, que vivan en la firmeza y la perseverancia de la esperanza. Para ello hacen falta hombres pobres y contemplativos, totalmente desposeídos de la seguridad personal para confiar solamente en Dios, con una gran capacidad para descubrir cotidianamente el paso del Señor en la historia y para entregarse con alegría al servicio de los hombres en la constitución de un mundo más fraterno y más cristiano.

Es decir, hacen falta hombres nuevos, capaces de saborear la cruz y contagiar el gozo de la resurrección, capaces de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, capaces de experimentar la cercanía de Jesús y de contagiar al mundo la esperanza. Capaces de experimentar que «el Señor está cerca» (Flp. 4,4), y por eso son imperturbablemente alegres, y de gritar a los hombres que «el Señor viene» (1 Cor. 16, 22), y por eso viven en la inquebrantable solidez de la esperanza”. (Card. Pironio. “Meditación para tiempos difíciles”. Ed. Patria Grande. Pg. 62-63)

El Papa Francisco con sus palabras y sus gestos, nos anima cada día a vivir en la esperanza. En estos momentos de decisiones patrióticas, sus enseñanzas nos alientan a construir un país mejor, no sólo con el voto cada tanto, sino con la acción comprometida de todos los días. Hay deseos del Papa Francisco que son nuestros deseos. Así se expresa en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium:

“¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica, que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social”. (EG 205)

En Fratelli Tutti dice: “El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí”. (FT 30)

También allí dice Francisco: “No se debería ignorar ingenuamente que ´la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca´. El ´sálvese quien pueda´ se traducirá rápidamente en el ´todos contra todos´, y eso será peor que una pandemia”. (FT 36)

“No apartes tu rostro del pobre”

Somos mujeres y hombres de esperanza. La enseñanza de nuestro querido Siervo de Dios Jorge Novak nos alienta a seguir siéndolo, cada día. Esto decía en su última Misa de la Esperanza (2000):

“Hay esperanza porque miles de padres de familia alimentan y aman con ternura a sus hijos. Hay esperanza porque muchos servidores y servidoras organizan comedores, para que niños y ancianos tengan por lo menos una comida al día. Hay esperanza porque muchos voluntarios y voluntarias están junto a la cama de los enfermos, como auxiliares de las familias y de los hospitales. Hay esperanza porque muchos docentes forman con amor el cerebro y el corazón de las nuevas generaciones. Hay esperanza porque quedan todavía funcionarios y profesionales honestos”.

Nos dice Pironio: “María nos acompaña. Ciertamente son momentos duros y difíciles, pero claramente providenciales y fecundos… Sólo hace falta que vivamos en la esperanza; por eso mismo, en la pobreza, la contemplación y la fortaleza del Espíritu. Más concretamente aún, en la humilde, gozosa y total disponibilidad de María, la Virgen fiel, que dijo al Padre que Sí, y cambió la historia. Por eso ahora –alumbrada por el Espíritu y Madre del Salvador- es para nosotros Causa de la alegría y Madre de la Santa Esperanza”. (id. Pag. 68)

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes


Viernes 29 de septiembre de 2023

Hermanas y hermanos:

Hoy mismo CARITAS QUILMES cumple 40 años. El decreto de creación del 29 de septiembre de 1983, fue firmado por el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak. De su corazón pleno de amor paternal nació la decisión de organizar las obras y los servicios de caridad para los más pobres y frágiles del populoso pueblo de la Diócesis de Quilmes, conformado por los habitantes de los partidos de Quilmes, Florencio Varela y Berazategui.

Seguramente el Padre Obispo Jorge nos está invitando en esta ocasión a DAR GRACIAS A DIOS. Hacia Él se dirige nuestra acción de gracias por estos 40 años de nuestra Caritas.

Y el gracias grande a la Virgen de Luján, a quien Novak le prometió hacer la Casa de la Caridad, sede de Caritas de la Diócesis, pidiéndole la paz en medio de la guerra de las Malvinas. GRACIAS VIRGENCITA DE LUJÁN.

En aquel septiembre de 1983, el corazón de Novak palpitaba con las esperanzas de los argentinos que, luego de la oscura noche de la dictadura militar, veía renacer la participación ciudadana ejerciendo el derecho de elegir las autoridades de un gobierno democrático. Se asomaba el sol de la libertad y de la justicia.

