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HOMILIA DE LA MISA DEL 24° ANIVERSARIO DE LA PASCUA DEL PADRE OBISPO JORGE NOVAK
 Catedral de Quilmes, martes 8 de julio de 2025

Hermanas y hermanos:

Hemos participado recién de un momento histórico de nuestra Iglesia diocesana y del partido de Quilmes: la inauguración del pasaje Papa Francisco, que comprende el tramo de la calle Rivadavia entre las calles Mitre y Sarmiento. Lo hacemos a casi tres meses de su pascua, en el contexto del Año Santo que él inauguró con el lema: “Peregrinos de la esperanza”.

Como cada año, hoy nos hemos congregado para hacer memoria agradecida en el 24° aniversario de la pascua de nuestro primer pastor, el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak, convocados por el lema: “Novak, peregrino de esperanza”.

El evangelio que se ha proclamado nos presenta a Jesús peregrino. Luego del sermón de la montaña, Jesús recorre Galilea predicando el Reino con palabras y señales milagrosas. La presencia del reinado de Dios, sin embargo, es y seguirá siendo signo de contradicción: mientras que la multitud de los pobres y sencillos se asombra con profunda alegría, los fariseos de siempre, ciegos y sordos de profesión, se confirma en su ceguera y sordera, y chismosean: “expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios”.

En el peregrinar por pueblos y ciudades, Jesús predica en las sinagogas “proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor”. Los destinatarios de la misericordia de Jesús son los marginados de la sociedad, especialmente por los grupos de dirigentes y religiosos: el ancho mundo de los maltratados y abatidos, esos hombres y mujeres de todos los tiempos ante los que Jesús siente una compasión que le revuelve las entrañas, y a los que hace destinatarios privilegiados del anuncio y de la realidad del reinado de Dios. Destinatarios privilegiados de Jesús son, sobre todo, los pobres. Es justamente en la opción preferencial por el pobre donde la Iglesia se juega la credibilidad de su misión, como continuadora en cada tramo de la historia del proyecto de Jesús, el reinado de Dios; así manifestará la urgencia y universalidad de su misión.

Jorge Novak desde muy pequeño fue atraído por la misión de Jesús. De joven se consagró totalmente para ser misionero del Reino. Como todo peregrino, fue un soñador. Soñaba con ir a lejanas tierras, para hacer presente el nombre de Jesús entre los no creyentes. Así lo contaba al inaugurar el Primer Sínodo Diocesano, el 21 de septiembre de 1981: “Al ordenarme presbítero, en 1954, había pedido a mis superiores ser enviado a Nueva Guinea, la gran isla de Oceanía. Mi sueño misionero me había llevado muchas veces ahí… había deseado vivir en el anonimato del servidor del Evangelio. No fue ése mi itinerario… El Concilio Vaticano II despertó en mí el más vivo y sincero interés. Con espontaneidad asumí el cambio que comportaba…”.

“Novak, peregrino de esperanza”. Nuestro primer pastor fue un misionero de pura cepa, por decir una “antigüedad”. Sus sueños juveniles fueron potenciando su misión episcopal. Así lo expresó en su primer mensaje en el día de su ordenación episcopal: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (2 Co. 9, 16) Así lo expresa en una carta promocionando las Obras Misionales Pontificias: “Aunque con altibajos, la Iglesia ha sido fiel al mandato de Cristo, recorriendo incansablemente las rutas del mundo, en busca del hombre, para anunciarle y ofrecerle la salvación de Cristo” (21/09/1982)

Misionero incansable, Novak supo formar su Iglesia en un espíritu acorde a los tiempos postconciliares, lo podemos apreciar en las palabras de inicio del Primer Congreso Diocesano Misional: “La inserción misionera es la forma más eminente de la misericordia, ya que ofrece por sobre todo la liberación más radical de la miseria humana: la del pecado, la falta de amor fraterno y la muerte eterna… Por el amor de misericordia, la tarea del misionero se hace activa y liberadora, capaz de transformar las realidades de miseria en fraternidad y santidad…” (10/10/1992) Es bueno recordar esta enseñanza en tiempos que desde adentro y fuera de la Iglesia se cuestiona tan farisaicamente la justicia social predicada por la Doctrina Social de la Iglesia.

El año pasado, el Papa Francisco, en su catequesis sobre la virtud de la justicia decía: “Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino personas rectas que «tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5,6), soñadores que custodian en su corazón el deseo de una fraternidad universal. Y de este sueño, especialmente hoy en día, todos tenemos una gran necesidad. Necesitamos ser hombres y mujeres justos, y esto nos hará felices”. (03/04/2024)

En su Mensaje en el Simposio “Plantando bandera frente a la deshumanización”, expresó esta propuesta, entre otras: “Luchar por los derechos de tierra, techo y trabajo como derechos sagrados”, y agregó: “estos son pilares fundamentales para la justicia social. Nuestro camino sigue soñando y trabajando juntos para que trabajadores tengan derechos; todas las familias, techo; todos los campesinos, tierra; todos los niños, educación; todos los jóvenes, futuro; todos los ancianos, una buena jubilación; todas las mujeres, igualdad de derechos; todos los pueblos, soberanía; todos los indígenas, territorio; todos los migrantes, acogida; todas las etnias, respeto; todos los credos, libertad; todas las regiones, paz; todos los ecosistemas, protección. Es un camino permanente, habrá avances y retrocesos, habrá errores y aciertos, pero no tengan duda: es el camino correcto”. (23/09/2024)

Con dolor y esperanza de buen pastor, también escuchamos decir de nuestro primer obispo: “Un país, como el nuestro, que continúa llamándose cristiano, ha de ver realizado el proyecto divino que brilla en cada página del Evangelio. Cuando respetemos esta enseñanza de Cristo habrán desaparecido situaciones intolerables como la desocupación, el abuso de los niños, la desesperanza de los jóvenes, el abandono de los ancianos” (Celebración Ecuménica, 01/08/1997) Sus palabras nos siguen resonando, invitándonos a la conversión y a la esperanza. Como hoy Jesús nos dice, que roguemos al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. En nuestras comunidades acompañemos, alentemos, con la oración y cercanía, a nuestras chicas y chicos que quieren consagrar su vida entera al servicio del Reino.

Jesús sigue caminando junto a nosotros, derramando su Espíritu Santo para que encarnemos su Evangelio. Nos ha regalado la vida y el ministerio episcopal de nuestro primer pastor diocesano. Desde el Cielo, como lo fue en esta tierra, el Siervo de Dios sigue mostrando el camino hacia la Patria eterna, construyendo en esta Iglesia de Quilmes, el Reino de justicia, de verdad, de paz y de amor. Claramente así lo decía: “Queremos ser la Iglesia de los pobres, la Iglesia para los pobres. Pero sin sectarismos, sin falsos mesianismos, sin ideologizaciones. Nos remitimos al juicio de Dios, que conoce nuestras intenciones y nos da la fuerza de su Espíritu para el cumplimiento de la misión confiada” (Misa en la Parroquia Nuestra Señora de Itatí. 20/12/1990)

Queremos ser “Peregrinos de la esperanza” acompañados y pastoreados por nuestro Papa León XIV, que el pasado 29 de junio nos decía: “Los santos Pedro y Pablo nos interpelan también sobre la vitalidad de nuestra fe. En la experiencia del discipulado, de hecho, siempre existe el riesgo de caer en la rutina, en el ritualismo, en esquemas pastorales que se repiten sin renovarse y sin captar los desafíos del presente. En la historia de los dos apóstoles, en cambio, nos inspira su voluntad de abrirse a los cambios, de dejarnos interrogar por los acontecimientos, los encuentros y las situaciones concretas de las comunidades, de buscar caminos nuevos para la evangelización partiendo de los problemas y las preguntas planteados por los hermanos y hermanas en la fe”.

El próximo 19 de septiembre, al celebrar los 49 años de la creación de la Diócesis y de la Ordenación episcopal del Padre Obispo Novak, comenzaremos el Año Jubilar celebrando las Bodas de Oro de la Diócesis. Un hecho de singular importancia será la celebración del Tercer Sínodo Diocesano. Pidamos al Siervo de Dios nos acompañe en esta preparación, en este peregrinar juntos. Que él, desde el Cielo, nos anime a ser mujeres y hombres de la sinodalidad. Fieles y pastores, unidos en la misma fe, esperanza y amor, renovando la Iglesia que Novak soñó.

Agradeciendo una vez más la presencia de ustedes en esta tarde, vísperas del día de la Independencia, en el que Novak vivió su pascua, miramos a la Virgen Inmaculada, patrona de la Diócesis de Quilmes. Ella guía nuestro peregrinar. Ante la Virgen, renovemos nuestro propósito de ser discípulos misioneros, “peregrinos de esperanza”.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

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«Pasaje Papa Francisco.» Nuevo nombre de la calle del frente de la Catedral de Quilmes.

El Papa Francisco trasciende las fronteras de la fe, de una religión, de un país. Nos queda en el corazón el sentimiento de que Francisco es de todos, todas.

Hablar, pensar y rumiar la memoria viva del Papa Francisco, lleno de gestos y palabras que nos ayudaron y nos ayudan a descubrir, a profundizar, a recuperar la dimensión de la fe en nuestra vida; con el diario del lunes no es difícil.

Parece que de repente, con su partida se nos abrieron los ojos y el corazón y nos encontramos con una catarata de signos, expresiones y convicciones que nos deja atónitos con tanta humanidad, profetismo, sentido común y profundidad. Está bueno también que nos caiga la ficha de que, en algún punto, esto ocurre solamente en nuestro país. Para la mayoría de la humanidad Francisco fue y es el único referente ético y religioso creíble que marcó la pauta, con su palabra y su presencia, delante de las situaciones más injustas que ocurren en nuestro planeta en la última década, los más pobres, los migrantes, las guerras y sus víctimas, la venta de armas, la trata de personas, el narcotráfico, el cuidado de la casa común. Sin embargo, muchos, en nuestra patria, como dijo un obispo poco después de su muerte, «a Bergoglio en Argentina no lo dejamos ser Francisco».

Muchísimos lo sentimos y lo vivimos como cercano, amigo y confidente. Podemos decir que nos cambió la vida. Cuando estaba vivo, pensamos que lo cuidábamos si no compartíamos la cercanía con él. Ahora descubrimos que esa distancia corta, ese trato cercano y paternal, esa cartita que alguna vez recibí, donde me habla personalmente… ese trato lo tenía con todos. Escuchaba con atención y respondía con corazón. Es por eso que a tantos nos conmovía su presencia, y sus gestos. En un mundo que despersonaliza, fue un hombre con corazón.

Escucharlo, procesarlo y asimilarlo nos llevara tiempo. Francisco nos provoca, desde la locura del seguimiento de Jesús, a asumir procesos y caminos nuevos en el ámbito y la vida de cada uno, en la Iglesia, en la familia, en la política, en nuestros valores y posturas delante de tantas situaciones que nos toca transitar cotidianamente. Tenemos que ir asumiendo que hay estructuras, mentalidades y prácticas que son caducas, que no suman, que tienen que morir para que pueda resucitar la buena noticia de Jesús, que siempre se traduce en vida en abundancia, con tierra, techo y trabajo para todos, en este momento y en este lugar donde vivo y comparto a vida con otros. En la Iglesia llamamos a este proceso «conversión», que tiene una dimensión personal, Comunitaria, social, política, religiosa estructural. Y este proceso dura toda la vida. Sinónimo de conversión en palabras de Francisco podríamos decir:

“El amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Donde está Dios, hay esperanza; y donde hay esperanza, las personas encuentran su dignidad. Hagamos la revolución de la ternura”.

Su mirada y su corazón tienen en el centro el amor a Dios y a su Pueblo. Nos hace soñar con una Iglesia de puertas abiertas y en salida misionera:

– Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional. Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo.

– Una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente, se convierte en barrera. La Iglesia no es una aduana. Es la casa paterna, donde hay lugar para cada uno. La Iglesia es la portera de la casa del Señor, no es la dueña.

– ¡Quiero que la iglesia salgo a la calle! Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.

– Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio.

– ¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero! ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!

– ¡No nos dejemos robar el Evangelio! ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!


Nos lleva a pensar criterios globales con una mirada concreta y realista en lo que nos toca vivir cotidianamente:

– Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social. Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres.

– El sistema social y económico es injusto en su raíz. ¡No a una economía de la exclusión! Esa economía mata. ¡No a la inequidad que genera violencia!

– ¡No a la nueva idolatría del dinero! ¡No a un dinero que gobierna en lugar de servir! El dinero debe servir y no gobernar. Parece que lo hubiera escrito para nosotros en el hoy de nuestro país.

“La causa principal de la pobreza es un sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha puesto al dios dinero, un sistema económico que excluye, excluye siempre, excluye a los niños, ancianos, jóvenes sin trabajo… y que crea la cultura del descarte en la que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver personas descartadas. Esta es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas.

Debemos inmiscuirnos en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común. Y los cristianos deben trabajar en política.

Trabajar por el bien común es un deber del cristiano. Y muchas veces para trabajar, el camino a seguir es la política

¡No a la guerra entre nosotros! ¡Si a las relaciones nuevas que genera Jesucristo! (No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno. No nos dejemos robar la comunidad)

Descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos”.

– El Papa ama a todos, pera tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos.

– De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.

– El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre. La pobreza está en el centro del Evangelio. ¡Cómo quisiera una iglesia pobre y para los pobres!

– Hoy y siempre, las pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio. Para la iglesia, la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica.

– Estamos llamados a descubrir a Cristo en los pobres, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.

– Sin la opción preferencial por los más pobres, el anuncio del Evangelio corre el riesgo de ser incomprendido. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por los pobres.


Finalmente, queriendo aprender de los errores y de los aciertos del pasado, asumamos el desafío que Francisco nos dejó para este tiempo: «Ser peregrinos de esperanza.»

– Aprendamos a mezclarnos, encontrarnos, tomarnos de los brazos, apoyarnos, participar de una verdadera experiencia de fraternidad.

– «Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo»
 (GE. n.6)

Pidámosle a Dios, por intercesión de Francisco y de nuestro Siervo de Dios el Padre Obispo Jorge Novak, del que hoy celebramos también su Pascua, que nos regale el coraje que nace de sabernos acompañados y sostenidos por otros y el coraje de animarnos a confiar y hacer camino juntos. Amén

+ Eduardo Gonzalo Redondo
Obispo Auxiliar de Quilmes

HOMILIA DE LA MISA DE INICIO DEL PONTIFICADO DE LEON XIV
Memoria agradecida en el 25° aniversario del P. Obispo Gerardo Tomás Farrell
Catedral de Quilmes, domingo 18 de mayo de 2025

Hermanas y hermanos:

Como Peregrinos de la Esperanza nos reunimos en nuestra Catedral para unirnos al acontecimiento histórico del inicio del Pontificado del Papa León XIV, obispo de Roma, y para hacer memoria agradecida del Padre Obispo Gerardo Farrell, obispo coadjutor de Quilmes, en el 25° aniversario de su pascua. Agradecemos la presencia de todos, como también la oración de los que participan a través de las redes sociales.

León XIV, esta mañana en su homilía ha dicho: “¡Es la hora del amor!”. El amor nos reunió hace menos de un mes en esta Catedral para consolarnos y rezar por el Papa Francisco que falleció el lunes de Pascua. Hoy nos congregamos con el mismo amor, para celebrar el gran regalo que Dios nos ha hecho, por medio de la elección de los cardenales reunidos en el Cónclave, la vida y el ministerio del cardenal Robert Francis Prevost, quien ha elegido el nombre de León XIV.

La misión de Jesús ha sido la de manifestarnos el amor del Padre y enseñarnos a vivir como hijos e hijas, realizando un proyecto de vida que sea reflejo del amor del Padre. Lo ha enseñado con palabras y hechos, viviendo coherente y fielmente el camino del amor, hasta dejarse matar. Lo asesinan los que se oponen a ese proyecto, porque tienen otro muy distinto, y se siente juzgados y amenazados en sus intereses por la propuesta de Jesús.

“¡Es la hora del amor!, ámense también ustedes los unos a los otros” son las palabras de Jesús de este evangelio proclamado en este 5° domingo de Pascua. Es el testamento de Jesús para sus discípulos y para toda la humanidad. Son palabras que Jesús pronunció, en aquel Jueves Santo, en el lugar de la última Cena. Reunidos para comer el cordero pascual, se mostró como el que sirve, lavando los pies a los discípulos. Los llamó amigos. Se despidió de ellos con palabras de gran ternura y con firme decisión, les dijo que había llegado la hora de ser glorificado. Todo comenzó cuando Judas empezó a concretar su traición. Comenzaba la pasión en el corazón traspasado de Jesús, lleno de dolor por la acción cobarde y oscura de uno de los que había elegido para que lo siguiera. La glorificación empieza a manifestarse como entrega de la vida, como el cordero que se desangra en sacrificio. Con hechos, Jesús va haciendo la voluntad del Padre: dar la vida por los amigos. Para el discípulo de Jesús, vivir para la mayor gloria de Dios significará reproducir en su vida ese mismo amor, animado por su Espíritu.

“¡Es la hora del amor!” “Todo a mayor honra y gloria de Dios” (AMDG) es el lema de la Compañía de Jesús, la orden fundada por San Ignacio de Loyola (los jesuitas), frase que él usaba constantemente en sus escritos. El Papa Francisco tuvo ese lema para su vida consagrada. La gloria de Dios es amarlo, y amarnos como Él nos amó. Esa es la “Alegría del Evangelio”. “Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo” (Sof. 3,17) (EG 4) Francisco ha hecho vida aquello que él mismo redactó en el Documento de Aparecida: “La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás” (DA 360)

“¡Es hora del amor!”. El 8 de mayo, día de la Virgen de Luján, tuvimos la alegría de la “fumata blanca”. “Habemus Papam” se proclamó a todo el mundo. Luego de ansiosos minutos, vimos aparecer al nuevo obispo de Roma: León XIV. Nos saludó deseándonos paz. No podemos ocultar nuestra alegría que en medio de su primera alocución tuviera unas palabras llenas de agradecimiento y de cercanía a su diócesis de Chiclayo, en Perú, dichas en perfecto español. Los cardenales habían elegido un misionero de alma; un religioso agustino, nacido en Estados Unidos de América, y que había optado ser ciudadano de un país latinoamericano. Lo tomamos como una gran delicadeza de Dios, porque lo sentimos muy cercano a esta Latinoamérica nacida junto a la cruz de Jesús y el manto de María, y que peregrina como pueblo de esperanza, agobiado por las injusticias, paciente y a veces tentado por la violencia.

Esta mañana el Papa se ha expresado al mundo entero con claridad. Nos ha dicho: “Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia.

Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro”


Y dijo el Papa más adelante:

“Cuando Jesús le pregunta a Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21,16), indica pues el amor del Padre. Es como si Jesús le dijera: sólo si has conocido y experimentado el amor de Dios, que nunca falla, podrás apacentar a mis corderos; sólo en el amor de Dios Padre podrás amar a tus hermanos “aún más”, es decir, hasta ofrecer la vida por ellos”

“A Pedro, pues, se le confía la tarea de “amar aún más” y de dar su vida por el rebaño. El ministerio de Pedro está marcado precisamente por este amor oblativo, porque la Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús”.

“Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado.”

“En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela! Escuchen su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno. Y esta es la vía que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros, pero también con las Iglesias cristianas hermanas, con quienes transitan otros caminos religiosos, con aquellos que cultivan la inquietud de la búsqueda de Dios, con todas las mujeres y los hombres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo donde reine la paz”

“Este es el espíritu misionero que debe animarnos, sin encerrarnos en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo; estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo” “Hermanos, hermanas, ¡esta es la hora del amor!”


Hoy recordamos al Padre Obispo Gerardo Tomás Farrell, a 25 años de su pascua. En esta Catedral descansan sus restos, junto al Padre Obispo Jorge Novak. Ordenado sacerdote en 1960 en su diócesis de Morón, desarrolló una intensa labor pastoral. Era teólogo y sociólogo. Fue muy valorado su accionar en los ámbitos de la educación y en la formación del clero y en la vida religiosa. Sus obras de carácter pastoral aportaron una mirada original sobre los grandes temas eclesiales de naturaleza histórica y social: “Situación social de Morón, Merlo y Moreno” (1971; 1973), “Iglesia y Pueblo en Argentina” (1976; 1986; 1988; 1992); “Comentario a la Evangelii Nuntiandi” (1978); “Religiosidad Popular y Fe” (1979); “Doctrina Social de la Iglesia” (1983; 1984; 1991); “Argentina como cultura” (1988); “Liberalismo, Iglesia y Nuevo Orden” (1991); “Magisterio social latinoamericano a los 25 años de Medellín” (1994), entre otras colaboraciones en distintas publicaciones eclesiales. La Iglesia en Argentina lo tuvo entre sus estrechos colaboradores como Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral (1967-1972) y Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social en los períodos 1982-1984; 1987-1991; 1991-1993.

El 29 de marzo de 1997 fue preconizado Obispo Coadjutor de Quilmes por Juan Pablo II, consagrado en Morón el 12 de abril del mismo año por el obispo Justo Oscar Laguna, bajo el lema episcopal «Lumen Gentium Christus» (Cristo, luz de los pueblos). Tres días después de su ordenación episcopal, el 15 de abril, se presentó formalmente en la Diócesis de Quilmes ante la persona de nuestro obispo Jorge Novak, iniciando su presencia pastoral en la Celebración Eucarística de Pentecostés de ese mismo año. Como Obispo Coadjutor de Quilmes se dedicó a las áreas de la Pastoral Social, de Catequesis, de Educación Católica, de Cáritas, de Comunicación Social, de Administración y de la Fundación Jorge Novak.

Fue nombrado presidente del Consejo de Educación Católica de la Provincia de Buenos Aires en octubre de 1997, y un año después fue designado Presidente del Primer Congreso de Educación Católica bonaerense. En noviembre de 1997 asistió como perito a los Obispos argentinos delegados del Sínodo de América que tuvo lugar en Roma. Un mes más tarde visitó la misión de la Diócesis de Quilmes en la República de Benín, África.

Aquejado por una grave dolencia desde septiembre de 1999, el obispo Farrell falleció el 19 de Mayo de 2000.

Agradecemos su labor generosa y valiosa en la Diócesis. Pedimos por él, y que junto a Dios interceda por nosotros.

La Virgen santa cuide de nuestro querido Papa León, y nos acompañe como peregrinos de la Esperanza, proclamando al mundo el amor de Dios con alegría.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Queridos hermanos y hermanas 
que caminamos en la diócesis de Quilmes:

El lunes 21 de abril, octava de Pascua, sorprendió al mundo y a cada uno de nosotros la partida de nuestro querido Hermano Mayor, el Papa Francisco. Nuestra humanidad llora y esta realidad se nos vuelve consciente muy lentamente porque «(…) cuantas veces nos engaña la ilusión de ser eternos” [1]. Sin embargo, su vida, centrada en la buena noticia de Jesús, comprometida al servicio de “todos, todos, todos”, partiendo desde los pobres y vulnerables, nos impulsa a no perder la esperanza ni declinar la alegría del evangelio siendo conscientes de que el sentido de la vida está en donarla sin guardarnos nada. Hasta el último momento de su vida, Francisco, en la fragilidad de su estado de salud, entregó su vida con sus palabras y su presencia concreta el último domingo de pascua recorriendo la plaza de San Pedro.

Francisco, enfermo, frágil y vulnerable nos regaló el anuncio de la resurrección: ¡Cristo vive y te quiere vivo! nos regaló la gracia de vivir la fe con el corazón el cielo y los pies en la tierra.

Con la certeza de que en su corazón la luz de la resurrección es el cumplimiento de la promesa hacemos nuestras sus palabras:

«El Señor nos dice que estemos preparados para el encuentro, la muerte es un encuentro: es Él quien viene a encontrarnos, es Él quien viene a tomarnos de la mano y llevarnos con él. 

¡No quisiera que esto sea un aviso de funeral! Es simplemente el Evangelio, es simplemente la vida, simplemente decirse el uno al otro: todos somos vulnerables y todos tenemos una puerta a la que el Señor llamará algún día».

«De todas las cosas que hemos reunido, que hemos ahorrado, legalmente buenas, no nos llevaremos nada. Pero sí, llevaremos el abrazo del Señor. Piensa en tu propia muerte: ¿cuándo moriré? En el calendario no está arreglado, pero el Señor lo sabe. Y ora al Señor: «Señor, prepara mi corazón para morir bien, morir en paz, morir con esperanza». Esta es la palabra que siempre debe acompañar nuestra vida, la esperanza de vivir con el Señor aquí y luego vivir con el Señor en otra parte. Oremos los unos por los otros, por esto» 
[2]. 

En este espíritu nos encontraremos para celebrar la vida de Francisco en nuestra Catedral de Quilmes el próximo sábado 26 de abril a las 19 h, día de sus exequias. Muchos de ustedes lo harán igualmente en sus propias comunidades.

Que María Inmaculada nos siga enseñando a caminar juntos, sin dejar a nadie fuera.

Con nuestros deseos de paz y bien.

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

+ Eduardo Gonzalo Redondo
Obispo Auxiliar de Quilmes

Quilmes, 24 de abril de 2025.

[1] Cfr. Santa Marta 29/11/2019. Homilía diaria del Papa Francisco
[2] Ibidem. 

