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El próximo sábado 27 de agosto se realizará la misa de envío misionero del Presbítero José Antonio Zurita , junto con otros misioneros, que participará de la misión en Yahuarcocha, Diócesis de Ibarra, Ecuador, durante dos meses.

La Misa la presidirá el Padre Obispo Juan Carlos Romanín sdb, emérito de Río Gallegos, a las 11.00 de la mañana en la Capilla Santa Elena del Parque Pereyra Iraola.

El Padre José Antonio forma parte del grupo de misioneros del «Negrito Manuel» de la Basílica de Luján, que recorren los lguares más humildes dentro y fuera del país, acompañan a los pueblos de desde su religiosidad popular y dififunden la devoción Negrito Manuel, esclavo de la Virgen de Luján, para su pronta beatificación.

«La misión me llena el corazón… me alimenta la fe, me ayuda a seguir en el camino del sacerdocio y alimentarlo», comparte el Padre José Antonio.

Rezamos por él y por todas las personas que participarán de esta experiencia misionera para compartir la vida y la fe.

La Diócesis de Quilmes se une en oración por sus presbíteros que, junto con el Padre Obispo Carlos José Tissera, participarán de un retiro espiritual en Luján, en la Villa de los Maristas, desde la tarde de este lunes 22 de agosto hasta el viernes 26.

El retiro del presbiterio estará animado por el sacerdote jesuita Oscar Freites.

Rezamos por ellos para que puedan vivir de manera plena estos días de gracias para el bien de todo el Pueblo de Dios.

Luego de 3 meses del fallecimiento del Presbítero Carlos Abad, el Padre Obispo Carlos José Tissera confía la misión de párroco de Nuestra Señora de la Paz del Decanato Quilmes Centro (Ascasubi 212, Bernal) al Presbítero Daniel Fernando Moreno.

El Padre Daniel iniciará su ministerio pastoral el domingo 23 de octubre a las 11.00 en el misa que presidirá el Padre Obispo Carlos en el templo parroquial.

Damos gracias a Dios porque en su infinita providencia provee de un pastor para seguir caminando junto  a esta comunidad. El Padre Obispo Carlos agradece especialmente a los presbíteros Gustavo Módica y Adolfo Bertinelli, y a los diáconos por la disponibilidad de estos meses acompañando a esta comunidad parroquial.

Queridos hermanos sacerdotes:

En este día sacerdotal, tradicional DÍA DEL PÁRROCO, en la memoria del Santo Cura de Ars, quiero desearles un ¡Feliz día!

En nuestro “Camino sinodal diocesano” hemos escuchado la voz del Señor y la voz de nuestro pueblo, parafraseando al Beato obispo mártir Enrique Angelelli, que hoy conmemoramos el 46° aniversario de su martirio.

Hemos escuchado tantas experiencias de hermanas y hermanos visitados por el dolor y el sufrimiento en esta larga pandemia, entre los cuales también hay hermanos sacerdotes. Por ello quiero expresarles mi saludo agradecido en este día por tanta vida entregada al servicio de nuestro pueblo fiel. Solo Dios sabe lo que cada uno ha vivido en este tiempo; momentos de gozo profundo y tantos otros de desazón, desilusión o desencanto. En toda situación, en todo recoveco de nuestro caminar el Señor sigue pronunciando el cautivante llamado: “Sígueme”. Con la gracia de su amor hemos respondido “Sí Señor; aquí estoy”.

Hemos sido ordenados para la Eucaristía, para el servicio de nuestro pueblo. Hacernos “uno” con Jesús que muere y resucita, gran misterio celebrado por nosotros cada día.

Quisiera compartirles un párrafo de la reciente Carta Apostólica del Papa Francisco “Desiderio desideravi”, sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios. Francisco destaca nuestra misión en el pueblo “Para que este servicio se haga bien –con arte– es de fundamental importancia que el presbítero tenga, ante todo, la viva conciencia de ser, por misericordia, una presencia particular del Resucitado… El propio presbítero se ve sobrecogido por este deseo de comunión que el Señor tiene con cada uno: es como si estuviera colocado entre el corazón ardiente de amor de Jesús y el corazón de cada creyente, objeto de su amor. Presidir la Eucaristía es sumergirse en el horno del amor de Dios. Cuando se comprende o, incluso, se intuye esta realidad, ciertamente ya no necesitamos un directorio que nos dicte el adecuado comportamiento. Si lo necesitamos, es por la dureza de nuestro corazón. La norma más excelsa y, por tanto, más exigente, es la realidad de la propia celebración eucarística, que selecciona las palabras, los gestos, los sentimientos, haciéndonos comprender si son o no adecuados a la tarea que han de desempeñar. Evidentemente, esto tampoco se puede improvisar: es un arte, requiere la aplicación del sacerdote, es decir, la frecuencia asidua del fuego del amor que el Señor vino a traer a la tierra” (cfr. Lc 12, 49)

Que la Virgencita de Luján nos ayude a vivir hondamente el misterio del sacerdocio, y el santo Cura Brochero nos alcance de Dios una “ponchada” de gracias para mejor servir a nuestro pueblo.

¡Feliz día, hermanos queridos!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes