«Con María nos ponemos en camino»

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HOMILÍA DE LA MISA DE LA 44ª PEREGRINACIÓN DIOCESANA A LUJÁN
Domingo 11 de septiembre de 2022

«Con María nos ponemos en camino»

“Aliviando el dolor de hoy, alimentamos la esperanza”

Hermanas y hermanos:

Qué alegría poder juntarnos nuevamente aquí, para visitar a nuestra querida Madre, la Virgencita de Luján, patrona de la Patria.

El año pasado pudimos venir algunos, y aquí despedimos al Padre Obispo Maxi, quien se iba a hacer cargo de la Diócesis de Avellaneda-Lanús y también celebramos los 45 años de la Diócesis de Quilmes.

Este año, gracias a Dios, podemos venir normalmente. Juntando pesito con pesito, nos hemos organizado para decir PRESENTE en este segundo domingo de septiembre, como desde hace casi 45 años lo hace la Diócesis de Quilmes. Es un legado que nos ha dejado el inolvidable Padre Obispo Jorge Novak, imborrable en nuestro recuerdo agradecido.

“Aliviando el dolor de hoy, alimentamos la esperanza”. Es el lema de la colecta Más por Menos, que lo asumimos todos para rezar juntos por la paz y la justicia en nuestra Argentina.

Aliviando el dolor… Hemos llegado hoy, portando la imagen peregrina de la Virgen de Luján, que el pasado 7 de mayo llevamos desde este Santuario para Quilmes. En la Fiesta de Corpus Christi, empezó a recorrer los tres partidos de la diócesis, empezando por Berazategui. Todos los Obispos de la Región de Buenos Aires hemos hecho lo mismo. La Virgen va visitando a todas las comunidades “aliviando el dolor” por todo este gran Buenos Aires.

Es la Madre que se acerca a sus hijos para consolarlos. Hubo muertes en las familias, también sacerdotes y diáconos; hay hermanas y hermanos que están haciendo sus duelos; muchos estuvieron gravemente enfermos, algunos de ellos cargando aún con las consecuencias de esta peste tremenda que nos azotó.

La situación socioeconómica del país, con altos niveles de pobreza debida a múltiples causas, sigue causando mucho sufrimiento en las familias. Necesitamos encontrarnos para fortalecernos en el caminar, al calor de la ternura de la Madre del Cielo. Ella es consoladora de los afligidos. Por eso es que decimos: “Aliviando el dolor de hoy, alimentamos la esperanza”.

También lo hacemos con esta Colecta Más por Menos que se realiza este fin de semana en todo el país. Queremos colaborar para aliviar tanto dolor, y hacer crecer la esperanza de un país mejor; una Argentina más fraterna y solidaria, con gestos concretos más que con palabras.

El Evangelio que hemos leído también trae alivio a nuestra alma. Contemplamos a Jesús caminando hacia Jerusalén, seguido de grandes multitudes: pobres, enfermos, atormentados por malos espíritus, prostitutas, publicanos, pecadores… los desahuciados o descartados de la sociedad. Esos son los que se acercan a Jesús “para escucharlo”. También hay otro grupo bien definido: los escribas y fariseos. Ellos son los que se acercan a Jesús “para murmurar”. Jesús muestra claramente su opción: “recibe a los pecadores y come con ellos”. Comparte con ellos la intimidad de la mesa. Los pecadores encuentran en él la acogida que la sociedad les niega, y por eso ellos se acercan a escucharlo. Tiene para ellos un mensaje nuevo que les atraviesa su ser; les gana el corazón. Y desde ese lugar, Jesús cuestiona la seguridad, la certeza de los fariseos, piadosos y devotos, cumplidores de la ley; que creen en un Dios que sólo recibe a los perfectos y rechaza a los que no observan la ley.

En ese ambiente, ante esos dos auditorios, bien definidos, con tres parábolas (hoy leímos dos) del capítulo 15 de Lucas, Jesús revela cómo es Dios y cuál es su actitud, llena de misericordia y ternura para con los pecadores.

En esas parábolas nos enseña que Dios tiene la iniciativa; él va “a buscar” la oveja que se perdió. Su amor es totalmente gratuito e inmerecido. Él no abandona a nadie, por más que hayamos tomado caminos muy equivocados. La parábola deja en claro que el hombre que perdió la oveja no pierde tiempo quejándose, lamentándose. Y cuando la encuentra, no hay palabras de reproche. “La carga sobre sus hombros, lleno de alegría”; comparte su alegría con los amigos y vecinos: hay ternura, alegría, fiesta. “Aliviando el dolor de hoy, alimentamos la esperanza”.