¡Jesucristo ha resucitado! ¡La Pascua es una oportunidad!

Queremos como Iglesia Quilmeña, celebrar la Pascua, y decirles a todos y todas: Cristo por amor, se entregó hasta el final para salvarnos. Sus brazos abiertos en la cruz son el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo. “Él, que amo a los suyos que estaban en el mundo, los amo hasta el final” (Jn 13,1)

Queremos confiarnos en el amor de Jesús que ofreció su vida en la cruz, asumiendo nuestras cruces. Hoy con ese mismo amor sigue salvándonos y rescatándonos, y en el madero de la cruz nos libera de todos nuestros dolores, de todas nuestras tristezas, miserias y pecados.

Somos salvados por Jesús porque nos ama. Y solo lo que se ama puede ser salvado y solamente lo que se abraza puede ser transformado. El amor del Señor es más grande que todas nuestras contradicciones, que todas nuestras fragilidades y todas nuestras pequeñeces. (Cfr. Christus Vivit. N. 119-120. Papa Francisco)

El amor de Jesús resucitado, en la vigilia pascual, se expresa con el signo de la luz. (…) Es un signo que tiene que ver con nuestra vida. No se enciende la luz para que la guardemos o para que la escondamos debajo de la mesa o de la cama. La luz se enciende para que ilumine. (Cfr.  Beato Eduardo Pironio, de una homilía en la Pquia. Ntra. Sra. de la Victoria en La Plata. Vigilia Pascual 1971).

Creemos en Jesús resucitado, signo de esperanza viva. Desde esta mirada luminosa los cristianos no somos neutrales delante los signos de los tiempos que vivimos. Hoy la incertidumbre, la oscuridad y la falta de esperanza van ganando el corazón de muchos. 

Incertidumbre que hoy nos provoca y nos lleva a vivir cierto desaliento frente a las situaciones difíciles que nos toca transitar en gran parte de nuestra Patria:

Tantos niños y niñas que viven mal en los barrios y que ya casi ni leche tienen para tomar. ¡Cuesta mil quinientos pesos el litro! 

Oscuridad en el día a día de gran número de adolescentes y jóvenes que les toca vivir en una realidad donde parece que pocas cosas les hacen vibrar el corazón, donde no aparecen muchos referentes que los acompañen para encontrar el sentido de la vida, donde la pantalla se convierte o se confunde con la realidad concreta y la vida puede durar lo que dura un juego online, sin pensar que la existencia no se puede resetear y comenzar de nuevo.

Innumerables familias, muchas de ellas fragilizadas por varias generaciones, sin techo, sin trabajo estable y sin un pedazo de tierra para construir futuro.

Abuelos y abuelas con jubilaciones de hambre, falta de atención digna para la salud y muchos viviendo en soledad la enfermedad.

Y una buena parte de la clase política que, en lugar de honrarla como “el grado más alto de la caridad” colocando en el centro a la persona y luchando por el bien común, en lugar de comprometerse para transformar la realidad del pueblo concreto, hacen politiquería y se concentran en mirarse el ombligo. Así pasan a no ser confiables ni alternativas para nadie. Como consecuencia vivimos y tenemos los gobiernos que tenemos, con niveles de violencia, corrupción y narcotráfico cada vez mayores.

La Pascua es un camino, un proceso, un paso de la esclavitud a la libertad. ¡La Pascua es una oportunidad!

En el camino, el Pueblo de Israel, cuando vivía bajo la opresión de los egipcios, Dios los libero de la esclavitud y transitó, con mil dificultades, durante años buscando la liberación y renovando una y otra vez la promesa de una tierra nueva que mana leche y miel. Es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide. El Faraón, en efecto, destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a él. 

Hoy como ayer Dios ve, Dios se conmueve, Dios libera y nos regala a Jesús como camino, verdad y vida.

Preguntémonos: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo? El testimonio de muchos hermanos y hermanas y de un gran número de aquellos que trabajan por la paz y la justicia me convence cada vez más de que lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza. (Cfr. Beato, Eduardo Pironio, de una homilía en la Pquia. Ntra. Sra. de la Victoria en La Plata. Vigilia Pascual 1971).

La falta de esperanza es un impedimento para soñar, un grito mudo que llega hasta el cielo y conmueve el corazón de Dios. Se parece a esa añoranza por la esclavitud que paraliza a Israel en el desierto, impidiéndole avanzar. El éxodo puede interrumpirse. De otro modo no se explicaría que una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de garantizar la dignidad de todos, camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos.” (Cfr. Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2024).

Con Jesús resucitado y caminando juntos, hagamos una Iglesia samaritana y pascual donde todos y todas seamos atravesados por la resurrección,
    -pasando de la oscuridad a recuperar la luz, 
    -de la desconfianza a recuperar la esperanza.
    -de la división a la comunión.

¡Feliz Pascua!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

+ Eduardo Gonzalo Redondo
Obispo Auxiliar de Quilmes

Quilmes, 19 de abril de 2025.

Estos días de la Semana Santa compartimos las celebraciones que presidirán el Obispo de Quilmes, Carlos José Tissera, y el Obispo Auxiliar de Quilmes, Eduardo Gonzalo Redondo.

A continuación el detalle de los días y celebraciones de estos días centrales para los cristianos:

Jueves Santo (17 de abril)

10.00 h. Misa y lavatorio de los pies en el Complejo Penitenciario de Florencio Varela
P. Obispo Redondo

19.00 h. Misa de la Última Cena y lavatorio de los pies en la Iglesia Catedral (Rivadavia 355, Quilmes)
P. Obispo Tissera

19.30 h. Misa de la Última Cena y lavatorio de los pies Nuestra Señora de Luján (Calle 24 esq. calle 148, Villa España)
P. Obispo Redondo

Viernes Santo (18 de abril)

9.00 h. Oración con la Acción Católica en Nuestra Señora de Czestochowa (Santa Cruz 710, Ezpeleta)
P. Obispo Redondo

15.00 h. Celebración de la Cruz y Vía Crucis en Iglesia Catedral (Rivadavia 355, Quilmes)
P. Obispo Tissera

15.00 h. Celebración de la Cruz y Vía Crucis en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Av. Calchaquí 4949, Quilmes Oeste)
P. Obispo Redondo

Sábado Santo (19 de abril)

19.00 h. Vigilia Pascual en Iglesia Catedral (Rivadavia 355, Quilmes)
P. Obispo Tissera

19.00 h. Vigilia Pascual en santuario San Cayetano (El Zonda y El Atalaya km. 26, Florencio Varela)
P. Obispo Redondo

Domingo de Pascua (20 de abril)

10.00 h. Misa en San Francisco Solano (Calle 844 Nº 2155, San Francisco Solano)
P. Obispo Tissera

12.00 h. Misa en Inmaculada Concepción de la Medalla Milagrosa (Bombero Senzabello 683, Florencio Varela)
P. Obispo Redondo

16.30 h. Misa en Hogares Madre Teresa (Berazategui)
P. Obispo Tissera

19.00 h: Misa en Sagrada Familia (Calle 148 Nº 1351, Berazategui)
P. Obispo Redondo

A través del un decreto del 09 de abril de 2025 el Obispo de Quilmes, Carlos José Tissera, concede el título de Santuario Diocesano a las parroquias San Cayetano de los decanatos de Berazategui, Quilmes Oeste II y Florencio Varela, y los mantiene bajo la autoridad de un Rector, que será quien oficie como Párroco o Administrador parroquial de cada una de las parroquias mencionadas.

Según expresa en el Decreto, el Padre Obispo Carlos concede ese título a las parroquias ubicadas en Calle 151 Nº 663, Berazategui, en Mosconi 21, Quilmes Oeste, y en El Zonda y El Atalaya km. 26, Florencio Varela, en el marco del camino sinodal que recorre la Diócesis de Quilmes, de la importancia de este año 2025 donde la Iglesia celebra el año jubilar, y de la multitud de fieles que peregrinan desde distintas parte de la Diócesis en la búsqueda de alivio en sus necesidades, de alimento de la Palabra de Dios y de la Eucaristía, y el consuelo del sacramento de la penitencia.

MENSAJE DE CUARESMA 2025
“Conviértanse y crean en la Buena Noticia”

(Mc. 1, 15)

Hermanas y hermanos:

El pasado 6 de febrero, varios días antes de su internación, el Papa Francisco publicó su Mensaje para esta Cuaresma, con el título: “Caminemos juntos en la esperanza”, a tono con el lema de este Año Jubilar: “Peregrinos de la esperanza”.

Es necesario convertirnos cada día a Cristo, nuestra Esperanza. Animados por el Espíritu, la Cuaresma es el tiempo propicio para la escucha atenta de la Palabra, dejarnos interpelar, revisar nuestro caminar, y para animarnos a tomar decisiones personales y comunitarias. 

En sus reflexiones para esta Cuaresma, el Papa Francisco nos invita a profundizar en lo que significa caminar juntos en la esperanza, y descubrir las llamadas del Señor hoy, a cada uno y a nuestras comunidades.

CAMINAR: Nuestra Diócesis de Quilmes, como toda la Iglesia, se encuentra haciendo un camino sinodal. Somos el pueblo de Dios en camino. Lo primero, entonces, es preguntarnos cada uno, cada una: ¿me considero peregrino, peregrina? ¿Me siento en camino? “Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?” (Mensaje de Francisco)

CAMINAR JUNTOS: Esto nos recuerda aquellas palabras de Francisco que recorrieron todo el mundo al inicio de la pandemia: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos” (27 de marzo de 2020)

Se trata de caminar juntos. La palabra sínodo significa: caminar juntos. Convertirnos a la sinodalidad“En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros y diáconos, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos” (Mensaje de Francisco)

CAMINAR JUNTOS EN LA ESPERANZA: Nuestro recordado Padre Obispo Jorge Novak estaba convencido de esto en su vida y lo expresaba en sus decisiones y proyectos. Queremos mirar hacia adelante, herederos de sus enseñanzas y comprometiéndonos a vivir la sinodalidad, con la alegría de la esperanza que no defrauda (cf. Rm. 5, 5)

El próximo sábado 15 de marzo se realizarán los ENCUENTROS SINODALES DECANALES. Representantes de todas las parroquias, de instituciones y movimientos, han sido convocados para vivir un momento significativo de diálogo y de comunión. En continuidad con lo ya realizado en años anteriores, especialmente el año pasado, todos juntos discerniremos el camino a seguir, como decanato y como Iglesia diocesana, en nuestra misión de anunciar a Jesucristo. 

Durante todo el año viviremos este proceso de conversión hacia una Iglesia más sinodal. El signo del CAMINO nos invita a no detenernos, a buscar juntos, a ayudarnos a seguir, a fijarnos en los que están al borde del camino, socorrerlos e integrarlos, a gustar la dicha de ser pueblo de Dios y gozar de la presencia de Jesús, el Peregrino. 

Siempre es actual la palabra de Jesús: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc. 1, 15) Que en esta Cuaresma intensifiquemos la oración por los que han perdido la esperanza; por los que se encuentran encerrados en soledad y angustia; por los que han perdido el trabajo; por los que no les alcanza su sueldo para mantener a sus familias; por los que no tienen un techo; por todos los que sólo se ven a sí mismos y no se fijan a su alrededor; por los que endiosan el dinero y el poder, y llevados por sus ambiciones provocan destrucción y guerra. Recemos por sus víctimas, los migrantes, los despojados y pobres.

El llamado de Jesús a convertirnos y creer es para “todos, todos, todos”. Convertirnos y creer en el Evangelio significa que “la Iglesia es Madre de todos. Hay lugar para todos… Dios nos ama como somos, no como quisiéramos ser o como la sociedad quisiera que seamos. ¡Como somos! Nos llama con los defectos que tenemos, con las limitaciones que tenemos y con las ganas que tenemos de seguir adelante en la vida. Dios nos llama así. Confíen, porque Dios es Padre y es Padre que nos quiere y Padre que nos ama” (Mensaje de Francisco a la JMJ de Lisboa. 3/8/23)

Hermanas y hermanos, rezando por nuestro querido Papa Francisco, con sus mismas palabras les decimos: “Caminemos juntos en la esperanza”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

+ Eduardo Gonzalo Redondo
Obispo Auxiliar de Quilmes

Quilmes, 03 de marzo de 2025.

HOMILIA DE LA MISA DE INICIO DEL AÑO JUBILAR 2025
Catedral de Quilmes, domingo 29 de diciembre de 2024

“PEREGRINOS DE LA ESPERANZA”

Hermanas y hermanos:

Hemos iniciado en nuestra Iglesia de Quilmes el Año Jubilar 2025, conjuntamente con todas las Iglesias diseminadas por todo el mundo, como lo ha hecho hoy el Papa Francisco en la Catedral de Roma, la basílica San Juan de Letrán.