La opción preferencial por los pobres, el compromiso misionero, la defensa de los derechos humanos y la fraternidad cultivada con hermanas y hermanos de otras Iglesias cristianas en un ecumenismo efectivo, fueron los cuatro cauces de la acción pastoral del Padre Obispo Novak.

“¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor. 9, 16) fueron las primeras palabras de Novak en el día de su ordenación como primer obispo de Quilmes. Nadie como él estaba convencido que al evangelio se lo predica con la vida. Porque Novak vivía el evangelio fundó Caritas. Damos gracias a nuestro querido Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Noval.

Agradezco, en nombre de toda la Diócesis, a las hermanas y hermanos que formaron parte de la Comisión diocesana y de otras expresiones de Cáritas de la Diócesis. Tantas y tantos voluntarios. Los de ayer, y a los de hoy. Todos somos Caritas en la Iglesia, pero los voluntarios y los que prestan su servicio en las diferentes áreas, en los Centros Comunitarios, en las Caritas Parroquiales, en los diferentes equipos, son los que merecen nuestro agradecimiento de corazón.

Quiero nombrar a los actuales integrantes de la Comisión Diocesana:
A ustedes, y en ustedes, les agradezco su tiempo y su vida entregada en el servicio a los pobres. Gracias por el trabajo diario. Y gracias por organizar este evento.

Estamos muy contentos de celebrar este aniversario, pero esto no mengua el dolor que nos causa el crecimiento de la pobreza, en nuestro país y en el mundo entero. La ciencia y la técnica han crecido en un modo exponencial pero ¡vaya contradicción! ha aumentado escandalosamente la pobreza y la miseria en el mundo. Por eso, la labor de Cáritas es desafiante.

Cuarenta años son significativos. Motivo para agradecer, sin duda, pero “hay que seguir andando nomás”. Hay como tres caminos que, parafraseando al Papa Francisco, me atrevo a proponer mirando adelante. Ellos son: el camino de los últimos, el camino del Evangelio y el camino de la creatividad.

El primero es el camino de los últimos. La caridad es la misericordia que va en busca de los más débiles, que avanza hasta las fronteras más difíciles para liberar a las personas de la esclavitud que las oprime y hacerlas protagonistas de su propia vida. Es hermoso ensanchar los senderos de la caridad, manteniendo siempre la mirada fija en los últimos de todos los tiempos. Ampliar la mirada, sí, pero partiendo de los ojos del pobre que tengo delante. Ahí es donde se aprende. Son los pobres los que ponen el dedo en la llaga de nuestras contradicciones e inquietan nuestra conciencia de forma saludable, invitándonos a cambiar. Y cuando nuestro corazón, nuestra conciencia, mirando al pobre, a los pobres, no se inquieta… detengámonos… tendríamos que detenernos: algo no funciona.

Un segundo camino irrenunciable: el camino del Evangelio. Me refiero al estilo que hay que tener, que es sólo uno, el del Evangelio. Es el estilo del amor humilde, concreto, pero no vistoso, que se propone, pero no se impone. Es el estilo del amor gratuito, que no busca recompensas. Es el estilo de la disponibilidad y del servicio, a imitación de Jesús que se hizo nuestro servidor. Seremos juzgados en el amor. El protocolo que Jesús expone en la parábola del Juicio final: “tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber; estuve de paso y ustedes me alojaron…” etc., es también de donde nace la parresía de la denuncia que nunca es una polémica contra alguien, sino una profecía para todos: es proclamar la dignidad humana cuando es pisoteada, es hacer que se escuche el grito sofocado de los pobres, es dar voz a los que no la tienen.

Y el tercer camino es el camino de la creatividad. La rica experiencia de estos cuarenta años no es un bagaje de cosas que hay que repetir; es la base sobre la que hay que construir para generar de manera constante lo que san Juan Pablo II llamaba la imaginación de la caridad (cf. Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte, 50). No nos dejemos desanimar por el creciente número de nuevos pobres y nuevas pobrezas. ¡Hay tantas y aumentan! Sigamos cultivando sueños de fraternidad y seamos signos de esperanza. Contra la tentación del pesimismo, reaccionemos compartiendo la alegría de ser una gran familia. En este ambiente fraterno el Espíritu Santo, que es creador, creativo y poeta, sugerirá nuevas ideas, adecuadas a los tiempos que vivimos.


