Mensaje de Pascua 2025 de los obispos de Quilmes

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¡Jesucristo ha resucitado! ¡La Pascua es una oportunidad!

Queremos como Iglesia Quilmeña, celebrar la Pascua, y decirles a todos y todas: Cristo por amor, se entregó hasta el final para salvarnos. Sus brazos abiertos en la cruz son el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo. “Él, que amo a los suyos que estaban en el mundo, los amo hasta el final” (Jn 13,1)

Queremos confiarnos en el amor de Jesús que ofreció su vida en la cruz, asumiendo nuestras cruces. Hoy con ese mismo amor sigue salvándonos y rescatándonos, y en el madero de la cruz nos libera de todos nuestros dolores, de todas nuestras tristezas, miserias y pecados.

Somos salvados por Jesús porque nos ama. Y solo lo que se ama puede ser salvado y solamente lo que se abraza puede ser transformado. El amor del Señor es más grande que todas nuestras contradicciones, que todas nuestras fragilidades y todas nuestras pequeñeces. (Cfr. Christus Vivit. N. 119-120. Papa Francisco)

El amor de Jesús resucitado, en la vigilia pascual, se expresa con el signo de la luz. (…) Es un signo que tiene que ver con nuestra vida. No se enciende la luz para que la guardemos o para que la escondamos debajo de la mesa o de la cama. La luz se enciende para que ilumine. (Cfr.  Beato Eduardo Pironio, de una homilía en la Pquia. Ntra. Sra. de la Victoria en La Plata. Vigilia Pascual 1971).

Creemos en Jesús resucitado, signo de esperanza viva. Desde esta mirada luminosa los cristianos no somos neutrales delante los signos de los tiempos que vivimos. Hoy la incertidumbre, la oscuridad y la falta de esperanza van ganando el corazón de muchos. 

Incertidumbre que hoy nos provoca y nos lleva a vivir cierto desaliento frente a las situaciones difíciles que nos toca transitar en gran parte de nuestra Patria:

Tantos niños y niñas que viven mal en los barrios y que ya casi ni leche tienen para tomar. ¡Cuesta mil quinientos pesos el litro! 

Oscuridad en el día a día de gran número de adolescentes y jóvenes que les toca vivir en una realidad donde parece que pocas cosas les hacen vibrar el corazón, donde no aparecen muchos referentes que los acompañen para encontrar el sentido de la vida, donde la pantalla se convierte o se confunde con la realidad concreta y la vida puede durar lo que dura un juego online, sin pensar que la existencia no se puede resetear y comenzar de nuevo.

Innumerables familias, muchas de ellas fragilizadas por varias generaciones, sin techo, sin trabajo estable y sin un pedazo de tierra para construir futuro.

Abuelos y abuelas con jubilaciones de hambre, falta de atención digna para la salud y muchos viviendo en soledad la enfermedad.

Y una buena parte de la clase política que, en lugar de honrarla como “el grado más alto de la caridad” colocando en el centro a la persona y luchando por el bien común, en lugar de comprometerse para transformar la realidad del pueblo concreto, hacen politiquería y se concentran en mirarse el ombligo. Así pasan a no ser confiables ni alternativas para nadie. Como consecuencia vivimos y tenemos los gobiernos que tenemos, con niveles de violencia, corrupción y narcotráfico cada vez mayores.

La Pascua es un camino, un proceso, un paso de la esclavitud a la libertad. ¡La Pascua es una oportunidad!

En el camino, el Pueblo de Israel, cuando vivía bajo la opresión de los egipcios, Dios los libero de la esclavitud y transitó, con mil dificultades, durante años buscando la liberación y renovando una y otra vez la promesa de una tierra nueva que mana leche y miel. Es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide. El Faraón, en efecto, destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a él. 

Hoy como ayer Dios ve, Dios se conmueve, Dios libera y nos regala a Jesús como camino, verdad y vida.

Preguntémonos: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo? El testimonio de muchos hermanos y hermanas y de un gran número de aquellos que trabajan por la paz y la justicia me convence cada vez más de que lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza. (Cfr. Beato, Eduardo Pironio, de una homilía en la Pquia. Ntra. Sra. de la Victoria en La Plata. Vigilia Pascual 1971).

La falta de esperanza es un impedimento para soñar, un grito mudo que llega hasta el cielo y conmueve el corazón de Dios. Se parece a esa añoranza por la esclavitud que paraliza a Israel en el desierto, impidiéndole avanzar. El éxodo puede interrumpirse. De otro modo no se explicaría que una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de garantizar la dignidad de todos, camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos.” (Cfr. Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2024).

Con Jesús resucitado y caminando juntos, hagamos una Iglesia samaritana y pascual donde todos y todas seamos atravesados por la resurrección,
    -pasando de la oscuridad a recuperar la luz, 
    -de la desconfianza a recuperar la esperanza.
    -de la división a la comunión.

¡Feliz Pascua!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

+ Eduardo Gonzalo Redondo
Obispo Auxiliar de Quilmes

Quilmes, 19 de abril de 2025.

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