Todos juntos comenzamos con la peregrinación hacia la entrada de esta Catedral siguiendo la Cruz de Cristo nuestro Señor y llevando en el corazón la convicción que somos Peregrinos de la Esperanza.

“La esperanza no defrauda” (Rm. 5,5) es el título de la Bula de convocación del Jubileo Ordinario del año 2025. “Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”. “La esperanza efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz”. “La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino”. “He aquí por qué esta esperanza no cede ante las dificultades: porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, y de este modo hace posible que sigamos adelante en la vida. San Agustín escribe al respecto: «Nadie, en efecto, vive en cualquier género de vida sin estas tres disposiciones del alma: las de creer, esperar y amar»” (Cfr. Bula “La esperanza no defrauda” 2-3)

El Jubileo es una institución bíblica. Jubileo hace referencia a “cuerno” (en algunas traducciones se dice “trompetas”) es un instrumento musical que, al resonar por todo Israel indicaba, precisamente, la llegada de este acontecimiento. En los textos bíblicos que nos hablan del Jubileo hay una clara insistencia en la libertad, la tierra, el descanso, la solidaridad y la justicia (E. de la Serna. “Pensando el Jubileo”)

El Jubileo se llama, comúnmente, “Año Santo”, no solamente porque comienza, se desarrolla y construye con los ritos sagrados sino, también, porque está destinado a promover la santidad de vida de cada uno, con una sincera renovación interior. Es un tiempo de gracia que nos invita, entonces, a vivir la alegría de la salvación. Es un momento propicio, una ocasión especial para comprender y celebrar el misterio de la Encarnación de Jesús en nuestra historia.

Un signo indiscutido del Año Santo es la peregrinación. La Biblia está traspasada por esta realidad, el caminar, no sin sentido, sino con un claro destino. Desde Abraham hasta la escena que hoy nos narra el evangelio según san Lucas. Caminar juntos es lo que vamos experimentando como Iglesia, manifestando esto que es constitutivo de la Iglesia de Jesucristo: la sinodalidad. No es algo accesorio, transitorio, optativo. La sinodalidad es esencial a nuestra fe cristiana, como miembros del pueblo de Dios nacido del Bautismo. En el Bautismo cada uno de nosotros se ha puesto en camino con todo un pueblo, como ciudadanos del cielo, caminando en esta tierra con el estilo de la Bienaventuranzas y según el protocolo de Mateo 25: “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber…”. En esta fiesta de la Sagrada Familia, viene a nuestro corazón “La Peregrinación” de la obra “Navidad nuestra”, de Ariel Ramírez y textos de Félix Luna. Es parte de nuestros pesebres vivientes la música de esta huella pampeana, y su poética letra:

A la huella, a la huella
José y María
por las pampas heladas
cardos y ortigas.

A la huella, a la huella
cortando campo
no hay cobijo ni fonda
sigan andando.

En cada Decanato de la Diócesis hemos designado distintas Iglesias Jubilares. Peregrinar hacia ellas será uno de los signos de este Año Santo. Caminar para encontrarnos con Dios; ir al encuentro de Alguien, que vive en el prójimo y en los sacramentos de la fe. Los responsables de esas Iglesias están aquí presentes. Estas personas, junto a sus equipos de servidores, organizarán a lo largo del año celebraciones y actividades que plasmen el espíritu de este Jubileo de la Esperanza.

El Papa Francisco nos anima este Año Santo a ser signos de esperanza para: los presos, los enfermos, los jóvenes, los migrantes, los ancianos, los pobres, marginados y descartados.

El anhelo profundo de Francisco en este Año Santo es LA PAZ. Debería ser el gran signo para el mundo, sumergido en la tragedia de la guerra. Fuertemente denuncia también la pérdida del deseo de transmitir la vida. Es su preocupación la disminución de la natalidad en sociedades tradicionalmente cristianas como la nuestra.

Hay otros signos y momentos de este Año Santo. Ellos son: la purificación de la memoria: al examinar nuestra conciencia y celebrar la misericordia de Dios, pedimos perdón por las faltas y omisiones cometidas por quienes llevamos el nombre de cristianos. La caridad: nos invitamos a tener gestos y acciones significativas de ayuda y colaboración en bien de los más pobres de nuestras comunidades y barrios. La memoria agradecida: recordemos en este Año Santo a tantas personas, laicos, sacerdotes, religiosas, religiosos, diáconos, consagrados, obispos, que han anunciado el Evangelio y han dejado huellas, abriendo caminos de santidad en nuestra Diócesis. La Puerta Santa: a la que hacemos referencia como la entrada al Año Jubilar. En este año 2024, en los cinco decanatos muchos hermanos y hermanas participaron de los encuentros sinodales, y reflexionamos sobre el significado de la puerta.

Nuestro acervo cultural hunde sus raíces en la fe cristiana, con una mirada trascendental de la existencia humana. Por eso tenemos tantas canciones, poemas, danzas y otras expresiones que nos hablan del camino, de la peregrinación, de la puerta, de la casa, del trabajo, del amor, de la familia, de las luchas por la justicia y la paz.

En un día jubilar como éste cómo no recordar a Don Atahualpa Yapanqui:

“Si el hombre busca lo inmenso, la muerte es inmensidad” (“El canto del viento” p. 78); “De un sueño lejano y bello, soy peregrino” (“Piedra y camino”); “Qué lejos, oh, qué lejos del camino la idea!¡Qué esperanza infinita, más allá de la estrella!”; “Los dos nacieron juntos: camino y hombre” “Se han de encontrar un día, Quién sabe dónde. El camino más ancho. Más hondo el hombre” (“Aires Indios”) En su obra “Guitarra” escuchamos:

“Empujao por el Destino
también yo abrazo un madero.
Crucificado trovero
voy yendo por los caminos.
Mis cantos de peregrino
no son salmos ni sermones;
sino sencillas canciones
de la tierra en que nací.
¡Lucecitas que prendí
pa´ alumbrar los corazones!


En nuestras fiestas patronales y encuentros comunitarios cuántas veces nos unimos en el canto, animados por la calidez y sencillez de la música y letra de “Entra a mi hogar”, de Carlos Carabajal:
Abre la puerta y entra a mi hogar
Amigo mío, que hay un lugar
Deja un momento de caminar

Siéntate un rato a descansar
Toma mi vino y come mi pan
Tenemos tiempo de conversar

Hay alegría en mi corazón
Con tu presencia, me traes el sol
Manos sencillas, manos de amor
Tienden la mesa y le dan calor

El pan caliente sobre el mantel
El vino bueno y un gusto a miel
Habrá en mi casa mientras estés


Hermanas y hermanos, “peregrinos de la esperanza”, hagamos de nuestra Iglesia una casa de todos, todos, todos. Salgamos de la clausura de nuestro yo, y desde ese “hijo muy querido” que somos cada uno desde el Bautismo, vayamos al encuentro del prójimo, del que camina con nosotros, y reconocer en ese prójimo al “Peregrino”, Jesús, que camina a nuestro lado, “nos explica las escrituras y parte con nosotros el pan”, como a los caminantes discípulos de Emaús, en el atardecer del domingo de Pascua. ¡Cristo vive, y nos quiere vivos! Él es quien nos hace jóvenes permanentemente. Que nuestros jóvenes conozcan la belleza del Evangelio. Dejémonos también contagiar de su novedad, porque los jóvenes son la puerta que nos hacen entrar a la nueva época que vivimos. “Los jóvenes tendrán visiones, y los ancianos tendrán sueños” (Hch. 2:17 y Joel 2:28)

Durante este Año Jubilar, en los cinco Decanatos viviremos nuevas experiencias. Cada decanato se irá organizando para ser artífices de las grandes decisiones pastorales que se concretarán como líneas pastorales del Tercer Sínodo Diocesano que celebraremos el año 2026.

En septiembre del 2025, comenzaremos el Año Jubilar Diocesano, para celebrar los cincuenta años de la Diócesis de Quilmes el 19 de septiembre de 2026. Las Bodas de Oro será un hito importantísimo del camino sinodal de esta Diócesis que nació bajo el pastoreo insigne de nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak, peregrino y profeta de la Esperanza, amigo de Dios y de los pobres.

En esta Fiesta de la Sagrada Familia, presentamos a Dios nuestros corazones para que Él nos regale la mirada de María y de José, humildes servidores del Señor, para contemplar la vida que nace, contemplar a Jesús Niño, Esperanza del hombre. El resplandor de su Luz nos inunde de la fuerza de su amor. Nuestras familias lo necesitan. Amor sincero y profundo. Que las actitudes de María y José ante las palabras de Jesús: “no sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre” nos enseñen a ser humildes ante Dios; buscadores de caminos nuevos; con corazones dispuestos a dejar de lado nuestros propios proyectos para abrazar el proyecto de Dios para nosotros. Dejarnos sorprender por el amor de Dios que nunca abandona a su pueblo. En esta Misa traemos el dolor de las familias destruidas por el rencor, el resentimiento, la discordia, la venganza; el sufrimiento del duelo, de haber perdido el trabajo, de las que afrontan la enfermedad, como así también los esfuerzos de los que luchan por una sociedad más justa, más fraterna, más solidaria.

Con alegría profunda, hermanas y hermanos, bajo el cuidado maternal de la Inmaculada Concepción, hemos inaugurado el AÑO JUBILAR 2025, para gloria de Dios y salvación de su Pueblo.

¡Viva Jesús! ¡Viva la Virgen!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

El próximo domingo 29 de diciembre el Padre Obispo Carlos José Tissera dará inicio al Año Jubilar en la Diócesis de Quilmes con la celebración que presidirá en la Iglesia Catedral de Quilmes a las 19 h en la que abrirá la Puerta Santa.

A partir de la invitación del Papa Francisco a vivir el Año Santo en 2025, el Padre Obispo Carlos designó como iglesias jubilares de la diócesis de Quilmes para las sagradas peregrinaciones entre el 29 de diciembre de 2024 y el 28 de diciembre de 2025 a las siguientes parroquias:

DECANATO QUILMES CENTRO
 Iglesia Catedral Inmaculada Concepción (Rivadavia 355, Quilmes Centro)
– Parroquia Nuestra Señora de la Guardia (Belgrano 230, Bernal)

DECANATO QUILMES OSTE I
– Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Av. Calchaquí 4949, Quilmes Oeste)
– Parroquia Nuestra Señora de Lourdes (Av. Calchaquí 1371, Quilmes Oeste)

DECANATO QUILMES OESTE II
– Parroquia San Francisco Solano (Calle 844 Nº 2155, San Francisco Solano)
– Parroquia Santuario San Cayetano (Mosconi 21, Quilmes Oeste)

DECANATO BERAZATEGUI
– Parroquia Sagrada Familia (Calle 148 Nº 1351, Berazategui)
– Parroquia Nuestra Señora de Luján (Calle 24 esquina calle 148, Villa España)
– Parroquia Santuario San Cayetano (Calle 151 Nº 663 entre calles 6 y 7, Berazategui)

DECANATO FLORENCIO VARELA
– Parroquia San Juan Bautista (25 de mayo 611, Florencio Varela)
– Parroquia Santuario San Cayetano (El Zonda y El Atalaya km. 26, Florencio Varela)
– Iglesia de Dios Padre – Santuario Mariano – Schöenstatt (Misiones 2501, Florencio Varela)
– Casa Santo Cura Gabriel del Rosario Brochero (Pergamino 1401, Bosques)
– Carpa Misionera Nuestra Señora de Luján


El Obispo de Quilmes dispone, como le confieren las Normas sobre la Concesión de Indulgencias durante el Jubileo Ordinario del año 2025, que en todos estos lugares los fieles puedan conseguir la indulgencia jubilar, cada vez que peregrinen hasta ellos y participen de la celebración de la Eucaristía u otras acciones litúrgicas o se dediquen durante un tiempo conveniente a la escucha de la Palabra de Dios, la adoración eucarística o la oración.

Y que además, se conceda la indulgencia a las personas que por motivos graves estén imposibilitadas de participar en las celebraciones o peregrinaciones por edad avanzada, por enfermedad, por discapacidad o por estar privadas de la libertad, así como quienes brindan atención en hospitales y otros lugares de servicio continuo a los enfermos. Para que se concrete esta gracia de la Iglesia hay que participar de la confesión sacramental, de la comunión eucarística y rezar por las intenciones del Papa Francisco.

La Indulgencia plenaria le ofrece al pecador arrepentido y confesado el beneficio de eliminar totalmente la deuda que haya tenido durante su vida.

Compartimos el video con el saludo de los obispos de Quilmes Carlos Tissera y Eduardo Redondo por esta Navidad:

«Que podamos contemplar en el Niño Jesús la ternura del amor de Dios […] y que podamos asumir en nuestra vida cotidiana, en el compartir con los hermanos, la alegría de la buena noticia que Jesús nos regala».

¡Muy Feliz Navidad!