Esos son los tres caminos que el Papa Francisco propuso y que comparto con ustedes.

El himno que compuso el P. Germán Pravia para los 40 años de la diócesis dice

“Iglesia que trabaja por la unidad:
hay un Pastor y hay una sola humanidad.
Los pobres en el centro de la misión:
la dignidad no se negocia, es don de Dios.
¡Qué mucho se ha sembrado,
y cuánto se ha servido!
¡Memoria agradecida,
que impulsa a más amor!”

Gracias por tu presencia, querido hermano y amigo Padre Obispo Maxi, obispo referente de Caritas de la Región Buenos Aires. ¡GRACIAS!

Gracias autoridades presentes de la Provincia de Buenos Aire, de nuestra Municipalidad de Quilmes, de la Municipalidad de Florencio Varela, de la Municipalidad de Berazategui. Autoridades del Ministerio de Desarrollo de Nación.

Muy querido ciudadano ilustre de Quilmes: embajador Carlos Cúster ¡Gracias por tu cercanía de siempre y tu presencia!

Amigas y amigos de la Comisión Nacional y del Equipo Nacional de Caritas Argentina.

Amigos y amigos colaboradores y benefactores, ¡muchas gracias!

Voluntarios y voluntarias de Caritas de todos nuestros Centros y Caritas Parroquiales, ¡muchas gracias!

¡MUCHAS GRACIAS!

Como sigue diciendo ese himno:

“Cuarenta años de amor,
Cuarenta años de alianza,
Iglesia pueblo de Dios,
en Quilmes, pasión y esperanza”

Quiero ahora pedirles su atención. Porque hay un amigo nuestro y amigo del mundo que nos quiere saludar: https://youtube.com/shorts/y9OmDVrv46c

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Domingo 10 de septiembre de 2023

«Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján»

Hermanas y hermanos:

Hemos venido hasta aquí acompañados esta vez con el lema: “Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”. Como buena madre, Ella recibe a todos sus hijos, sin distinción, para brindarnos el cobijo de su tierno amor y mostrarnos a Jesús, “fruto bendito de su vientre”. Es Jesús quien revela el amor del Padre. Hoy, como en cada encuentro, nos habla. Esa Palabra de vida nos ilumina y nos enciende en su amor.

Tanto el evangelio de Mateo (Mt. 18, 1-20), como las otras dos lecturas, nos habla de la caridad en la comunidad, de manera muy práctica y sencilla. Por ejemplo, la corrección fraterna hecha en un clima de amistad. La caridad es fuente de la vida nuestra. Sin caridad (solidaridad, reconciliación, fraternidad) a la iglesia le falta el alma. Porque la caridad es la presencia misma del Espíritu Santo. Donde hay amor, allí está Dios. Es el Espíritu de Cristo, como él mismo lo dice hoy: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos”.

La caridad fraterna le da fuerza y valor a la oración. Por eso es que la iglesia privilegia la oración comunitaria. Esta peregrinación, por ejemplo, es expresión de la piadosa oración y de la comunión de la Iglesia de Quilmes. La Peregrinación fortalece nuestra unidad en la fe. Tan claro lo tenía en su corazón de pastor el Padre Obispo Jorge Novak quien, desde 1979, organizó con la ayuda de sacerdotes y fieles esta Peregrinación anual. Siempre había motivos comunitarios, situaciones de la vida de las familias y del pueblo que animaban a venir a Luján, la mayoría “juntando moneditas” para celebrar juntos la fe en la casa de la Madre del pueblo argentino.

Siempre pidiendo: “Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”.

El mismo Padre Obispo Jorge Novak nos cuenta de ese lazo indisoluble existente entre la fe y la caridad, fuente de la enseñanza social de la Iglesia. En su homilía de la 10ª Peregrinación a Luján (1988), leemos:

“En la 4ª Peregrinación diocesana, en el Camarín de la Virgen hice el voto de levantar la Casa de la Caridad. Este centro de operaciones de la solidaridad cristiana habría de ser el ex voto de reconocimiento de la diócesis en momentos en que se cernía (la guerra) amenazante sobre el cielo de nuestra patria. Tres años más tarde encaramos la «Campaña del amor y de la esperanza» para ofrecer una solución a los «chicos de la calle». Tras sortear muchas dificultades pudimos inaugurar este año los primeros Hogares «Madre Teresa de Calcuta». Hemos de considerarlos como manifestación viva de la «Casa de la Caridad». Como ramificación del árbol de la vida plantado en el centro mismo de la diócesis… Tengamos también en cuenta que, al inaugurar la Casa de la Caridad hace un año (1987), le dí el nombre de «Juan Pablo II», como memoria bien expresiva de la visita apostólica que el Papa acababa de hacernos a los argentinos. Entonces dije y lo recalco ahora, que no eran las placas de bronce o de mármol las que habrían de perpetuar el recuerdo del «maestro de la fe», sino instituciones vivientes, ya que la fe ha de mostrarse operativa por la caridad”.