Y es clara la enseñanza para los fariseos, para los que “murmuraban” contra Jesús. “Les aseguro, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. El cambio de vida, la adhesión al proyecto de Jesús de parte del que se reconoce pecador, es motivo de mayor alegría que la conducta intachable de los cumplidores de la Ley.

Renovados por su amor misericordioso, seguimos el camino con Jesús, acogidos por la comunidad de discípulos perdonados. Experimentando el amor de Aquél que se hizo pobre por nosotros, que se abajó a nuestras pobrezas y miserias, que se arremangó para lavarnos los pies, sintiendo hondamente ese amor gratuito de Dios, podemos también seguir su ejemplo, reconociéndolo vivo en nuestros hermanos necesitados de amor, de ternura, de consuelo y alegría. Así crece la esperanza.

Como seguidores de Jesús, también nosotros lo hacemos presente en nuestras comunidades, en nuestros barrios, lugares de trabajo o de estudio, aliviando tantos dolores y sufrimientos, físicos y espirituales. Todos nosotros tenemos presente la lección que nos han dejado tantas hermanas y hermanos que durante la pandemia fueron buenos samaritanos para los que sufrían tantas necesidades. Servidores de verdad que, aún a riesgo de sus vidas, no bajaron la guardia para aliviar el dolor físico y moral que nos golpeó tan duramente. A ellos, a esas servidoras y servidores de la salud, agentes sanitarios en general, este aplauso agradecido a los pies de la Virgen de Luján.

También para los que se organizaron para que no faltara el pan de cada día en los barrios y comunidades, a todas las voluntarias y voluntarios de comedores, merenderos, hogares y refugios, muchos de ellos jóvenes con el sólo afán de servir, les decimos desde aquí: ¡Gracias! Ustedes han sido la mano fraterna que nos sostuvo en los momentos más duros y oscuros de la pandemia.

Y hoy, también nuestro corazón se expresa en agradecimiento profundo a las y los docentes, en este “Día del Maestro”. En la pandemia fueron una luz en la oscuridad. Cómo se las ingeniaron para estar cerca de sus alumnos, para sostenerlos, escucharlos, estimularlos, acompañarlos, además de compartir conocimiento. “En tiempos en que la sociedad pareciera priorizar el conflicto, volvamos a recordar las reglas de convivencia que aprendimos en la escuela, de nuestros maestros: el respeto por el otro, la posibilidad de diálogo, el valor de la palabra” (Adrián Álvarez; presidente del Consudec)

No menos dolorosa es la pandemia de los intereses oscuros que recurren a las armas para eliminar al otro, como lo vemos tristemente en las guerras que se han desatado en la humanidad, algunas desde hace varios años. ¡Cuánta necedad! ¡Cuánta sangre inocente derramada! Las armas no son el camino; la violencia no es de Dios. Justicia y paz van de la mano. Es lo que pedimos a Dios, a quien llamamos: Padre nuestro. Padre de todos. Por tanto: ¡hermanos todos!

Convocados por el Episcopado Argentino, hoy la Iglesia de Quilmes está presente en Luján para rezar por la paz y la fraternidad entre todos los argentinos. La violencia, física o verbal, no es el camino. Por eso, hemos repudiado el atentado contra la vicepresidenta de la Nación, perpetrado el pasado 1° de septiembre. El camino es el del diálogo sincero y despojado de mezquinos intereses, buscando el bien común de este querido pueblo argentino. Siguen siendo tan actuales los versos del Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”. En estos momentos de la Patria, vienen al corazón las palabras de Jesús: “Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt. 10, 16)

«Con María nos ponemos en camino». La Virgen peregrina seguirá recorriendo los partidos de la Diócesis, mientras transcurre este tiempo sinodal, sintiéndonos en comunión con el Papa Francisco que nos ha convocado al Sínodo universal, precisamente para revitalizar la “sinodalidad” en la Iglesia, algo que tanto soñó y puso en práctica nuestro querido Siervo de Dios, el Padre Obispo Jorge Novak. Una Iglesia que es comunión, participación y misión.

«Con María nos ponemos en camino».

La Virgen de Luján nos dice: Diócesis de Quilmes: ¡Canta y camina!

La Virgen de Luján nos dice al pueblo argentino: Argentina: ¡Canta y camina!

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

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