En estas palabras de nuestro primer obispo contemplamos el corazón del buen pastor que da la vida por sus ovejas. La unión entre fe y las obras; la fe y la caridad. Las huellas que marcó nos comprometen a seguir andando, sin sacar los ojos de Jesús. En él vemos reflejado anticipadamente lo que el Papa Francisco nos dice en su Exhortación Evangelii gaudium: (EG 183)

“Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de Santa Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia».

Estas palabras del Papa Francisco nos invitan a recordarlo hoy ante la Virgen de Luján. Ayer ha estado compartiendo con él nuestro querido Padre Obispo Eduardo Redondo, quien está unido a esta celebración diocesana. Vaya desde aquí la plegaria y el aplauso para ellos dos.

“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

En estos días hubo una clara adhesión de sacerdotes y fieles al Papa Francisco ocasionada por los dichos insultantes de un candidato presidencial referidos al Papa y descalificativos de la enseñanza social de la Iglesia. Las declaraciones públicas de los dos grupos de sacerdotes nos ayudan a discernir en estos momentos tan importantes de nuestro país. Es necesario seguir fortaleciendo, con nuestro compromiso, el estilo de vida democrático que hace 40 años el pueblo argentino reconquistó con mucho sufrimiento y dolor, como lo atestiguó la vida y el ministerio de nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak.

“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

También hace 40 años, nuestra Iglesia de Quilmes celebró su primer Sínodo. Lo celebramos siguiendo nuestro Camino Sinodal Diocesano, en consonancia con el Sínodo sobre la Sinodalidad de toda la Iglesia, cuya asamblea general tendrá lugar en Roma durante el mes de octubre. El título es: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Las parroquias han ido realizando sus encuentros en estos meses. A partir de octubre, los tres obispos y miembros del Consejo Sinodal Diocesano nos reuniremos con las hermanas y hermanos de cada decanato. Serán muy lindos encuentros, con un mínimo de 15 personas de cada parroquia. Ya están las fechas. La convocatoria es amplia y libre.

“El proceso sinodal ofrece una oportunidad de encuentro en la fe que hace crecer el vínculo con el Señor, la fraternidad entre las personas y el amor a la Iglesia. El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo”.

“De hecho, los problemas, las resistencias, las dificultades y las tensiones no se ocultan ni se esconden, sino que se identifican y se nombran gracias a un diálogo auténtico que permite hablar y escuchar con libertad y sinceridad”. (Del Instrumento de trabajo del Sínodo).


“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

Queremos también dar gracias por los 40 años que cumple CARITAS QUILMES. El viernes 29 de septiembre lo celebraremos festivamente en las instalaciones de UOYEP (Unión Obreros y Empleados Plásticos) Avda. de la Plata. Quilmes Oeste.

Demos gracias al Señor y a la Virgen por nuestro Seminario Diocesano “María, Reina de los Apóstoles” que también cumple sus 40 años. Recemos por nuestros seminaristas y por quienes están a cargo de su formación. No nos olvidemos de pedir en nuestras comunidades por las vocaciones en la Iglesia y para que la pastoral vocacional sea parte integrante de la vida de nuestras comunidades parroquiales.

Pidamos a María que nos enseñe a escuchar mejor la Palabra de Dios y a los hermanos; que nos ayude a construir hoy el Reino de justicia, de amor y de paz en esta sociedad argentina; que escuche las plegarias que hacemos por los que no han venido y nos pidieron recordarlos, especialmente a los enfermos y mayores.

Abriendo nuestro corazón a todas y todos decimos:

“Que tu manto nos cobije, Virgencita de Luján”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

HOMILIA DE LA MISA 25° ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA PARROQUIA
«EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ DE LOS QUILMES»
Domingo 30 de julio de 2023

Hermanas y hermanos:

Con profunda alegría estamos celebrando las Bodas de Plata de esta Parroquia “Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes”, creada por nuestro primer pastor el Padre Obispo Jorge Novak, por decreto del 9 de julio de 1998. En esta ribera de Quilmes, donde se encontraba la Capilla de Nuestra Señora de la Merced, desde 1968, y las otras dos capillas de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y de la Asunción de María.

El mismo Padre Obispo Novak contaba en un programa radial que ese 9 de julio fue luminoso, de sol radiante. Día patrio, de la Virgen de Itatí y el día elegido para celebrar solemnemente la creación de esta nueva Parroquia.

En la mente del Padre Obispo, conocedor de la historia de la Iglesia, estaba el deseo de mantener viva la memoria de nuestros orígenes como pueblo en esta ribera del Río de la Plata. Es una muestra de las luces y sombras que tiene nuestra historia. En estas tierras fueron deportados los Quilmes, procedentes de Tucumán. Aquí se estableció la reducción con esas “doscientas sesenta familias de indios Quilmes, con un agregado posterior de hualfines; y se formó con ellos, por noviembre de 1666, la reducción y curato de la Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes”, en el lugar donde está el centro histórico de nuestra ciudad, precisamente en la manzana de nuestra Iglesia Catedral. (Cfr.P. Cayetano Bruno. “Historia de la Iglesia en la Argentina”, vol. III, pag. 110-111)

Nuestro cancionero diocesano ha querido cuidar el hermoso legado del P. Germán Pravia, con el canto que rememora nuestra historia: “En la cruz diste la vida”. En una de sus estrofas leemos:

“Hay un pueblo caminando, son los Kilmes rumbo al sur,
reducidos por la fuerza de la espada y de la cruz.
Procesión de condenados, con Jesús van a morir;
nuestra diócesis de Quilmes con su sangre va a vivir”

El Padre Obispo Jorge, en su homilía de hace 25 años, en este mismo lugar, nos decía:

“A lo largo de su historia la Iglesia experimenta la victoria de la Cruz dolorosa. En los miembros de su cuerpo se abren constantemente las heridas de la persecución, las llagas de la pobreza, los sufrimientos de la enfermedad. Pero siempre, por la fuerza divina del Espíritu de Jesús, la cruz dolorosa se transfigura en gloria. En la gloria de la caridad, en la gloria de la santidad, en la gloria de la fraternidad. En los albores de la evangelización de América, los aborígenes hubieron de sufrir lo indecible. Por algo hablamos de la Santa Cruz de los Quilmes. En México la Virgen y Madre María se apareció al beato Juan Diego con un mensaje de misericordia: “deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él morar, y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen”. Ya sabemos de la irradiación del amor misericordioso de Cristo, por mediación de María, desde el Santuario de Guadalupe (…) Por eso la Cruz, con su realismo de dolor, de marginación, de enfermedad, es una invitación a quienes gozamos de salud, de relativo bienestar y de la sensibilidad de un corazón que palpita al unísono con el de Jesús, a transformar la pena en alegría. Con que quienes podemos hagamos un pequeño esfuerzo, la guerra dará paso a la paz, la mentira a la verdad, el odio al amor” (9/7/1998)

El Siervo de Dios nos regaló esta parroquia para que los que tenemos la dicha de vivir en Quilmes, en esta querida diócesis, siempre mantengamos fijos nuestros ojos en Jesús. En este Jesús de la cruz que nos revela el gran amor de Dios, misericordioso y perdonador. El que da la vida por sus amigos. El que es fiel hasta la muerte. Este Jesús Camino, Verdad y Vida. Jesús que da sentido a nuestra vida entera, con sus dolores y sufrimientos, con sus logros y sus realizaciones.

Hoy, 30 de julio, es el Día Mundial contra la Trata de Personas. El recuerdo de la esclavitud de los Quilmes y tantos malos tratos, nos lleva a pensar que este flagelo del sometimiento, de la compra y venta de personas, lamentablemente también hoy está presente.

“La trata constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, por lo que debe considerarse un crimen de lesa humanidad” (Francisco, 12/12/2013)

“Es una herida abierta y profunda en el cuerpo de Cristo, en el cuerpo de la humanidad entera.” (Francisco, 08/02/2022).

Tomemos conciencia de esta triste realidad. Cuidemos de la vida de los demás. Denunciemos estos atropellos. Recemos por los que sufren estas injusticias. Apoyemos a todos los que trabajan por desterrar este flagelo.

Hoy, hemos escuchado en la palabra que Dios se le aparece en sueños a Salomón y le dice que le pida lo que desee. Hoy ¿Qué le pido a Jesús?

En el evangelio encontramos una pista, una sugerencia. Está bueno pedirle a Dios que siempre tengamos la mirada puesta en Él, que tanto nos ama. Que como el hombre que encontró el tesoro en el campo y lo volvió a esconder, para luego, lleno de alegría salir corriendo, vender todo lo que tenía, y luego comprar ese terreno, también nosotros relativicemos todo para quedarnos siempre con lo más importante: la amistad con Jesús. Vivir enamorados de Él. Que todo lo hagamos con Él, y para Él. Y ese Jesús nos dirá a cada uno, lo que expresa una bella canción:

“Conozco tu corazón.
Conozco tu realidad, sé todo de ti.
Vengo a saciar tu necesidad porque te amo,
porque te amé y te amaré con toda mi fuerza”

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.” (DA 29).

El Camino Sinodal que vamos haciendo, requiere esta alegría del seguimiento de Jesús, ensanchando el espacio de nuestra carpa, para incluir a todos como destinatarios y como protagonistas, en la construcción del Reino de Dios. Reino de justicia, de verdad, de libertad, de amor y de paz.

Agradezco al P. Oscar Marchessi, a los diáconos Héctor Salatino y Demián Mariño, a todas y todos los agentes pastorales de esta Parroquia por el servicio que permanentemente brindan a la Comunidad Parroquial, a la vez que, en nombre de toda la Diócesis, les felicito en este 25° aniversario.

Tenemos presente a todas las personas que dieron inicio a nuestra Comunidad parroquial, a todos los que prestaron su servicio ministerial aquí; algunos están presentes aquí, otros no han podido venir. Recordamos especialmente a los que el Señor ha llamado a su presencia; nuestra plegaria por ellos. Desde el Cielo acompañan nuestro caminar.

Que la Virgen Madre, en sus advocaciones de La Merced (vice patrona parroquial), la Medalla Milagrosa y de la Asunción, cuide de todas las familias de la Ribera de Quilmes.

María que “se levantó y partió sin demora” para servir, nos acompañe cada día en nuestra misión de llevar el Evangelio a tantas y tantos que nos rodean, en la familia, en el vecindario, en las comunidades, en los lugares de trabajo y de estudio, en la calle y las esquinas.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes


Domingo 9 de julio de 2023
Iglesia Catedral – Quilmes

Sres. Integrantes del Ejecutivo Municipal
Sres. Legisladores
Sres. Concejales
Autoridades del Poder Judicial
Hermanas y hermanos de otras confesiones cristianas y de otros credos
Autoridades Militares y Policiales
Representantes de las asociaciones intermedias 
Instituciones del Partido de Quilmes
Abanderados, Docentes y alumnos
Personas de los Medios de prensa
Sr. Cura Párroco

Hermanas y hermanos:

El pasaje del Evangelio que hemos escuchado nos presenta a Jesús orando al Padre; alabándolo al sentirse Hijo muy amado, y hermanado con aquellos pequeños a quienes Jesús les ha manifestado ese amor del Padre.

Dios, en Jesucristo, nos hace hermanos. Su amor nos cuida, nos hace pacientes, nos estimula y nos libera de la ceguera de nuestro orgullo y vanidad. Nos revela que, en ese amor, una vida distinta es posible. 

Estamos aquí dando gracias a Dios por esa generación de hombres y mujeres argentinas que, interpretando un creciente sentimiento de libertad de los pueblos a quienes representaban, asumieron la grave responsabilidad de encauzar los ideales americanistas. No pensaron en sí mismos mezquinamente, sino que despojados de ambiciones personales no ahorraron sacrificios para unirse en la causa de la Independencia.

Se solidarizaron con los ideales de otros estados que surgían con la misma vocación. José de San Martín, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes y tantos otros Padres de la Patria animaron incondicionalmente a los congresales y cifraron su esperanza en aquel Congreso soberano de julio de 1816.

La independencia y libertad proclamadas hace más de dos siglos, no siempre se tradujeron en tiempo de paz y progreso para todos. Provincias sin recursos y familias pobres sin casa, con muchos argentinos al borde o fuera del sistema laboral, no reflejan las aspiraciones federales de los congresales en Tucumán.

Me hago eco de la declaración que han hecho los Equipo de Curas de Villas y Barrios Populares de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, titulada: “No se olviden de las y de los pobres”.

“El anuncio del Evangelio de Jesús, nos invita al compromiso por el otro y a apostar por la vida comunitaria. Los derechos humanos hoy son ineludiblemente derechos sociales. La democracia no debe dejar a nadie afuera, debe incorporar a todos, especialmente a los rotos, hacerles lugar. ¡No dejemos que nos roben esa esperanza! Muchas veces vemos a las dirigencias de diversos ámbitos desconectadas de la vida concreta de las mayorías, envueltas en internismos, buscando ocupar espacios de poder. No abundan las propuestas concretas que expresen vocación de transformar, de imaginar un sueño que ayude a poner de pié y caminar tras de él. Las y los más pobres se volvieron casi invisibles para la agenda política y mediática, cuando no son objeto de declaraciones insensibles que denotan violencia y aporofobia (rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre)

Siguiendo la encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco, afirmamos que es imperiosa una política de fraternidad y amistad social arraigada en la vida del pueblo. Sobre todo se trata de encontrar mecanismos para garantizar a todas las personas una vida digna de llamarse humana. Por eso valoramos profundamente la vocación política, la política como servicio, que abre cauces nuevos para que el pueblo se organice y se exprese. Una política no solo para el pueblo sino con el pueblo, arraigada en sus comunidades, y en sus valores, también los religiosos. 

La principal herramienta de transformación que tiene el que gobierna es el Estado. En las villas o barrios populares necesitamos de una presencia inteligente del Estado, de un Estado emprendedor, pero sobre todo de un Estado que entre en la lógica del cuidado de los más frágiles. Es verdad que hay algunas políticas que se vienen enfocando en este sentido, como las vinculadas a la integración socio-urbana de los barrios populares o los programas de abordaje comunitario de las personas que padecen adicciones, pero entendemos que resultan insuficientes. 

La pobreza no es solo escasez de recursos materiales. El lazo social que se rompe en las crisis no se recupera automáticamente en tiempos de bonanza económica. Para revertir las heridas de la crisis, la violencia, la vida en calle, la marginalidad, la adicción, las fatales consecuencias de la desesperanza, la falta de educación, no solo se necesita dinero, sino también poner mucho el cuerpo y mucho tiempo. Urge consolidar y profundizar los programas de cuidado, que organizan la comunidad para la reconstrucción del tejido social.

Para abordar la pobreza multidimensional hay que profundizar estos caminos: techo, tierra, trabajo y reconstrucción de la comunidad. Otra vez el pueblo argentino debe volver a saber que es posible alcanzar una tierra para trabajar, para construir un techo y así cuidar de una familia. Debe redescubrir el camino de la educación como la mejor política de seguridad. Debemos recuperar el cuidado de las infancias, respetar a los abuelos y abuelas, cuidándolos, y aprendiendo de su sabiduría de vida. En definitiva en este tiempo electoral el resumen de lo que queremos expresar es: «No se olviden de las y los pobres».”


Desde esta ciudad de Quilmes, que fue partícipe de las grandes gestas de la Patria, queremos dar gracias en estos 207 años de la Independencia. La imagen de la Casa histórica de Tucumán nos compromete a hacer de este lugar en que vivimos una casa para todos, donde nadie esté excluido. Porque para nosotros la Patria es un regalo de Dios, un don de su amor que estamos llamados a cuidar y a desarrollar. La tierra donde nacimos es símbolo de los brazos de Dios que nos han acogido en este mundo, y el pueblo del que formamos parte es una trama que nos contiene, nos otorga una identidad y un sentido de pertenencia. (Cfr. “Bicentenario de la Independencia. Tiempo para el encuentro fraterno de los argentinos”. Cap. I, II y V. CEA. 2016)

Hoy hacemos memoria de un argentino que sirvió como pastor a la causa de la justicia y de la fraternidad: el Padre Obispo Jorge Novak, a veintidos años de su muerte. Su ejemplo de ciudadano nos estimula en el compromiso de hacer “una patria de hermanos”.

Que la Virgen de Itatí a quien hoy celebramos, nos inspire los caminos para cuidar la fragilidad de nuestro pueblo”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes